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Músicas afros: el diálogo sur-sur

El líder del Mercado Musical del Pacífico muestra las oportunidades de una mayor relación entre África y América Latina.

Cedric DavidPor Cedric David, director de Afropicks. Publicado en el Diario del Petronio, edición 2 (14/ago/2015), año 3.

Existe una creciente producción, tanto en calidad como en cantidad de documentales, libros, reportajes y estudios sobre la diáspora afro en Latinoamérica: sus prácticas sociales, culturales, creencias, artes, sus músicas tradicionales, mestizadas o modernas. ¿De dónde vienen sus influencias?

En Colombia, es interesante destacar y recomendar el libro llamado “África, nuestra tercera raíz” de la historiadora Diana Uribe. Con su voz y característica manera de contar la Historia con relatos, junto a una pertinente programación musical en 6 discos, logra hacer entender la importancia de África en Colombia.

Las etapas históricas, el trato, la liberación, el arraigo, el desarrollo y crecimiento actual, el rol en nuestra sociedad y costumbres; todo esto, sin ser exhaustivo, es el camino hacia lo que hace falta: una actitud verdaderamente orientada hacia África.

Lo sabemos, muchos músicos hablan -porque lo sienten-, de la influencia de la raíz africana en sus composiciones, y efectivamente la tienen. Claro que hay una herencia, un espíritu, unos instrumentos y formas de tocar, de vivir su arte.

Incluso algunos han viajado y trabajado con africanos, pero en realidad, todavía hay mucho desconocimiento sobre esta inmensa cultura del sur, sus artistas y producciones.

La presencia de África en nuestro continente está muy relacionada con las costas, donde soplan los vientos y los ritmos. Se ha ido expandiendo de diferentes maneras y a distintos niveles en muchas clases de la sociedad, con un protagonismo importante desde Brasil, Perú, pasando por Ecuador, Colombia, Venezuela, el caribe y Centroamérica.

Esta expansión tiene múltiples ritmos, interpretaciones, improvisaciones, encontrándose con nuevas tecnologías y realidades de la vida urbana, pero el vínculo actual y contemporáneo entre ambos continentes está aún muy flojo: eso se llama una oportunidad.

En nuestro país, como ha pasado desafortunadamente en otros sectores de la economía, en la parte cultural, durante muchos años el Pacífico ha sido la perla olvidada del Estado, y de los mismos colombianos.

Hasta que diferentes proyectos y artistas empiecen a encontrar salida y éxito, elevando la auto-estima y la fe de toda una generación aburrida y frustrada por ser tan olvidada; ahora tan productiva, despierta, con expectativas y con ganas de vivir de su arte en sus diferentes expresiones.

Es una región que progresivamente se va a volver atractiva y hasta de moda. En una sociedad que antes parecía olvidarse de su inmensa riqueza cultural y de su potencial para exportarse.

En Europa y Norteamérica, los artistas africanos viajan mucho, su música es muy conocida, se tejen alianzas para montar proyectos, allá, en el continente hermano, donde hay cada vez más oportunidades como festivales, becas, mercados culturales, para pensar en girar por África.

Los grupos africanos y sus agentes tienen mucho interés en América Latina, donde su público va creciendo. Hay que destacar los esfuerzos de programadores en los medios y en los circuitos de teatros, abriendo sus puertas para promover y contratar a grandes agrupaciones y maestros históricos, permitir residencias e intercambios.

Tenemos que desarrollar esta relación, para acercar esas culturas hermanas de América Latina y África; compartir experiencias. El diálogo y los puentes “sur-sur” son una necesidad.

El encuentro humano será extraordinario, las creaciones musicales abrirán nuevas sensaciones, nuevos espacios sonoros, y nuevos mercados, en una permanente evolución, como siempre con la música.

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