El Magazín

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Diario de teatreros

teatro adri cortada

Adriana Marín Urrego

Días de viaje, enero 8 y 9

Enero 10. Día primero.

La compañía Goyenechus finalmente pudo llegar a Chillán. Ya se bañó y desayunó con personajes de otras compañías teatrales. Personajes serán luego, ahora sólo son teatreros ansiosos por lo que pueda pasar, que se emocionan ante la visión de  los otros, los también extranjeros, que llegan a instalarse en las camas de al lado. Argentinos, chilenos, mexicanos, colombianos: no se conocen, pero se saludan como si fueran hermanos. Están acá porque los reúne el teatro, por nada más. Es un amor que sólo ellos entienden. Un amor que los hizo viajar por 48 horas, de noche, sin dormir, con comidas difíciles y con caminatas bajo el sol ardiente sin estar muy seguros de estar en el rumbo correcto. Toda una aventura.

El Decimoctavo Encuentro Internacional de Teatro para Chillán 2013 es, hasta el momento, un festival de guerreros. No hay nada elegante, ningún hotel de lujo o comida gourmet, el alojamiento es un  internado de niñas que está muy lejos de tener las comodidades de casa, y el calor es infernal. Pero no les importa. Ahí siguen, ahora parados frente al Teatro Municipal de la Ciudad, esperando que empiece la rueda de prensa que dará inicio al festival y que les permitirá enfrentarse a las tablas y al público chileno. Ahí se van a presentar y a dar todo de sí. Tienen sueño y sed, pero están sonrientes. La gente les pregunta sobre su obra, sobre su país, y observan las camisetas que llevan puestas – con el nombre de la obra y de la compañía. Muchos expresan su deseo de ir a verlos. Esperan que sea así. Por ahora, en jerga teatral chilena, “mierda, mierda, mierda” para los teatreros, que es como decir, suerte, suerte, suerte. En Colombia se les  diría: “mucha mierda”.

 

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