El libro de las digresiones, El silencio Ediciones, 2023

En la introducción al libro de ensayos Libro de las digresiones, de L.C. Bermeo Gamboa, editado por El Silencio Editores (Cali, 2023), el autor plantea que la digresión es la forma más antigua de razonar y que autores clásicos como Cervantes y Sterne crearon obras portentosas como Don Quijote y Tristram Shandy basados en la deriva narrativa. Montaigne, artífice del ensayo, hacía más o menos lo mismo encerrado en su torre de papel.

La digresión ha sido un recurso fundamental para la historia del pensamiento. Permite encadenar libremente ideas heterogéneas en una reflexión. Sin embargo, el pensar en orden sigue siendo la forma que adopta en la escritura el ensayo canónico, el académico y formas menores de pensamiento escrito como artículos, crítica y columnas de opinión.

Los ensayos recogidos en este Libro de las digresiones (El silencio Editores, Cali, 2023) se distancian del ensayo canónico, aunque ello no signifique el que haya un pensar desordenado en la escritura. Las digresiones que se presentan al interior de cada pieza no se alejan del todo del asunto planteado. Una jugada de fútbol, el escorpión de René Higuita, da pie a una semblanza y exégesis de la poesía de Jaime Jaramillo Escobar, o el perro de Ulises resulta uno de los más remotos recuerdos de la humanidad al que le sigue una enumeración de otros perros memorables que figuran en libros, o el encuentro fortuito de un verso de Borges pronunciado por un moribundo y una biblioteca carcelaria castiga al asesino pasional que ya en cautiverio se ha convertido en lector, redimiéndolo.

La trampa de la digresión es que nuestra mente suele asociar trayendo a colación falacias y distorsiones cognitivas, las que están más a mano, y no las más fundamentadas, y el autor digresivo puede poner algo trivial o secundario en donde bien podría estar una investigación o una “libertad detenida” al modo de Faulkner: explorar las múltiples aristas de un detalle particular.

En narrativa, la digresión es tal vez la forma más lenta de contar. El tiempo de la acción se dilata por las reflexiones haciendo que la sincronía con el tiempo del lector se interrumpa en una diacronía, y entonces el tiempo del lector pasa más rápido que el del relato. Ejemplos de la digresión narrativa bien desarrollada son Javier Marías y Faulkner. En el ensayo, el tiempo narrativo está suspendido, de modo que la digresión no se calcula más que en términos de confusión. Si la digresión hace perder el tema inicial, aburre, y eso lleva a que el lector se distraiga del asunto. Maestros de la digresión en el ensayo son Alejandro Rossi y Juan Forn que mantienen controlada la distancia de la digresión para evitar la distracción.

Algunas tesis implícitas en estos ensayos son curiosas y polémicas: el lavado de manos es un elemento civilizatorio que permitió reducir la morbilidad materna y e impulsar el desarrollo de los antibióticos, o que las moscas que aparecen en los poemas traen la inspiración. Hay obras producidas en confinamientos que son positivas, como las cartas de Nelson Mandela, o las de Rubin “Hurricane” Carter, o los poemas de Maldelshtam, y otras nefastas como Mi lucha de Hitler (y todo depende de la libertad del pensamiento, no propiamente la del cuerpo), pero para el autor el confinamiento más que un castigo puede llegar a ser muy productivo. Las campañas antidrogas de Kurt Cobain y la de Andrés Caicedo parecen paradójicas pero podrían estar relacionadas con base en su malditismo. El fracaso, esa obsesión de la juventud que Bermeo exploró en un libro de poesía, Tesis sobre el fracaso, reaparece en este libro como cierre: innumerables tesis sobre las formas curiosas de fracasar como artista en una sociedad en la que se multiplicaron los lugares virtuales donde se anuncian los triunfos y en una era narcisista donde la mayoría de la gente está enceguecida por la publicidad y la tecnología y resultan ciegos para reconocer dónde está el talento, mientras todos reclaman en cambio algún tipo de atención. Las tesis no son digresiones, pero se prestarían como buenos pretextos para el arte de la conversación.

En Colombia hay una tradición del ensayo volcada más hacia la crítica literaria o de arte, y la natural producción académica de las inaccesibles ediciones académicas. Sobresalen más los ensayistas canónicos entre los que pueden mencionarse Baldomero Sanín Cano, Estanislao Zuleta, Cobo Borda, Martha Traba, Germán Arciniegas y William Ospina. Pero el ensayo digresivo y otras formas anticanónicas no son muy cultivadas. Se publican más colecciones de artículos periodísticos que suelen reunir los escritores que son columnistas de los periódicos y algunas tesis universitarias convertidas en libros de divulgación que ensayo propiamente. Libro de las digresiones de L.C. Bermeo Gamboa se suma a publicaciones como Aves Migratorias (Mariana Oliver) o El nervio óptico (María Gainza) formas digresivas en nuestra lengua aparecidas recientemente en ediciones independientes colombianas.

L.C. Bermeo Gamboa ha escrito un libro de digresiones que relacionan sus preferencias de lector y sus gustos literarios: Borges, Bioy Casares, Arreola, Jorge Isaac, Kapuscinski, Andrés Caicedo. Escribe sobre poesía y sobre poetas, como Jaime Jaramillo Escobar, Aníbal Arias, Cobo Borda. Ensayar sobre poesía suele ser un campo donde se cultivan más las especulaciones morales que las corrientes de época, las preceptivas generacionales, los diálogo con otras tradiciones y tiempo histórico. Bermeo muestra gran sensibilidad para hacer exégesis de la obra de sus poetas favoritos.
La mirada sobre la producción literaria del Valle del Cauca también tiene espacio en estos ensayos. Autores conocidos y otros menos conocidos figuran en el cruce de referencias, lo que nos recuerda que lo que perdura se sitúa siempre en la tradición. Hay otro tipo de ensayos que no son literarios, pero continúan la exploración de los gustos y consumos culturales que son formativos para el ensayista: gustos musicales y asombros, como la higiene judía y el universo bacterial, The Beatles, Pink Floyd, Harry Porter, los perros que aparecen en los libros y las moscas que rondan a los poetas. Los ensayos de Bermeo Gamboa no tienen reparos en decir yo, al punto de exponer experiencias personales y confesiones. Elude así el objetivismo que inculcan las facultades de periodismo y obligado en las salas de redacción. Y sobre todo, destaca el buen humor, lo que se agradece, en un país más bien enmohecido en las disquisiciones teóricas y donde las discusiones críticas suelen atascarse en prejuicios de clase.

Los libros más antiguos de la humanidad, como La Odisea o Las mil y una noches provienen de relatos orales que encadenan otros relatos dentro de sí, son digresivas. La digresión es la forma que adopta el discurso oral, y esa es probablemente la forma más antigua y moderna de pensar.

L.C. Bermeo Gamboa nació en Yumbo, Valle en 1985. Es autor del libro de los libros de poesía: Antídotos de ruda (2005), Libro de Pan (2010), Tesis sobre el fracaso (2016). Escribe en el diario El País de Cali.

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