Solteras DeBotas

Publicado el Solteras DeBotas

Veneno*

Sabía que era peligroso estar contigo, por lo prohibido de la circunstancias. Saborearte era arriesgarme a experimentar placeres extremos e intensos, desde el gozo más dulce a la amargura más profunda. Estar a tu lado era similar a volar, pero las despedidas eran una caída en picada hacia lo inevitable, hacia el dolor de algo que no tenía futuro.

Era adicta a tus labios porque emanaban un poderoso veneno disfrazado de dulce néctar, que recorría todo mi cuerpo, permeando mi ser y llenándolo de deseo. Acercarme a ti, era perder la razón por unos instantes, olvidar el aplomo y las reglas, entregarme a una aventura salvaje.

Yo tenía muchas cosas en juego y llevaba las de perder en esta lucha de cuerpos desnudos, sin embargo, quité mis escudos de protección  y no evalué las consecuencias de mis actos, de manera voluntaria me abrí para sucumbir ante tu hechizo.

Con cada encuentro moríamos y renacíamos como el ave fénix, consumidos y cobijados por el fuego de lo clandestino.  Aún recuerdo cuando tu mano derecha tiraba de mis cabellos, mientras la izquierda recorría mi abdomen con la firme intención de bajar y escabullirse entre mis pantalones, dejándome empapada, con las piernas temblorosas y con ganas de más.

Cuando pasaba el efecto de aquel cóctel peligroso de dopamina y adrenalina, yo reaccionaba y sentía unas ganas inmensas de huir, de correr muy lejos y en dirección opuesta a tus grandes brazos, pero mis recuerdos se erguían de manera rebelde y bombardeaban sin piedad a mi mente y corazón. Entonces explotaban frente a mí, las imágenes de tus ojos brillantes, tu particular olor, tu lengua traviesa y todo el resto de tu majestuosa anatomía, entonces mi derrotada fuerza de voluntad sacaba la bandera de rendición, para reconocer que una vez más había perdido la batalla contra el encoñe.

Extrañaba lo que hubo, pero más extrañaba lo que nunca construiría contigo. Saborear tu veneno me causó mucho daño, ya que a partir de allí no volví a ser la misma, probarte fue comer una fruta prohibida que me abrió los ojos al dolor de no tenerte. Tu veneno fue ácido que agrietó mi pecho, dejándome una brecha por donde se entraba el frío, por eso durante mucho tiempo ninguna cobija me calentó lo suficiente.

La verdad es que tuvieron que pasar muchas lunas para que pudiera dejar de estremecerme con tu fantasma. Como espectadora de una película antigua de lo que alguna vez fuera mi vida, aún recuerdo con placer todas las veladas contigo, en donde nuestras ropas y sabanas fueron las grandes damnificadas de aquellas prácticas feroces. Ahora sé lo que adoraba de ti, era la forma en que me hacías sentir y en quien me convertía cuando nos devorábamos.

En definitiva no estábamos destinados a estar juntos y eso lo sabíamos. Nos encontramos a destiempo, no obstante corrimos el riesgo, un riesgo delicioso del que nunca me he arrepentido y ojalá que tú tampoco.  Quizás en otra vida cuando seamos gatos, tú me mires con tus ojos amarillos y volvamos a revolcarnos en un tejado.

Al final, mi intuición nunca perdió las esperanzas y sabía que más pronto que tarde, yo podría ganar la guerra contra ese placer dañino de estar apegada a ti. Que en algún momento yo sería capaz de transformar ese veneno en el antídoto que me curaría de aquella sensual dependencia, que tendría la suficiente fuerza para soltarte y para ser capaz de escribir sobre ti, sin que me afectara.

 

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*Escritura expresiva: es una herramienta de catarsis emocional en donde la persona escribe sobre sus experiencias y hace frente a las emociones que dicha situación le produjo. Le permite canalizar toda esa energía, comprender y darse cuenta de sus acciones y sentimientos. Como decía Carrie Fisher "Coge tu corazón roto y conviértelo en arte".

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