Parsimonia

Publicado el Jarne

Breve guía para iniciarse en los garitos clandestinos

Hay que buscarlos, pero existen en todas las ciudades. A veces uno no sabe nada y se encuentra en uno de ellos. Sólo te das cuenta cuando ha pasado el tiempo y nadie te ha echado del bareto o cuando ves que la gente empieza a fumar todo tipo de sustancias y a meterse materia poco recomendables. El dueño ha cerrado la puerta por dentro y se ha quedado más allá del horario permitido. También puede ser que toque una puerta cerrada o llame a un timbre y de repente se abra. Es el bar clandestino.

Siempre ha habido y habrá sitios así en todas las ciudades. Uno sólo tiene que preguntarle a los camareros o dar con los noctámbulos, trasnochadores o canallas que frecuentan estos antros. Le llevarán a uno encantado y aprovecharán para pedirle que le inviten a un par de cigarrillos, a la siguiente copa de ron o a la ralla de la amistad. Uno decidirá si merece la pena aventurarse por esos lares y si es bueno subvencionar los vicios a desconocidos. Queda al libre albedrio de cada persona.

Los hay para todos los gustos y colores. Desde un tablao flamenco en un subterráneo de Lavapíes al que había que llamar de 3 a 4 de la madrugada hasta uno en el que no había música y te daban unos cascos personales para no molestar a los vecinos. Los hay con música de drum & bass o salsa. Todo es saberse mover y buscar el lugar adecuado.

Las personas que acudan a estos sitios tendrán que tener en cuenta las siguientes recomendaciones. Sea consciente de que la Policía puede entrar en cualquier momento para hacer una redada o cerrar el sitio por lo que no le recomiendo que porte objetos o sustancias que le puedan incriminar. Le recomendamos que sean obedientes y salgan cuando se lo pida la fuerza pública. No se queden dentro y esperen a que pase la Policía cuando hace un minuto sonaba la música a un volumen que se escuchaba en toda la calle.

No espere encontrar algún elemento de racionalidad al otro lado de la barra ni limpieza en local. Hay de todo, pero un tipo que se queda hasta las once o las doce de la mañana no suele ser estar en sus cabales.  No es un buen momento para reflexionar sobre el sentido de la vida. Evite utilizar los baños. Si no queda otra, adelante, pero en la medida de lo posible, no es muy recomendable que recale por allí. Los garitos clandestinos suelen tender a cavernosos y eso se refleja en la higiene de su servicio.

Sea consciente de que la gente que frecuenta estos sitios puede cambiar en cualquier momento de actitud, así que tenga cuidado con lo que dice. Por lo mismo, evite las peleas. No sabe qué puede ocurrir porque no sabe contra quien se enfrenta. Consuma lo mínimo en el sitio. Una petaca siempre puede venir bien para saber qué lleva su bebida. El garrafón está a la orden del día.

Si quiere que continúe y aprecia su intimidad, no lo pregone y lleve sólo a la gente de confianza. No se asuste si llama varias veces, tardan en abrirle y se encuentra conque ahora hay una familia viviendo o un chino que le vende cervezas. Son garitos clandestinos, no un McDonalds. Estas cosas ocurren. Pregunte si continúan su actividad en algún sitio o, ya que está, aproveche para tomarse otra cerveza.

Si sigue estas recomendaciones usted ya está en condición de decir que es un canalla. No le dará de comer, pero se sentirá bien consigo mismo por mantener gracias a su hígado y su cartera  los bares más necesarios de la ciudad. También puede que se acuerde de usted a las 3 de la mañana un amigo para que le diga el sitio donde habían estado el fin de semana pasado. Conteste. Usted se lo ha buscado.  Este tipo de cuestiones van en el cargo que ostenta.

Cine Capitol, Madrid. ilustración de Daniel Crespo Saavedra.
Cine Capitol, Madrid. ilustración de Daniel Crespo Saavedra.

En Twitter: @Jarnavic

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