Bernardo Congote

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«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»

A Sergio Cabrera y sus cuates,

donde los tenga

su camino[1].

 

¡Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

mercachifles de política;

saltimbanquis del engaño;

arrodillados de oficio;

xenófilos irredentos.

 

Directores de escuelas sin niños;

constructores de calles cerradas;

abridores de salidas falsas;

oligócratas de la desesperanza.

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Intelectuales de medio pelo;

académicos castrantes, sosos;

artistas circunloquiales;

anarquistas de blanda almohada.

 

Defensores del derecho propio;

usurpadores del derecho ajeno;

armadores de leyes torcidas;

promotores de causas urdidas.

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Obispos de pobreza ajena;

opresores abiertos, sin pena;

jugadores de la guerra eterna;

politiqueros de sotana.

 

Conservadores de un país pequeño;

gobernantes de aldeas de cemento;

usurpadores de alcabala exánime;

contratistas con la boca abierta.

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Conspiradores del Bolívar sueño;

persecutores del Nariño ingenuo;

asesinos de la Colombia Grande;

urdidores de la Colombia en Sangre.

 

Protectores del bolsillo pleno;

temerosos de abrir las compuertas;

contentos de vivir a tientas

celebrando cuatro vanas fiestas.

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Entre tanto, la sangre aquí bulle;

entre tanto, la savia nos nutre;

entre tanto, la masa se escabulle

de la garra del poder enano.

 

Entre tanto ustedes al Norte,

nosotros al Sur, al Poniente.

Entre tanto ustedes roban,

nosotros por debajo ardemos.

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Entre tanto nos importan bledo,

discusiones de cualquiera credo,

candidatos de mohín discreto,

delfinazgos funerarios, yertos.

 

Entre tanto buceamos solos,

buscando a nuestra propia cuenta,

el camino que mejor conviene,

sin importar aquel, «el que viene».

 

«Ahí tienen su hijueputa casa pintada»:

Caciques de la causa vana.

Obispos de hedionda sotana.

Millonarios de nariz cortita.

Guerreros de la muerte vana.

Bogotá, 1994

Congótica. Julio César Londoño es nuestro poeta del absurdo lógico. Nuestro juglar de las verdades verdaderas. Las dice mejor y más agudamente que el autor de «La puta de Babilonia» y de frente, o sea, sin necesidad de voltearse. Razones todas por las cuales pica, es urticante, pringamosero, ocasionado y, por tanto, inteligente. O sea, inenarrablemente lleno de humor. ¡Gracias El Espectador! Contar con Londoño de columnista es correr un riesgo que vale la pena. Sobre todo, cuando hace muchos pocos años, Ustedes pagaron un precio impagable recibiendo un bombazo lanzado desde cualquiera de las ratoneras de las que se ríe Londoño cada sábado.

 

[1] Homenaje a «La estrategia del caracol», película colombiana (1994). Próxima a revivir.

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina).

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