Mercadeando

Publicado el Dagoberto Páramo Morales

Caribe, identidad regional

Es innegable la gran importancia que ha venido ganando la identidad regional como una eficiente forma de hacer frente a la imparable globalización que se nos vino encima y en la que todo lo que rodea la vida humana se volvió mercadeable y sujeto de intercambio.

La identidad regional es un concepto con muchos matices que deben precisarse. Por un lado, la identidad se refiere a todo aquello que hace que una comunidad se reconozca a sí misma diferenciándose a la vez de otras, incluso similares. Por el otro, lo regional tiene connotaciones no solo de tipo geográfico donde la población vive su propia cotidianidad, sino deben tomarse en cuenta los aspectos mentales y espirituales que dichas personas comparten entre sí.

En otras palabras, la identidad regional tiene que ver con la inclusión o la exclusión entre unos individuos y otros, con “ellos” y “nosotros”; con los “de adentro” y los “de afuera”; con quienes “pertenecen” y quienes “no pertenecen”. Tiene un sentido colectivo ya que se relaciona con el pasado, con el presente, con el futuro, con lo compartido y soñado por un grupo humano.

Bajo esta perspectiva, definir la identidad regional del Caribe colombiano a fin de que sirva como respaldo para mercadear todo lo que aquí se produce –bienes y servicios-, atraer visitantes e inversionistas y sobre todo, para mejorar la calidad de vida de todos los caribeños y de todos quienes vivimos aquí, es un gran reto que todos debemos enfrentar.

Al respecto, un diagnóstico que incluya los aspectos históricos que muchos investigadores han tejido en largas y sapientes horas de trabajo no es suficiente. Mirar hacia atrás en una suerte de nostálgico recorrido que muchas veces no alcanzamos a reconocer, no basta. Se requiere mucho más. La identidad regional implica un paquete de sentimientos asociados con el pasado, con el presente y con el futuro de todo lo que sucede en determinado espacio geográfico y que acerca a sus habitantes y a quienes han nacido en el mismo territorio o han desarrollado afectos en razón a las relaciones que se hayan sostenido con personas originarias de allí mismo.

Se necesita entonces un responsable y sensible esfuerzo para construir un proyecto de región Caribe que explore, promueva y consolide la conciencia regional tanto de quienes vivimos bajo este mágico sol de mar, playa, historia y río, como de quienes por distintas circunstancias residen físicamente lejos pero su alma y su espíritu se encuentran ligados de forma indisoluble a su terruño, a su mundo. Es necesario pensar en el futuro, en la sumatoria de fortalezas que cada uno de los departamentos que conforman la llamada Región Caribe posee, ya sea por herencia social e histórica o por su deliberada y paciente estructuración por parte de los dirigentes regionales.

Sería poco inteligente pretender ocultar el grado de complementariedad que todos los departamentos tienen para aprovechar la magia que produce la diversidad cultural que por estos lados sobra por doquier. Debe dejarse de lado esa poco afortunada costumbre de pensar que el Caribe colombiano solo está conformado por las tres perlas que todos reconocemos –Santa Marta, Barranquilla, Cartagena-. Es mucho más. La dotación de recursos con los que la naturaleza ha premiado al Caribe es casi infinita: playas, ríos, desiertos, nieves perpetuas. Los atractivos turísticos parecen extraídos de un cuento de hadas: parques y reservas naturales, patrimonios históricos, museos, arrecifes marinos, maravillosas bahías, impactantes estuarios, fiestas populares, leyendas musicales, grandes sabanas, herencias indígenas, reliquias religiosas. El capital humano producto de los enriquecidos ancestros que se entrecruzan en nuestro pasado es casi indescriptible: mulatos, mestizos, árabes, blancos, negros, indígenas.

El Caribe colombiano es una mágica y emocionante identidad regional en la que se le puede sacar provecho a la gran riqueza cultural que nos caracteriza. Descubrámosla. El futuro está en nuestras manos y, como los buenos equipos de fútbol, nuestra suerte solo depende de nosotros mismos. De quienes vivimos aquí y de quienes a la distancia siguen haciendo parte del “ser Caribe” y están dispuestos a contribuir de forma decidida y firme. El Caribe es lugar de acogimiento de personas que venidas de otras latitudes hemos echado raíces para quedarnos por mucho tiempo impulsando múltiples procesos profesionales y colectivos. La región Caribe colombiana está llena de gratas sorpresas, aunque no faltan quienes con sus actos han venido desdibujando la imagen construida a lo largo de los años. El Caribe tiene mucho que mostrar, no solo ese doloroso aguijón de corrupción que por estos días se ha venido apoderando del imaginario colectivo nacional por cuenta de la ambición de unos cuantos que con su actuar han erosionado las potencialidades que como gente pujante han caracterizado estos ancestrales territorios. Al menos, eso es lo que la historia nos ha enseñado.

 

Ya está disponible el nuevo video en mi canal de YouTube “Marketing y Sociedad”: “Fijación de precios y el consumidor”. En este programa presentamos una cuidadosa reflexión sobre el verdadero papel que juega el consumidor en la fijación del precio por parte de la empresa. Al enfatizar que el precio no «es lo que la gente está dispuesta a pagar por un producto», sino «la expresión monetaria del valor», la opinión del consumidor nunca es tenida en cuenta.

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