Rumbo a Sudáfrica 2010

Publicado el mundial2010

Rinus Michels: La inmortalidad de un perdedor

El hombre que creó el fútbol total con Holanda, subcampeón del mundo en el 74, campeón de Europa en el 88.

Por: Fernando Araújo Vélez

Hubo quienes dijeron que lo llamaban “General” porque iba a los campos de entrenamiento con una pistola bajo el cinto y un estricto manual de órdenes en su maletín de cuero, y hubo quienes dudaron de aquellos rumores porque un hombre de armas no hubiera permitido que sus jugadores tuvieran las libertades que vivió Holanda en 1974. Hubo quienes lo tildaron de fracasado porque perdió en Munich la final de la Copa del Mundo ante Alemania, los eternos exitistas que en el mundo han sido, y hubo quienes fueron más allá del resultado y los goles de Breitner y Muller y lo consagraron como el hombre que cambió la historia del fútbol.

RINUS

Se llamaba Marinus Jacobus Hendricus Michels, un nombre muy largo que con el tiempo él mismo sintetizó en Rinus Michels. Había nacido en febrero del año de 1928, y como casi todos los grandes entrenadores, fue un mediocre futbolista del Ajax y el Zandvoortmeeuwen de Holanda entre el 45 y el 58.

Siete años después de su retiro se hizo cargo del Ajax, hasta entonces, un modesto equipo compuesto por jugadores medio profesionales, medio vagos, medio talentosos y casi que por completo perdedores. Michels tenía un esbozo de plan para sacarlos de aquella mediocridad. Los partidos y el tiempo perfeccionaron su idea.

El día en el que los directivos lo presentaron ante la plantilla, Michels pronunció su nombre y añadió que, en adelante, era preferible que lo llamaran simplemente como el Míster.

Saludó de mano a sus jugadores, entre quienes estaba un flaco casi escuálido de nombre Johan y apellido Cruyff, y dijo que ese momento, enero de 1965, sería imborrable para todos si todos caminaban hacia el mismo final. Una hora más tarde, libreta en mano, Rinus Michels anotaba tiempos, particularidades, errores y aciertos de sus futbolistas, mientras los vigilaba trotando alrededor de una pista de tierra roja apisonada.

“Vamos a organizar un estilo de juego al que llamaremos pressing football”, dijo al día siguiente. Pasados algunos años, muchas victorias, una Copa de Europa, dos títulos holandeses y millares de elogios, Michels explicaría la esencia de su fútbol como “un acosar sin tregua ni respiro al adversario para recuperar la posesión del balón, y no ceder a ningún precio la iniciativa del ataque al contrincante, contando con dos requisitos básicos: un espíritu de lucha inquebrantable y una perfecta preparación física, sin los cuales el sistema se derrumba irremediablemente”. El mundo lo llamó fútbol total.

Luego, en plena Copa del Mundo del 74, algunos lo denominarían La Naranja Mecánica, priorizando al equipo sobre el estilo, al sujeto sobre la forma.

Hablaban de Holanda. La Holanda de Cruyff, de Neeskens, de Rep, de Van Hanegen, de Haan… La Holanda de Michels. Que eran borrachines, decían. Que fumaban, aseguraban. Que compartían sus mujeres al mejor estilo libre de aquella época, afirmaban. El General había acordado con su tropa que habría libertades si había buen fútbol. Y su buen fútbol, la historia lo reconocería, eran el pressing, la polivalencia, los relevos, la velocidad, la inteligencia, la creación de espacios.

Holanda deslumbró desde su debut, ante Uruguay (Que clasificó sobre Colombia en última instancia), al que venció 2-0, pero más allá de la victoria y de las opciones que generó, copó la atención del mundillo del fútbol por su manera de jugar. Luego de su presentación oficial se transformó en “el candidato”, muy por encima del Brasil campeón del mundo y de la Alemania Federal de Beckembauer, Muller y Sepp Maier. Su paso arrollador (Uruguay, lo llevó a la final por un camino repleto de aparentes contradicciones y oscuras historias.

Los holandeses bebían cerveza, se paseaban con sus amantes, celebraban con sus hinchas, hablaban con la prensa, fumaban hasta el punto de poner una cajita de cigarrillos en el vestuario para quien quisiera, empezando por Cruyff, y se rebelaban contra las normas impuestas por los “dueños del negocio”. Por eso, Cruyff amenazó con no ir a la Copa si la federación holandesa lo obligaba a vestirse con el uniforme de Adidas que usaba el resto del equipo.

Él, estrella, figura, ídolo, había suscrito un contrato con Puma, la firma rival, surgida, como Adidas, en el poblado de Herzogenaurach, de manos de Rudolf Dassler, hermano del creador de la línea de las tres tiras, Adolf.

Como extrema excepción, por intermedio de Rinus Michels, la Federación le permitió a Cruyff jugar con otra marca, y él mismo, en el vestuario, le quitó una de las tiras a su uniforme. Nadie se arrepintió del trato. Cruyff fue Holanda, y Holanda, Cruyff, incluso en aquella final perdida de Munich, aquella final que fue, al tiempo, derrota e inmortalidad.

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Las máximas de Michels
1. El adversario debe ser exprimido en su propio campo. Congestionar el campo rival con 21 hombres significa cerrar espacios e impedir que hagan jugadas con libertad.

2. La salida en bloque a la hora del pase de un atacante es una jugada ofensiva y no defensiva. La idea es quitarle el balón al rival que va a lanzar, si es posible antes del propio lanzamiento.

3. Cuando se quita el balón al rival en su propio campo los defensas deben retroceder, así los espacios que faltarán al enemigo para armar su jugada aparecerán para los atacantes del propio equipo.

4. Ningún jugador debe tener posición fija. El jugador debe cumplir una función de acuerdo con la posición del campo en la que se encuentre. Si un atacante cae en su defensa será zaguero y viceversa.

5. Todos los jugadores deben estar para marcar al rival cuando éste tenga el balón. Ninguno puede liberarse de esta función.

6. El desgaste físico de los jugadores debe ser el mismo. Sólo el líbero, el cerebro y el goleador, pueden tener un desgaste menor. El jugador que no suda la camiseta explota al compañero de equipo.

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