Bernardo Congote

Publicado el

¿Un adolescente de Presidente?

La adolescencia es prima hermana de la adolecencia. Ambas hablan de carencias. Mi diccionario Aristos la ubica entre los 15 y los 25 años, pero fue impreso cuando los jóvenes salíamos de casa a los 16. Hoy se quedan hasta los 35 y comienzan a tener hijos, si los tienen, a los 40. Duque es el epítome de las carencias en lo público. Aparece como un tecnócrata afamado en Colombia porque, dicen, fue un buen funcionario en Washington y famoso en Washington porque, sabemos, es el protegido de Uribe.

Los jóvenes ganan partidos. Los veteranos, campeonatos. El joven Duque acaba de ganarle un partido al veterano Fajardo. El primero anda eufórico. Gocetas. Parlanchín. El segundo se ha retirado a sus cuarteles de invierno a trabajar por el campeonato.

El programa de Duque es una mescolanza de, aproximadamente, 162 consignas[i]. Duque no conoce lo que significan prioridades. Como una versión degradada de San Victorino, allí Usted encuentra de todo, a todos los precios, calidades y para todos los gustos y disgustos. El suyo es el viejo culebrismo de Uribe pero recién envejecido. A la Trump. Es como un árbol lleno de hojas en medio de cuya aparente frondosidad, es difícil encontrar un solo tallo.

No es gratuito que la Colombia del Sagrado Corazón esté ad portas de elegir a un adolescente como presidente. Es trágicamente lógico. El sangrante apéndice necesita más sacrificio, dolor y, sobre todo, más sangre. Las 162 consignas de Duque me hacen recordar a los mil jesuses que canturreábamos burlones cuando niños, precisamente el llamado “día de la santa cruz”. Los mismos que le oímos canturrear a Duque al ritmo seminarista de Uribe “el pelietas”.

Esta Colombia adolescente se merece un presidente adolescente. Teníamos prohibido votar por Fajardo y, por sino, elegir a Duque. No en vano están destilando hiel aquellos vociferantes del NO al proceso de paz. Ya salieron de su madriguera las palomas, cabales y guerras acobijándose en los joseobdulios. Todavía les hace falta más sangre. Más cárcel. Más látigo. Pero sólo para “los malos” que retomaron las armas abandonadas por los gamonales liberales y conservadores. Entre tanto empresarios, políticos y militares con alma paramilitar, se regodean en los clubes anticipando el triunfo del adolescente.

Esta Colombia es la misma del aurea mediocritas que denunció Jaime Jaramillo Uribe. Como buenos adolescentes, somos los primeros en los excesos narcotraficante y violento. Pero mediocres en productividad, calidad, empleo, riqueza, eficiencia, competitividad. Nos merecemos llevar a la presidencia a un adolescente.

Ahora. Ante el dilema de la creación destructiva o la destrucción creativa, ¿qué podremos esperar de un adolescente en el poder? La primera. El rosario de las 162 consignas se irá, lanza en ristre, contra todo lo que se mueva: periodistas, empresarios, criminales, pacifistas, transgéneristas, etc. Es propio de la adolescencia la creación destructiva. Desbaratar un país sobre un escritorio y hacerlo sin fórmula de juicio. Ni Uribe podrá detenerlo. ¡Él es nuestro más veterano adolescente! ¡Él!…

Alguno se preguntará: ¿acaso no pertenece Duque a la generación de los Macron, Sánchez o Conte? Por supuesto que sí. ¿Y es que acaso Francia, España o Italia son ejemplo de madurez sociopolítica? ¿Acaso en esos países, tal como ocurre en Colombia, los veteranos no se han graduado de fracasados? ¿Me habláis de Rajoy, Pompidou, Reagan o Trump? ¿De Belisario, Pastrana, Gaviria o Uribe?

Si ello no bastara, el Congreso acaba de condecorar el inefable senador Gerlein por sus cincuenta años de servicios al país. ¿No son esos de Gerlein, los mismos cincuenta años de la última guerra insurgente? ¿Acaso en su condecoración figuran las fotografías de los cementerios abundantes de cadáveres? ¿Dónde está la oposición política colombiana? Enterrada.

Paradigma de Tolstoi fue: “Si la juventud supiese, si la vejez pudiese”[ii]. Si Colombia supiese, habría elegido al que pudiese. ¿Entre Petro y Duque? ¡Qué dilema tan dignamente mediocre!

Nietzscheana. Muchos de nuestros inspiradores del aurea mediocritas, merecerían la cárcel por casa.

Nietzschena 2. Tanto “ganadores” como “perdedores” de la guerra, son unos derrotados.

Platónica. Estos días nos han enseñado que el profesor Fajardo será un buen presidente y que el tecnócrata Duque será un mediocre profesor.

Confesión de parte. Sólo por méritos partidistas, a mis 27 años fui encaramado por el Partido Conservador para manejar el multimillonario presupuesto del, hoy extinto, Instituto de Seguros Sociales. No cometí más errores  porque no tuve tiempo. Afortunadamente fui destituido. Hoy le pido perdón a Colombia por aquella adolescencia. Reparándola, uso con denuedo mi pluma en EL ESPECTADOR y un tablero universitario. ¡No más adolescentes!

 

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano y miembro del Consejo Internacional del Centro de Estudios Federalismo y Libertad (Argentina).

 

[i] www.ivanduque.com

 

[ii] Infancia, Adolescencia y Juventud.

Comentarios