El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Cosecha de Paz

Los más de 30 proyectos productivos acreditados por parte de los desmovilizados de las FARC, han quedado una vez más a la deriva durante la coyuntura de la pandemia. El poco acompañamiento del Gobierno, y ahora el Covid-19, ha tornado aún más difícil para esta población la tarea de emprender.

Retratos de excombatientes / créditos de la autora

Después de varios años de gran esfuerzo y trabajo por parte de los reincorporados de las FARC con el Acuerdo de Paz del 2016, los proyectos productivos que se venían desarrollando como único sustento económico de esta comunidad se encuentran en riesgo por causa de la pandemia del COVID-19. Cabe destacar que el confinamiento para esta comunidad no es algo nuevo. Como parte del Acuerdo, la gran mayoría viven en los Espacios Territoriales para la Capacitación y Reincorporación (ETCR), que están ubicados bastante apartados de las ciudades del país.

Sin embargo, a pesar de que se han encontrado confinados en estos espacios, antes tenían una demanda por sus productos, como el café o aguacates, casi garantizada por parte del sector privado y las plazas de los municipios. Ahora, por la pandemia, no solo siguen apartados de los centros de comercio, sino que tampoco tienen a dónde exportar sus productos por la falta de transporte y por el cierre de la mayoría de los restaurantes y mercados del país.

Antonio, un excombatiente y líder de los ETCR’s del Cauca, expresa cómo la mayoría de las exportaciones de los productos como el café están completamente paradas. “Antes estábamos logrando exportar el café tostado o molido a nivel internacional, especialmente a Italia. Ahora, por la pandemia, está completamente parado. Además, la mayoría de los productores están acudiendo a vías marítimas a través del puerto de Buenaventura. Entonces, los tiempos del proceso son muy lentos, también por las revisiones ante los protocolos de bioseguridad”. Frente a estos retos que se están viviendo, esta comunidad se ha tenido que acoplar a una nueva realidad para sobrevivir, algo al tener tan cercana la alternativa de volver a las armas, ya que muchos se ubican en zonas donde la violencia persiste como el departamento del Cauca.

Gran parte de las operaciones de las disidencias de las FARC se soporta en su poder de intimidación, y en su capacidad de convencer a la población que comparte sus premisas. A la vez, se convierte en fuente de legitimidad de las acciones violentas de estos grupos armados.

Un modelo de teoría de juegos desarrollado por Juan Carlos Robledo, Ph.D en Administración, explica cómo esta capacidad de intimidación o convencimiento de sus principios solo puede ser reducido en zonas donde hay una mayor inversión social y empleos formales. Manifiesta lo anterior en tanto esto elevaría el costo de oportunidad de la población al verse ante una alternativa mejor de vida frente a la oferta rebelde. Cabe recalcar que el costo de oportunidad es el valor de la mejor opción no realizada, siendo así, para este caso particular, el de volver a las armas.

En otras palabras, en zonas aledañas del Cauca, donde la presencia de grupos armados es frecuente, es muy importante que los proyectos productivos prosperen para así elevar el costo de oportunidad de volver a las armas. Es decir, entre mayor sea el costo de oportunidad, habrán menos riesgos de que vuelvan a las armas.

Antes de la pandemia la venta de café tostado le daba un sustento a esta población para vivir una vida justa. Sin embargo, ahora no solo se han disminuido drásticamente las ventas (y por ende sus ingresos), sino también se disminuye el costo de migrar a la siguiente ‘mejor’ actividad, así sea ilegal.

“Algo bonito, pero difícil, que hemos visto acá en el Cauca es cómo muchos están volviendo al campo. En los últimos años, la gente estaba moviéndose hacia las ciudades del campo para empezar a emprender, como el sueño americano acá en Colombia. Ahora, la gente se está rebuscando con qué      vivir y han empezado a volver al campo a donde familiares y empezar a producir de nuevo” (Antonio).

Teniendo en cuenta lo que dice Antonio, muchos están buscando nuevas actividades ya que los costos de quedarse en los proyectos productivos son bastante altos. Afortunadamente, estas nuevas actividades son agrícolas, y no ilegales.

Otro gran reto que se han enfrentado en esta época son los altos costos  para transportar sus productos. A pesar de la dificultad de sacar adelante productos como el café, es muy caro transportarlo a Bogotá. “Ahora, con los precios altos de plataformas como Servientrega, nos cuesta más el envío que la misma libra de café”.

Antonio prosigue expresando que a pesar de haber gente que quiere apoyar el trabajo de ellos, al final del día cuesta 50 mil pesos transportar una libra de café a Bogotá, lo que antes, en épocas pre pandemia, costaba 30 mil pesos menos (un aumento del 66.6%). Evidentemente, los costos para la comercialización superan sus ingresos, haciendo insostenible exportar el café tanto en el corto como largo plazo. Es por esto que han empezado a exportar la materia prima pergamino  a otros medios como la Federación Nacional de Cafeteros ya que no les dan sus ingresos para tostar y moler el café y venderlo como producto finalizado.

Antes de la pandemia, sus principales demandantes eran las plazas de los pueblos y los pequeños restaurantes. Ahora, muchos de estos lugares están cerrados o quebrados. De los que sí pudieron abrir en los últimos meses fueron los supermercados como D1 y el Éxito. Sin embargo, los excombatientes no han tenido acceso para entrar a competir en estos mercados en tanto manifiestan que “hemos tratado de empezar a vender nuestros productos en estas grandes superficies, ya que el Gobierno ha dado bonos de mercados, pero ha sido imposible. Ellos venden al por mayor y no se enfocan en pequeños agricultores como nosotros”.

Es por esto que han tratado de acudir a sus redes sociales y a la virtualidad para lograr ventas así sea al por menor. Sin embargo, Antonio enfatiza que para lograr esto se necesita una infraestructura bien establecida para dar resultados ante la virtualidad, algo que resulta completamente nuevo para ellos pues fue hasta hace poco que empezaron a usar el  teléfono móvil. A partir de lo anterior, si estas iniciativas vas acompañadas de tejido social y empresarial, se esperaría que las oportunidades de vida sean mayores. Por lo tanto, se eleva el costo de oportunidad de la población frente a la alternativa de ingresar a los grupos al margen de la ley.

El distanciamiento social no es algo nuevo  para los excombatientes de las FARC, pues por muchos años permanecieron apartados de la sociedad colombiana. Pero la parálisis de las principales ciudades del país, como Bogotá, y países como Italia, han causado una pausa indefinida de la demanda del café. Entre todos los retos que esta comunidad ya tiene por tener el título de haber sido guerrilleros de las FARC, se les ha sumado la pandemia. Evidentemente, estos retos han hecho que el costo de oportunidad de realizar una actividad nueva (como volver a las disidencias) disminuya, poniendo en riesgo todo el Acuerdo de  Paz. A partir de lo anterior, sólo cabe esperar que esta determinación y audacia hacia el Acuerdo no se vea arriesgada ante dicha coyuntura.

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