Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Ferreira Gullar (* 10.9.1910)

Se dice que los grandes poetas, los elegidos de los dioses, mueren en plena juventud, y existen hartos ejemplos para demostrarlo. Pero igual cantidad de ejemplos, o quizás más, demostrarían la existencia de elegidos de los dioses que gozaron de una larga vida. Limitándome al Brasil, cuando aparezcan estas líneas en mi blog, Ferreira Gullar hace nada más que cinco días acabó de cumplir sus primeras ochenta primaveras.

Y bien saben los dioses que Ferreira Gullar es uno de sus elegidos. Junto con Carlos Drummond de Andrade (*1902–†1987), Mario Quintana (*1906–†1994)  y João Cabral do Melo Neto (*1920–†1999), otros tres ilustres ancianos, creadores activos hasta el último de sus respectivos supiros; como también Vinícius de Moraes (*1913–†1980) –aunque este cometió el error de ir a morirse demasiado joven, a los 66 años–, Ferreira Gullar forma parte de una constelación magistral de poetas brasileños, lamentablemente muy poco conocidos fuera de su país, con las posibles excepciones de Vinicius –pero este gracias sobre todo a la música de João Gilberto–, y de Thiago de Mello (*1926 y también felizmente vivo).

A Ferreira Gullar sólo me lo encontré una vez en mi vida, durante el festival Horizontes 82, en Berlín. Le oí recitar en su “portugués con azúcar” (como Eça de Queiroz llamó al idioma que se habla en Brasil) algunos fragmentos de su libro Poema Sujo [Poema Sucio], que me patearon el tablero, las piezas salieron despedidas en todas las direcciones: nunca he sido un entusiasta, más bien todo lo contrario, de la poesía de combate, la que dizque siendo comprometida compensa la falta de hondura y altura poéticas con la reverberación del clamoreo. Pero ese poema sucio era otra cosa, otra cosa: era poesía de la más limpia que nunca me ha sido dada escuchar a su autor. No sé explicar a qué se debe esa química especial, pero quienes sepan portugués (creo que no hay traducción al castellano) y se internen por las veredas de ese bosque, respirarán el aire de un recinto sagrado.

Con todas las precauciones y reticencias del caso me atrevo a colgar acá dos aproximaciones mías a dos breves poemas de Ferreira Gullar, y a recomendar a los lectores su página web, http://literal.terra.com.br/ferreira_gullar/porelemesmo/index.shtml?porelemesmo 

y muy en especial este enlace: http://portalliteral.terra.com.br/ferreira_gullar/epoemas/index.shtml

gracias al cual podrán comprobar cómo un gran poeta le saca un partido poético creador, en grando sumo, a las posibilidades que le ofrece el mundo virtual. Para cada uno de estos poemas electrónicos (E-Poemas) hay que tomarse un tiempo, un minuto aproximadamente por cada uno, empezando por el del hormiguero, pulsando en la palabra “formiga” y luego abajo a mano zurda donde el autor pide que pasemos la página. Son de los poemas visuales más hermosos y más sugerentes que conozco, y creo ser un poco experto en la materia.

Pero los dos poemitas cuyas aproximaciones siguen acá son discursivos, tradicionales, y los elijo aposta, porque no me atreví nunca con su poesía mayor. Ojalá les abran el apetito para leerla ustedes como se merece.

Mi padre

Mi padre fue
a Río a tratarse
un cáncer (que
lo mataría) pero
perdió las gafas
durante el viaje
Cuando le llevé
las gafas nuevas
compradas en la Óptica
Fluminense, él
examinó el estuche con
el nombre de la tienda, dobló
el ticket de la compra, lo guardó
en su cartera y dijo:
Ahora quiero ver
quién es el marica
que se atreva a decir
que nunca estuve
en Río de Janeiro. 

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Tanga

Había lo que se veía
y lo que no se veía:
                                la mañana luminosa
encubría la niebla
abisal y vieja de los espacios.
                                El mar batía
enfrente de la Farme de Amoedo y allí
                                       en la arena
la gente mal se oía u oía.
Y fue entonces que de súbito surgía
                     riendo entre los cabellos
                     la raqueta en la mano
y se movía
                 ¡ay, cómo se movía!
Y al trasladarse así nos descubría
sus fases solares:
                       el hombro
                       la espalda
                       el culo
                      ¿lunar?
                      ¿estelar?
                                  el culo
                                  que (bajo un pétalo
                                  azul)
                                          celeste me sonreía.

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