Otro mundo es posible

Publicado el Enrique Patiño

Julian Assange, fundador de Wikileaks, personaje del año

No hay duda alguna. El personaje del año es Julian Assange, fundador y editor de Wikileaks.

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Assange es un periodista de 39 años que ha puesto en jaque al gobierno de Estados Unidos al revelar más de 400 mil documentos secretos (y otros 250 mil de las embajadas, que salieron este domingo a la luz pública a través de los cinco diarios más importantes del mundo) y el editor del portal que ha dado a conocer, a través de sus documentos expuestos, que más de 100 mil locales fueron asesinados en Irak desde la llegada de Estados Unidos, que otros 20 mil murieron en Afganistán, que hubo ejecuciones extrajudiciales en Kenia, que en Islandia hubo malos manejos por parte de un banco, The New Kaupthing, o que la guerra sucia de hoy en día en el país del norte incluye espiar a la ONU.

Assange es el héroe moral del nuevo siglo porque ha recordado lo que debería hacer el periodismo en el mundo, justo cuando los medios se inclinan por la farándula y lo banal. Y porque solo, con un equipo mínimo y el apoyo de ciudadanos que velan por la verdad, ha enfrentado a los más poderosos y los ha vencido con su afán por demostrar la verdad.

Ciento veinte agentes de la CIA buscan evitar que se filtren más documentos, pero nada han podido hacer para que de nuevo se revelen sus secretos. Ni siquiera los intentos de los más altos expertos informáticos gubernamentales estadounidenses por derribar la seguridad de la página Wikileaks ha conseguido mermar la fuerza que tiene y su capacidad para filtrarse o recibir aportes por parte de personas que apoyan su labor.

Sumida en un hermetismo absoluto, la página funciona bombardeada por todos lados mientras que Julian Assange vive una vida casi secreta, en la que lo único que han podido hallarle en su contra en el país donde se refugia, Suecia, es un extraño caso de supuesto acoso sexual que habría ocurrido con un par de jóvenes suecas justo cuando andaba revelando los mayores secretos de la guerra en Irak. Ahora, parece, tendrá que refugiarse en Suramérica.

Pero ni siquiera la supuesta apuesta de los imperios por ocultar con un escándalo sexual de Assange el verdadero escándalo –el sucio manejo en los gobiernos de las relaciones internacionales– ha mermado su capacidad de dar a conocer lo que los países evitan proteger a toda costa. El todopoderoso Pentágono lo persigue. Los servicios secretos británicos, franceses, iraquíes, estadounidenses y sobre todo los bancos, esos poderosos pulpos que tienen tanto por ocultar, colaboran entre sí para evitar que algo más se sepa. Pero él, invisible ya por seguridad persona, y acompañado por su grupo silencioso y secreto de colaboradores, ha doblegado a los imperios.

Assange es el hombre del año. Ante todo porque demostró que la prensa está dormida y que su labor es la que Assange recordó: denunciar sin tregua y a como dé lugar lo que esté mal. Pero también porque se enfrentó solo a los gobiernos más temidos del mundo y está logrando doblegarlos, ahora con la ayuda de los grandes diarios. Y porque demostró que el verdadero poder de Internet está en los individuos como voceros en un mundo adormecido por los poderes económicos y gubernamentales. Un individuo frente a los más grandes.

Un minúsculo David frente a descomunales y poderosos Goliat. Y les está ganando en la lucha por la verdad.

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