Se lo presto si me lo devuelve

Publicado el prestosidevuelve

Los turistas, tan ciegos

Pasa, casi siempre, que aquellos que tienen las posibilidades económicas para viajar alrededor del mundo, lo hacen como parte de un tour de mínimo 50 personas que apenas recorre los principales lugares turísticos y que sin mucho interés transita las ciudades en buses de dos pisos que apenas dejan ver de lejos la vida cotidiana de cualquier ciudad del mundo.

Esos, a quienes llamaré pseudo turistas, llegan a contar historias estrambóticas de todos los lugares que visitaron durante su viaje y concluyen, casi siempre, diciendo que definitivamente Colombia es el mejor vividero del mundo y que lo bueno de pasear, es llegar a la casa.

Hay otros, un poco mas avanzados, que llamaré turistas. A secas. Y que son, esos que visitan Miami dos veces al año y el resto de las vacaciones se van a cualquier playa en Tolú. Los turistas suelen ser amantes de las compras y poco interesados en las caminatas largas, la naturaleza o la arquitectura de cualquier ciudad. Son, además, fieles televidentes de National Geographic y Discovery Channel y cada vez que viajan a su único destino, reiteran el placer que se siente saber que se viaja solo para descansar y no para correr de un lugar a otro intentando conocer ciudades con demasiados monumentos.

Los pseudo turistas, por ejemplo, convencidos de su alto nivel cultural, viajan en familia cuando sus hijos tienen apenas 4 o 5 años y no tienen conciencia de qué lugar del mundo están visitando. A veces, se llevan la familia completa y en los peores casos se convierten en pseudo turistas después de la jubilación. Todos, cumplen su afanado propósito  de recorrer el mundo: dos días en cada ciudad de Europa, 15 días en la India, un crucero por Las islas griegas, Turquía y un rápido paseo por China y el sudeste asiático. Luego empiezan a viajar por Suramérica y finalmente, como si fuera una superación, se convierten en turistas y eligen un solo lugar para seguir visitando frecuentemente.

Hay que aceptarlo. Si de viajar se trata el mundo no necesita más turistas. Sería distinto ir a recibir en el aeropuerto a quien estuvo un mes entero en España o a quien a pesar de no haber subido a la Torre Eiffel pudo conocer el mundo subterráneo de Paris, pero no, nos acostumbramos a recibir a personajes que traen sobrepeso en sus maletas y espacios vacíos, en sus cabezas. Líquidos, como diría Zygmunt Bauman, fácilmente olvidables y transitorios.

Son, los que llamaré viajeros, los que escasos, casi siempre jóvenes y aún sin cumplir con un presupuesto amplio de viaje, logran introducirse en el mundo sin la superficialidad común que nos ha envuelto a todos y que nos ha convertido en pequeños robots de fábrica.

Los viajeros, tienen mochila en sus hombros. Hablan con desconocidos, duermen en el desierto y se despiertan en un tren después de 10 horas de viaje. Caminan o montan en bicicleta, toman fotos con la memoria del ojo y graban instantes definitivos en el cerebro. Son pacientes, no llevan dieta y guardan monedas de países distantes en sus bolsillos.

Existen, pero se agotan. Se van perdiendo, a veces, entre la masa amplia que nos hace desaparecer a todos.

Sin embargo, se encuentran… Solo hay que buscar.

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