Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

Yo NO conocí a Rafael Uribe Noguera

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Pero no hubiese sido una persona que hubiese estado en mi núcleo de pocas amistades ni físicas ni virtuales. Nada más es verle la cara de sádico, cínico y sinvergüenza después de la tragedia, era suficiente para despreciar seres viles como él y otros, que la justicia y política colombiana y mundial, rehúsan darle el castigo merecido que estos miserables merecen: pena de muerte.

Antes de analizar un poco más profundo esta penalidad, menciono la curiosidad, morbosa o no, que ha creado dicha fascinación en el país. Ha despertado todo tipo de sentimientos el saber que una persona como él -quien fue presunta víctima de un atentado guerrillero (según Daniel Coronell) – exista en nuestra sociedad. Analizando el artículo que publicó el bloguero Enrique Patiño titulado contrario al mío y fue quien motivó este escrito “Yo conocí a Rafael Uribe Noriega” y que ha sido leído hasta hoy por 889.690 personas, enfurece una parte de mí que otros temas no alcancen ese nivel de lectura.

Pero esa es una condición humana movida por el vaho de los misterios que mezclan lo religioso con la moral y la existencia humana regida por mitos e ignorancia sobre la educación sexual que debe ser impartida como materia escolar desde el principio de nuestra educación. No la morbosidad, solo conocimiento avanzando de acuerdo a edades.

Regreso a la penalidad. ¿Qué impide a gobiernos mundiales castigar con la muerte a estos individuos? ¿Será porque la pedofilia está atada a la religión católica con sus curas pederastas? Aunque hay que analizar la diferencia entre las dos definiciones, pedofilia y pederastia; no todos los pedófilos son pederastas porque los pederastas son los manifestantes de apetitos sexuales con la niñez contrario a los pedófilos que manifiestan una atracción emocional. Ambos razonamientos son enfermizos mientras no se manifiesten, criminales una vez se actúe sobre esas emociones.

Mundialmente se repudia, se establecen leyes muy leves que los castigue, pero continúan gozando de derechos constitucionales, como penas establecidas por las leyes y un juicio justo. ¿Por qué no la pena de muerte?

 

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