Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Democracia. Medios de comunicación. Agenda. Cognición.

La sociedad moderna trajo consigo la legitimación de una filosofía pública destinada a saltarse formas de represión que imposibilitaron agitados proyectos sociales pasados, o formas de organización política desbancadas por las economías de mercado. La idea de la libertad entonces, se convirtió en el estandarte de un occidente familiarizado con postulados que dieron lugar a la revolución francesa, posibilitando el respeto a la emancipación del proyecto vital de los individuos. Con ello, la sola concepción de la vida se tornó en un nihilismo del que hoy la mayoría de sociedades del mundo no han podido emerger. Entre ellas destacan incluso países de alto ingreso como los Estados Unidos, que a pesar de sus posibilidades materiales, se ha visto incapacitado para dar cambios fundamentales en temas de política doméstica e internacional.

Aún cuando para muchos, la libertad no consistía entonces en la construcción de órdenes desprovistos de estructuras que definieran el rol social de los individuos, los intereses de los medios de comunicación de convertir a los ciudadanos en consumidores, llevaron entonces a la aceptación de normas civiles perniciosas por el solo hecho de ser rentables.

En la historia reciente, la definición pública de patrones comportamentales de la población, se ha convertido en un atentado en contra de formas de individualidad desprovistas del carácter colectivo de la vida humana. En la mayoría de proyectos sociales contemporáneos, el estímulo mediático a una filosofía del derroche, de la distracción, del entretenimiento y de la explotación de la experiencia sensual, ha pasado a ocupar una racionalidad industrial. El individuo hoy, es consciente sobre todo de su rol económico, dejando de ser actor político activo, debilitando toda proyección avanzada del concepto de la democracia.

El papel de los medios de comunicación en imponer una agenda cultural desprovista de un respeto a la dignidad humana, focalizada a la explotación del escándalo, ha reiteradamente buscado eliminar del individuo su impresionabilidad. Con ello, en el ciudadano se ha debilitado la capacidad de empatizar con las manifestaciones más imperceptibles de injusticia. A la fecha, no obstante, la definición del rol de los medios de comunicación en bosquejar patrones culturales consustanciales a formas de vida sociales civilizadas, desprovistas del falso frenetismo individualista que caracterizó a proyectos políticos hoy fallidos, se convierte en una necesidad de política superior. Países como China, Alemania, Corea del Sur, Japón o Finlandia, entre otros, son parcialmente conscientes de esta realidad.

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