Todo Oídos

Publicado el jmaldonado

Bajo Tiananmen

De todas las dificultades que implica para un periodista cubrir el mundo desde una sala de redacción en Bogotá, hay una particularmente incómoda:  la reducción de ciertas realidades nacionales a estereotipos recurrentes, impuestos por los patrones de selección de noticias de los medios globales. Así, ignoramos  qué hay en Venezuela además de Chávez y sus hordas de camisas y gorras rojas; en el Sudeste asiático no hay más que inundaciones y rascacielos; en el centro de África, civiles masacrados; y en China, 1300 millones de personas idénticas, que se han convertido en el mercado más importante del mundo, la sociedad más contaminante del planeta y una  potencia aparentemente renuente a hacer concesiones democráticas. Así aparece China en mis pantallas frecuentemente: con sus peculiares hombres de negocios, sus emisiones de carbono y sus discusiones sobre Derechos Humanos.

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Sin embargo -y como siempre pasa- la música puede darnos otros lentes para entender las transformaciones desde abajo que sufren las sociedades. Y China no es una excepción. Por eso resulta más que refrescante el viaje realizado por  el fotógrafo Matthew Niederhauser por los bares rockeros de Pekín. Durante dos años, Niederhauser asistió a conciertos de bandas alternativas en China y registró a sus músicos y seguidores, creando un testimonio fascinante de cómo nacen las individualidades de los jóvenes urbanos chinos mientras el estado burocrático maoista se adapta a las reformas capitalistas.

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¿De qué hablan bandas como P.K.14, Carsick Cars o Xiao He? El propio Niederhauser, en la introducción a Kapital Sound, su libro, responde: «Ellos vienen de varios contextos, así que proyectan mensajes que continuamente cambian de forma y de dirección. Sería presuntuoso y engañoso catalogar a este variopinto grupo de disidentes, hipsters, vagabundos, intelectuales y rockeros nocturnos como un todo. Pero si hay algo que los une en el undergorund, es una insatisfacción con el surgimiento de una cultura de consumo rabiosa, insípida y frecuentemente insostenible.   Algunos pocos pueden tomar posiciones un poco más antagónicas y abiertamente  desahogar su rabia contra el gobierno pero, de una u otra manera, cada artista es un crítico de corazón.  Al final, una parte más grande de este trabajo se nutre de mundos más íntimos, subsistiendo en el alimento creativo de las relaciones -fuentes de inspiración que tocan los factores comunes de la experiencia humana».

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A veces añoro poder saber  con más frecuencia qué está pasando con los jóvenes venezolanos en Caracas, o de qué colores se viste la noche en Ciudad de México, cuando la gente busca refugiarse de los titulares sobre los  secuestros y la guerra que a diario libran Joaquín  ‘El Chapo’ Guzmán y el resto de malandros.

Por ahora me contento con esta postal china, tan intrigante y lejana.

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