Parsimonia

Publicado el Jarne

San Antonio y las casamenteras

Decía la canción de Sabina que los devotos iban buscando besos a San Antonio. Se trata de aquella tradición que se tenía en el Madrid de chulapos y verbenas en el que se tiraban varios alfileres en la pila de San Antonio de la Florida. Luego la modistilla metía la mano. Los alfileres que se habían clavado en la piel serían los novios que tendría ese año.

Recoge El País que cada año van menos casamenteras a pedirle maridos a San Antonio, ni siquiera a la verbena. Pobre santo, se está quedando como un corral sin gallinas. Parece que las novias generaciones, no conocen las virtudes del santo. Quizás sea por el hastío hacía a la iglesia. O bien porque los feligreses han cambiado las iglesias por las barras de bar, donde hay menos amor pero si más promiscuidad. Sexo efímero y que no tiene la ilusión de la eternidad.

Contrasta que San Antonio no tenga el favor del público con otros santos de la capital. La gente sí se encomienda a San Antón con fervor cuando van con los mascotas o al Cristo del Medinaceli, al que ahogan con toda las esencia de perfumes que se venda en el Barrio de Salamanca o Chamberi. Pobre santo que tiene que aguantar 12 o 13 horas con promiscuas mujeres que no paran que besarle. Bendito sea el santo que quiera ser uno.

Normal que el pobre San Antonio tenga cada vez menos público, pocas mujeres buscan las virtudes que da. El público de los santos, un poco viejo ya, no está en la época de del casamiento. A esas edades uno ya no busca el amor, sino pegarse a la vida mientras pueda o proteger con quien se vive los últimos días. Por eso se encomiendan a la competencia, que protege ámbitos más cercanos a los que han ido viendo pasar los años, se casaron y contemplan como algo distante lo de los alfileres.

Empiezas a ver como se va muriendo la gente y no vas a ir a San Antonio. A pedirle salud siempre vas al Cristo de Medinaceli y a que nos guarde a los animales que nos acompañan a San Antón, pero no tienes nada que pedirle al de la Florida. Pasó su tiempo. Y es que es duro ser el Santo de las casamenteras en estos tiempos que corren.

En Twitter: @Jarnavic

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