«El camino de subida, es el mismo de bajada». Heráclito
Darío es la contraria del pueblo. Paisa aconductado en Bogotá, prepara la mejor frijolada de la ciudad y este domingo hizo moñona. Ganó con Froome en Italia mientras la mayoría aplaudíamos a “Superman López” y con Duque mientras la mayoría votábamos por Petro, Fajardo, Vargas y De la Calle en Colombia. ¡Lo siento, perdedor! Fue su saludo el lunes. Pero le respondí a la Maturana diciéndole: “perder es ganar un poco”.
En efecto, la Coalición Colombia liderada por Fajardo acaba de perder la primera vuelta, pero no el poder. Hasta ahora parece capaz de ser el primer movimiento derrotado que no le endosará sus votos a alguno de sus contrincantes. No se ha creído dueña de los 4,6 millones de votos obtenidos, y ello la confirma como expresión genuina de la nueva política.
De esta forma los votantes del centro votaríamos a placer en segunda vuelta. Por ejemplo, votando en blanco. Consecuente con las convicciones expresadas este domingo, ajenas a los extremos de derecha e izquierda, por primera vez el voto en blanco del centro podría rechazar, al tiempo, a la derecha fascista y a la izquierda madurista. Ambas demagógicas, ambas frágiles, ambas improvisadas, se merecerían un voluminoso voto en blanco en junio.
El domingo también ganamos el 61% de los colombianos que, de una forma u otra, no votamos por hacer trizas los acuerdos de La Habana. El NO ha quedado reducido al 39% uribista. La propuesta guerrerista del uribismo ha quedado hecha trizas, ella sí, a manos del 61% que votamos en su contra.
Si ello no bastara, esta elección ha propiciado que ninguna de las extremas que resulte elegida en junio, pueda aplicar autoritariamente su programa electoral. Siendo el uribismo apenas el 20 por ciento del Congreso y el petrismo apenas el 2 por ciento, ninguna de las iniciativas del Ejecutivo podrá ser aprobada sin negociar con la oposición. Maestro en ausentarse de los debates, el uribismo se verá obligado a mantenerse en sesiones para defender con las uñas sus ideas minoritarias.
También rompimos con el lastre abstencionista. Por primera vez, muy probablemente gracias al voto joven, hemos dado un salto cualitativo a favor de la participación política. Los hijos acaban de romper con el lastre abstencionista de sus padres. ¡Enhorabuena!
Durante los siguientes cuatro años, las mayorías derrotadas en primera vuelta trabajaremos por debatir y proponer iniciativas que nos conduzcan a ser mejores personas y, por tanto, mejores ciudadanos. A construir un país civilista, alejado de la guerra. Un país que rompa con las cadenas que, desde hace siglos nos han enseñado que la política consiste en asesinar a los opositores acusándolos de “pecadores”, “comunistas” o “ateos”.
Ni el camino de subida ni el de bajada aparecen ahora empinados. Perdiendo la primera vuelta, el centro político ganó poder y capacidad gubernativa sin límites.
Nietzscheana. Las tijeras del uribismo le sirvieron para hacer trizas su proyecto guerrerista.
Nietzscheana 2. Sin dientes vociferantes, la extrema gobernante llegará a 2022 reducida a su mínima expresión.
Bernardo Congote es Profesor universitario colombiano y miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina). [email protected]