MENTEFACTO

Publicado el Joseph Aldemar Casañas Angulo

Rómeo Langlois, ¿terrorista?

El secuestro y liberación del comunicador francés generó un golpe de opinión en diversos sectores políticos y sociales del país.

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Todo terminó como suele pasar en este tipo de casos:  En un show mediático, no hay duda de ello, sin embargo no sería bueno tratar de evadir el tema con la excusa de que no  vale la pena caer en el juego mediático que proponen los medios de comunicación. El caso Langlois va mucho más allá.

Welcome to Colombia

Es incómodo que un invitado a nuestra casa comience a criticar el color de las paredes, la forma en cómo están distribuidos los muebles o la decoración de la sala, sin duda ese invitado quedaría como un personaje mal educado, descortés y jamás sería invitado de nuevo a nuestra morada.

Pues bien, guardando las proporciones, de esa manera se puede resumir el polvo que han levantado las opiniones de Langlois luego de su liberado  por las Farc; en nuestra casa, cuestionó  la forma cómo se cubre el conflicto, la escasa presencia del Estado en regiones apartadas del país y el papel de la guerrilla en el conflicto que ya fue reconocido por el propio presidente Juan Manuel Santos.  Incómodos pero acertados cuestionamientos.

Incomodidad

Aquel  lamentablemente refrán – exclusivo para Colombia- que señala que “habla más que un recién liberado” aplica para Langlois, las ideas que expresó tras 33 días de secuestro, incomodaron a ciertos personajes con nostalgia de poder que de manera irresponsable calificaron al comunicador como un  “aliado de las Farc”  y “publicista y defensor del terrorismo”. ¿Por qué estos señalamientos?

El daño irremediable que las Farc han causado en el país con su accionar bélico marcado por el asesinatos a policías y militares, secuestros políticos y civiles y faltas a la verdad, provocan la airada respuesta de diversos sectores ante cualquier intento de protagonismo de la guerrilla, actitud que en cierta medida que se entiende y se respalda pero que no justifica el señalamiento mezquino que se le hace a un periodista que en el desarrollo de su trabajo busca la voz no oficial, en este caso la voz de la guerrilla

Tan polarizado está el conflicto en el país que aquel que se atreva a comentar una opinión diferente a la oficial, sin contemplaciones se le asocia con las Farc, con la izquierda con Piedad Córdoba, Petro el Polo y otros ‘sectorcillos’ con los que hoy pocos se sienten identificados, como si estos fueran el patito feo, el diablo de la política en Colombia, el causante de todos los males.

Son irresponsables los señalamientos de Uribe por twitter “Langlois defiende al terrorismo” “Langlois no engañe más” “Langlois, el 50% de las familias colombianas hemos sido víctimas de los terroristas a quienes ud promociona” Sugiere en uno de los  twitts de su arremetida que “Langlois nunca perdió la libertad” y cuestiona “Langlois, ¿qué relación tiene con las Farc?” y lanza un picaresco consejo “Langlois: una cosa es la curiosidad del periodista y otra la identificación con el terrorismo”.

Estas declaraciones agitaron el debate, pero considero que son erradas y desafortunadas.

Es un error decir que el periodista promociona el terrorismo. Quizá el exmandatario que en ese momento estaba en Perú, no escuchó con atención a Langlois.

En las declaraciones que dio tras su secuestro criticó a las Farc por utilizar su situación con fines políticos e indicó que lo movieron “como un muñeco”, indignado calificó al grupo guerrillero de “expertos en dramaturgia” por esperar a la elección de Hollande para reconocer que lo tenían en su poder y adicionalmente calificó de “descarada y retadora” la protesta del grupo armado ilegal de abrir un debate internacional sobre la libertad de expresión. Perdónenme, pero por ningún lado de estas declaraciones observo promoción al terrorismo.

El comunicador va más allá y  en diferentes pasajes de su intervención aceptó el calificativo de terroristas que la comunidad internacional le hace a las Farc y le recordó al exmandatario que con su secuestro por 33 días fue “víctima” de las Farc y que sus acusaciones “son de mal gusto”.

Quizá lo que le molestó al exmandatario y a muchos sectores de la sociedad fueron una serie de afirmaciones que el oficialismo no acepta y que resultan incómodas para la opinión pública, pero que de alguna manera no dejan de llamar la atención.

Por ejemplo, que en regiones muy apartadas del país donde no hay presencia del Estado más allá de la presencia militar, “el pueblo quiere a la guerrilla y considera que los terroristas son los del Ejército”, por su puesto esto genera polémica, pero no es razón para tildar a alguien de terrorista, pues la afirmación no es suya sino una percepción que hace tras años de  trabajo como reportero en la zona de conflicto. Lejos del periodismo de escritorio.

Otra verdad a puño que quedó en boca de Langlois hace referencia a que “el odio no permitirá la consecución de la paz en Colombia” y no hay duda de ello, como no odiar a un grupo que asesina, secuestra, trafica con droga y miente, que es en últimas lo que hacen las Farc, pero considero que ello tampoco es razón para que diferentes sectores del país censuren con tanta vehemencia la opinión de un extranjero. En defensa de ellos,  aplican el discurso de libertad de expresión y por ende dicen lo que dicen.

Fenómeno Langlois

En medio de todo esto  no hay duda de algo: el ego del periodista francés creció como espuma, el show del que participó, sin haberlo planeado directamente, lo catapultarán como un reportero avezado, sagaz e intrépido sin quizá serlo.

Las  reacciones al trabajo de Langlois y los constantes señalamientos que se hacen con este tipo de temas solo perjudican el desarrollo de opiniones divergentes, y ponen en peligro a aquellos que  con sus ideas no aceptan una última palabra y tampoco dicen tenerla.

La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír. George Orwell

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