Parsimonia

Publicado el Jarne

Un refugio en La Candelaria: El Copetón

En Madrid, tenía un sitio, un garito magnífico donde pasaba largas horas y todos los problemas se quedaban fuera: Parsimonia.  Allí curé depresiones y males de amor. En Bogotá, era huérfano de ese lugar, hasta que a los pocos días de llegar aquí, caminaba por La Candelaria y encontré mi sitio: El Copetón.

El Copetón, un sitio sagrado en La Candelaria.

Era a primeros de febrero y echaba de menos mis bares de Lavapiés en Madrid. Pero encontré El Copetón y volví a tener ese lugar al que volver: un punto fijo y de referencia en el que buscar el calor del hogar. Un sitio cojonudo y donde llevarse a las chicas que te gustan para jugar en casa sin necesidad de llevarse a las nenas directamente al apartamento. Un punto intermedio entre tu cama y la calle.

¿Qué tiene este café-libro para ser tan especial?  Primero, el tamaño. No es un sitio muy grande, por lo que uno no tiene esa sensación de insignificancia  que lo embarga cuando recorre las infinitas calles de Bogotá con sus ocho millones almas. Otra de las grandes bazas que tiene  es una decoración muy cuidada en la que no faltan flores naturales, colores suaves, una colección de libros fantástica y una chimenea que da un ambiente hogareño. Y, por supuesto, un chocolate y un café deliciosos con mantequilla, arepa y pan de acompañamiento.

La lectura es uno de los principales ingredientes de El Copetón. Los libros y revistas que se encuentran en el local  se pueden consultar y leer a gusto de cada uno. Se pueden intercambiar libros, cederlos gustosamente para que el resto los lea o incluso vender. Se trata de que no sean sólo algo que se amontona en las estanterías para quedar bien delante de las visitas como ornamento, se trata de que los libros se lean, pasen de mano en mano y busquen nuevas mentes que abrir.

Detrás del Copetón están Catalina, bogótana y antropóloga y Christian, un italiano economista que nunca hizo nada relacionado con la Economía. Durante unos cuantos años trabajaron en temas de Derechos Humanos que les llevaron por los más diversos lugares y países. En Quitó, decidieron volver a Colombia y montaron El Copetón. Durante unos meses, ello mismos se dedicaron a reformar el local para darle el aspecto que tiene hoy.

Pero El Copetón no quiere ser sólo un lugar de encuentro o de lectura, también tiene un compromiso con la lucha y la transformación de la sociedad. El café se importa de Café Chocó Mestizo donde se hace bajo los postulados del comercio justo y como reivindicación del reconocimiento de la comunidad mestiza en Carmen de Atrato, en el departamento de Chocó. También se reparten todo tipo de medios alternativos: Le Monde Diplomatique, Desde Abajo o La Periferia Literaria tienen cabida aquí.

Por todas estas cosas, me quedé prendado de este sitio. Vuelvo pronto a los madriles y no puedo alargar mi estancia a este lado del charco. Quiero volver a Colombia, aunque no sé cómo lo haré. Puede que sea como turista o como un español más expatriado por la crisis. Si paso por esta ciudad, haré una parada en este sitio mágico: será de las mejores cosas que descubrí en este manicomio de puertas abiertas llamado Bogotá. Y a las mejores cosas siempre hay que volver.

La chimenea.
La chimenea.

Café-libro El Copetón Carrera 3 #12b-78.

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