Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Pensamiento crítico cada día

En la Revista Semana apareció por estos días una crítica a la falsa promesa que hacen los colegios de educar el pensamiento crítico en sus alumnos. En los colegios, así como en la mayoría de los hogares, a los niños no se les enseña a pensar, se les enseña a creer en verdades indiscutibles, que de alguna manera es lo opuesto.

Tener pensamiento crítico es fundamental para alcanzar una buena vida. Es la herramienta de la libertad, de la búsqueda de ideas con bases sólidas, de la buena toma de decisiones. Sin pensamiento crítico estamos a merced de las ideas de los demás, de la influencia de cualquiera y en manos de los embaucadores y de los fanáticos. Estar en capacidad de investigar, de tomar datos, de clasificarlos, de certificar sus orígenes, sus fuentes, de discutir a partir de ellos, de aplicar la lógica correcta, de analizar, inferir y deducir significa manejar las herramientas necesarias para lograr el anhelado pensamiento crítico. Sin proceder con un mínimo dominio de esta lista de acciones, los colegios no pueden enseñar a sus estudiantes a pensar con autonomía.

En el bombardeo de información que recibimos, ¿cómo reconocer las ideas cuyas bases son sólidas de las ideas sin base alguna, y muchas veces inventadas para el beneficio de unos cuantos? El mundo está lleno de basura real y de basura virtual e ideológica; hay información verdadera, mezclada con rumores y mentiras, y por eso es importante que los jóvenes se vuelvan expertos en distinguir las características de cada una de estas.

La primera acción para la búsqueda de la verdad es investigar, es buscar la fuente de la noticia o de la idea. Tener más datos sobre esta, para saber si se puede estar seguro de que se ha interpretado la noticia o el concepto de la manera adecuada; además porque en el mundo de la información es común encontrar el efecto “teléfono roto”. Una idea gusta, y a medida que va pasando de boca en boca, de texto en texto, varía hasta un punto en que se convierte en un nuevo asunto, en otra idea. El contexto en que se hacen algunas aseveraciones es fundamental. Muchas veces, la gente saca de su contexto las frases de personajes públicos, para ponerlas a significar otras cosas, para distorsionarlas según la necesidad o el deseo. Con las citas es importante verificarlas e identificar el contexto y la época en que fueron hechas.

Si se lee en internet, es necesario siempre identificar la fuente, saber si el sitio es seguro, si es confiable. Todos los días viajan por las redes sociales curas milagrosas para el cáncer, brillantes ideas políticas, estrategias de vida. Va uno a la fuente y se da cuenta de que es desconocida por completo. Las noticias médicas confiables deben salir de fuentes médicas reconocidas en el mundo entero. Cuantas veces se oye decir que el jugo de arándanos es bueno para las infecciones urinarias. Esta idea es popular, pero no es cierta, según páginas médicas serias. El lector debe buscar en fuentes que basan su información en estudios científicos bien realizados, como la siguiente: http://www.cochrane.org/; al hacerlo se encuentra que para una aseveración como la anterior no hay evidencias. Aprender a hacerse las preguntas apropiadas, del tipo: ¿es seguro intentar el consejo que me dan?, ¿es importante? Hay consejos bien intencionados, pero al mismo tiempo falsos.

Preguntarse si conoces el sitio, si se ha leído otras cosas en el mismo. Y si la respuesta es no, entonces se debe investigar sobre la misma información en otros lugares. Ir más allá es buscar dentro del artículo referencias, datos que puedan ser verificados, gráficos que puedan ser constatados. Así el estudiante o el lector común pueden ir separando los datos reales de los datos que no lo parezcan. Las fechas son importantes; en internet es fácil encontrar fotografías y noticias viejas que se muestran como recientes.

Se debe desconfiar de títulos muy atractivos, hiperbólicos, amarillistas, de páginas cuya gramática sea incorrecta, de mensajes con mala ortografía y horrible redacción, de anuncios insultantes, ofensivos o groseros, de lugares cuya carnada para hacer picar es una imagen obscena.

Cuando algo suene exagerado, es  preferible detenerse e indentificar a quién puede beneficiar la exageración. Aplicar la lógica de la conveniencia. En política, ya lo vimos en Colombia con el plebiscito, la gente se creyó las mentiras que inventó el Centro democrático, confesadas por Juan Carlos Vélez. Y no solo se las creyeron, las difundieron y multiplicaron. Lo más curioso es que a pesar de la confesión del doctor Vélez, muchos seguían alegando que no fueron engañados. Esto en sicología se llama disonancia cognitiva, una manera de decir: “No puedo ser tan bobo, entonces me mantengo en mi punto de que no fui engañado”, o del tipo, “¡todo esto es una ¡conspiración!”. Recuerde que los asuntos políticos tratan más sobre intereses, votos y plata que sobre la verdad. No sea ingenuo.

Las personas que tragan entero, usualmente no leen a los opositores, cierran la puerta a la información que los contradiga, pues desean ver solamente con los ojos del deseo. Todos los seres humanos negamos inicialmente toda idea que se oponga a lo que deseamos oír. En la educación de los colegios es importante que el estudiante reconozca sus deseos y sea capaz de separarlos de la realidad; para ello debe tener la costumbre de discutir muchos y variados puntos de vista, y no cerrarse a la información que se le opone. Es una mala costumbre ignorar la información con la que no se está de acuerdo.

Es recomendable revisar las estadísticas. La experiencia personal no dice mucho. La violencia puede haber disminuido dramáticamente en mi ciudad, aunque a mí me hayan atracado ayer. La vitamina C no mejora los síntomas de la gripa ni la cura, aunque yo haya tenido la ilusión de que a mí me sirvió. De nuevo, revise las estadísticas, y vaya a páginas serias sobre el tema.

El joven debe aprender a luchar contra los enemigos íntimos de la verdad, que son: la persistencia de las propias creencias, la influencia del deseo y de las emociones sobre la verdad, y el ego; justificado en el odio por todo lo que vaya contra los intereses personales.

Lector, no comparta información sin leerla antes; no tiene sentido, no beneficia a nadie. No comparta artículos porque el título le suena bien, no comparta irresponsablemente. En Facebook, algunos, en el lapso de dos horas comparten más de diez artículos. Obviamente no los han leído. ¿Para qué hacer esto? Ser parcos y honestos es la mejor opción. En las redes sociales también existe la verborrea y cansa igual.

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