Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

Adiós a un hermano

lizardo

 

Un adiós que nunca se dijo,

el que la vida simula enseñar,

uno que con un abrazo se dice,

pero nunca se aprende a dar.

 

El mejor de tus hermanos nunca fui,

ni siquiera tu amigo aprendí a ser,

pero no es cruz que se carga con pena,

el peso es, cómo te fuiste, sin aprender a decir adiós…

 

La muerte es un don de vida,

y enfrentarla en su medida,

con valor palabras dicen,

sin saber que el vacío es fuerte,

de un espacio nunca lleno,

de una imagen, que siempre fue.

 

Esa imagen que aunque lejos

y algunas veces con desidias criticábamos tus vecinos

al reprimirte de gustos del sistema,

y aún también privando a tus hijos del sabor,

y te fijas? En cierta forma, teníamos razón.

 

Es cierto que la vida a su paso te mostró

un sentido que tu sistema acomodó,

entendiste del trabajo y del ahorro

que con tesón y gotas de sudor,

debía pasar a una nueva generación.

 

Tu visión un eco a su paso encontró,

y caminaron mano a mano su sendero,

el filo de una montaña sin horizonte,

que en un recodo de los tiempos,

al acecho de los males del camino

los esperaba, como un animal encarnecido,

de la rabia, del celo y del despecho,

y como nada, sus vidas se llevó…

 

El toro se enfrenta cara a cara,

es frase que repito con frecuencia,

te imagino con coraje confrontando,

los capones que sin chance maniobraron,

el robarte unos pesos de tus arcas,

y sin bastarle a los bandidos,

con pánico a lo desconocido,

los cobardes, entre varios, tu vida arrebató…

 

Disfrazados con mensajes de patriotas,

predican buscar el bien común,

con máscaras, sobrenombres, y sin rostros,

masacres, asesinatos, robos y secuestros,

drogas, alcohol y escondida una buena vida,

los bastardos no son más que líchigos escariosos

serviles de pasados oligarcas sin pan del presupuesto,

que cansados de repartir sin recibir,

tomaron el puesto de sus jefes marchitados.

 

Al buscar en mi memoria un poco olvidadiza,

recuerdos que me permitan definir,

si pensabas en un cielo al concluir

tu jornada cuando terminada,

imaginé a la gente en tu funeral que no quise ir,

deseándote, descansar en paz…

 

¿Descansar en paz?…

Con qué coraje se atreven mencionar,

los que dicen conocerte,

si yo, con lo poco que sabía me atrevo asegurar,

que de tu pecho fallecido un rugido enardecido,

clama por una voz que estremecida,

hable, diga y actúe con vehemencia,

que mire y vele que la verdad sea conocida.

 

Si fuese cierto que el cielo existiese,

si fuese cierto que creyente eras,

una oración mi pecho hoy te dice,

descansa y desde allá, guía tus mochuelos…

 

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