Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Series televisivas de homicidas. Registro histórico de la nación

Colombia debe decir no a la programación que busca explotar la tragedia como un producto de entretenimiento. La aceptación en la televisión de programas cuidadosamente creados para hacer de la criminalidad una opción temática, es un ultraje a las víctimas del país. Si realmente se quisiese crear una memoria histórica justa, antes de producir un programa sobre Pablo Escobar o Carlos Castaño, debió haberse creado una serie sobre la vida de Alfonso Reyes Echandía, presidente de la corte suprema asesinado cobardemente con una bala que le penetro el tórax en la toma del palacio en 1985. O sobre Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán, Enrique Low Murtra, Jaime Pardo Leal, Rodrigo Lara Bonilla, Guillermo Cano Isaza o Carlos Mauro Hoyos, entre otros, que defendieron sus ideas y sus principios con su voz, su pluma o su autoridad.

O sobre cada una de las víctimas desconocidas que mancharon con su sangre el territorio. Sobre cada uno de sus días de opresión por actores con desmedidas formas de poder. Sobre cada una de sus anécdotas familiares por surgir en una sociedad signada por la escases en largas décadas del siglo pasado. Sobre sus reflexiones en medio de sistema que les franqueaba diariamente hacer realidad sus aspiraciones para ayudar a quienes de ellos dependían.

Si el país quisiese realmente crear un registro histórico de las décadas pasadas, antes de publicitar homicidas, debe cuidadosamente relatar las historias de terror que pueden contar campesinos y ciudadanos, azotados por el actuar de seres deleznables convertidos hoy en héroes de televisión nacional.

En lugar de transmitir absurdos relatos de bandidos, deberá entrar en la senda de aferrarse a una realidad que supera la ficción y que se constituye cada segundo en un orden social compuesto por millones de humanos. Rescatar el valor de cada uno de los roles que construyen un país.

Un registro histórico implica veracidad. Su creación puede llevar a la comprensión del orden político o a la distorsión de la realidad. Los contenidos televisivos son un arma política. Negar su categoría es un acto de atraso. La transmisión de programas que posan representar la “colombianidad” recreando la historia de victimarios es una afrenta.

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Renny Rueda Castañeda

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