Se lo presto si me lo devuelve

Publicado el prestosidevuelve

Lo que los otros quieren que leamos

Dice mi profesor de mercado editorial que las reseñas son en su mayoría subjetivas y que, aquellas objetivas duran muy poco. Nos cuenta, además, aunque para algunos es vieja noticia, que aquellos libros que se recomiendan en blogs, revistas culturales o suplementos de los periódicos, son en su mayoría escritos por famosos escritores que vienen de reconocidas editoriales y que, sin duda, vienen casados con el autor de las reseñas, que debe cumplir, como en cualquier matrimonio, con su parte del pacto: hablar positivamente de un libro.

Ya me había preguntado por qué en las librerías colombianas no se encontraban fácilmente ciertos autores, para algunos considerados canónicos, como Norman Mailer, por ejemplo. Alguna vez había evaluado la situación y me había parecido extraño encontrar que solo se recomendaban libros de Pérez Reverte o de Javier Marías, de quien dicen, tiene tanta fama gracias a su traductor. Sin embargo, si una persona quería leer a Julio Llamazares o a Zygmund Bauman tendría que esperar a que la librería hiciera el pedido y la diligencia podría demorarse hasta 15 días dependiendo de la fama de este en los países de las editoriales distribuidoras.

Entonces, quise evaluar qué títulos encontrábamos de los grandes autores y me di cuenta que tan solo se encuentran sus obras más reconocidas y uno que otro libro que intentan promocionar mencionando al reconocido autor. ¿Qué leemos en Colombia entonces? ¿De quienes recibimos recomendaciones? ¿Me equivoco al pensar que leemos lo que las editoriales quieren vender?

Ya desearía yo eso. Equivocarme. Sin embargo, creo que estoy en lo cierto cuando me doy cuenta que son bastante pequeñas y escasas las librerías que ofrecen libros valiosos y que no siguen el camino que les indica una u otra editorial. Al parecer, si al crítico de Babelia, el suplemento cultural del periódico El País de España, le gustó un libro y comentará sobre él, ese libro llegará a países como el nuestro; pero si otro definitivamente no le gusta, pues entonces se quedará, encerrado en Europa pues a las librerías no les interesará en lo absoluto.

Debo decir, eso sí, que si las librerías se llenaran de gente, tal vez no sería tan importante calificar sus lecturas y decir que son buenas o malas, más allá de los gustos y los intereses en países como Colombia el asunto debe empezar es por incentivar la actividad lectora y no por catalogarla. Sin embargo, si bien actualmente no hay altos índices de lectura, ¿Por qué no comenzar las campañas de fomento promocionando aquellos libros que sin ser Best Sellers pueden también cautivar un amplio público?

Ahí dejo la inquietud, quizás, alguno lee este artículo y empieza a interesarse por Chuck Palahniuk antes que por Paulo Coelho.

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