República de colores

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Relato de actriz de teatro frente a la dura realidad carcelaria  

El episodio de agresión policial a un hombre cerca de entrar a prisión ocurre en Cali, pero pudo pasar en cualquier ciudad de Colombia. 

Isabela Cabezas Arana.
Isabela Cabezas Arana.

Por Isabela Cabezas Arana, vicepresidenta de la Fundación Sociedad Interna. Especial para Color de Colombia.

Durante casi cinco años he dedicado gran parte de mi vida al trabajo cultural, artístico y productivo al interior de las cárceles del Cauca y Valle del Cauca con las personas privadas de la libertad.

Soy actriz y doy clases de teatro. También convoco voluntariado para que contribuyan desde otras áreas. Procuro que el trabajo sea constante e ininterrumpido; considero que es de la única manera en que se enseña a pescar.

En la espera de ingresar a la cárcel de Cali, por vez primera presencio algo como lo de este martes, en vivo y en directo y no por redes sociales, como es costumbre, el pan de cada día.

Tres hombres estaban esposados, a una puerta de perder contacto físico con el mundo externo, de perder completamente su libertad. Sólo uno de ellos estaba en compañía de un familiar.

Llevaban consigo la vida en bolsas de plástico y de esas ecológicas que se usan para mercar: cobijas, prendas de vestir, implementos de aseo personal, recuerdos, aromas. Sus cosas.

Uno de ellos le hablaba insistentemente a uno de los tres policías que los custodiaban. A decir verdad, no sé exactamente lo que le decía, no sé si lo hacía a propósito, si le reclamaba algo, no sé. El aspecto del hombre no superaba los 30 años. Trigueño y robusto. Llevaba camisilla amarilla sucia y rasgada al igual que sus jeans casi sin color. Apenas se notaba su difícil relación con la vida.

Después de unos segundos mientras se escuchaban aún las voces insistentes del susodicho, el uniformado se le abalanza de pronto, pegándole y tumbándolo al piso para proseguir su acción.

En breve llegan otros dos uniformados para continuar la cometida. El acontecimiento dura poco. «Estabas tranquilo”, le dice el policía al detenido. Lo levantan rápidamente y lo ingresan al interior del penal.

De la reja (portón) externa del lugar se encarga un civil, un señor de aproximadamente 60 años de edad que, por las no sé tantas décadas que lleva ahí, sabe de qué se trata una cárcel, con qué se come y a qué sabe.

Barbado y canoso; siempre lleva chanclas, uñas largas y casi siempre la misma ropa: camibuso rojo y jean ancho y corto.

«Así es, así pasa aquí. Así tratan a los presos. Véanlos. Esa es la vida que llevan», gritaba el hombre mientras sucedía la agresión. Cuando ingresan al detenido, dos policías se van acercando al civil portero.

«Qué es lo que estás diciendo», le preguntan de manera intimidante, cual pandilla en medio de un callejón oscuro y solitario. Solo se necesita omitir el uniforme para no diferenciar los que custodian de los custodiados.

«Qué, es cierto, lo que sea cuando quieran», decía el hombre mientras se resguardaba entre una reja y otra cuando los veía acercarse a él. Unos de los policías, con sus esposas en la mano, continuaba expresándose entre dientes, pero el hombre lo hizo bien. No tenían cómo hacer de las suyas.

El hecho se va disolviendo mientras los asistentes al lugar observábamos como si fuera normal, el deber ser. Parte sin novedad.

No soporto la agresión. Ni por riña, ni con razón y mucho menos sin razón. Sí, soy de las que no soporta ver cómo desfiguran a un ladrón, por ejemplo, especialmente por manos que aprovechan los «papayasos» de un celular olvidado, de una devuelta de más, de una billetera ajena mal parqueada.

Y, sobre todo, me hierve la sangre de impotencia cuando la agresión se genera en manos de una institución que tiene como misión «el mantenimiento de la convivencia como condición necesaria, para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz fundamentada en el código de ética policial” … Y ni hablar de eso, su ‘ética policial’.

No sé qué me pasa. Ya nada de esto debiera sorprenderme.

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