MENTEFACTO

Publicado el Joseph Aldemar Casañas Angulo

MUROS QUE NO OFENDEN LA INTELIGENCIA

Muros sin sensura
Muros sin censura

Esta semana por los medios de comunicación como pocas veces, se habló de grariteros, grafitis y aerosoles. La coyuntura: un miembro de la Policía disparó y le quitó la vida a un joven grafitero. Los hechos no están claros, la familia del muchacho desconcertada y la las explicaciones de la autoridad no son satisfactorias.

Unas rayas con historia

Más allá de los hechos noticiosos la historia del el grafiti es mágica y habla del afán de unos jóvenes por hacerse escuchar, sentir y ver.

“No hay peor ofensa para la inteligencia que un muro en blanco”, proclamaban con vehemencia y contundencia poética unos soñadores manifestantes que con el puño izquierdo arriba y la mano derecha a en el corazón, anhelaban con indolencia y quizá algo de inocencia un imposible, pintoresco y pueril deseo: que la imaginación llegara al poder

La imaginación al poder, es el legado fundamental de aquellos jóvenes que convirtieron las calles, avenidas y sobre todo paredes de la capital francesa en un inmenso lienzo en el que se expusieron con delicadeza férrea e inmaculada su pensamiento revolucionario aquel Mayo de 1968.

La revolución en marcha

Cuentan los que cuentos cuentan, que esa “revolución” fue un acontecimiento sencillamente apoteósico, un hecho en el que el romanticismo, la pasión y quizás las hormonas se alborotaron y convirtieron la nación de la libertad en un poderoso e infranqueable taller creativo donde unos “hijos de papi y mami” gritaban, arengaban, cantaban y pintaban en contra de la guerra, a favor

de la paz y en contra del imperialismo.

Y es que para estos jóvenes a los que se les alborotaron las hormonas, y decidieron hacer el amor en vez de hacer la guerra, que prefirieron cantar a robar, y que escogieron pintar y no disparar, se les debe la “última utopía” de la historia hecha realidad.

Una utopía que trajo consigo los primeros ladrillos de una inmensa y poderosa construcción a la que los dueños de la cultura antigua, sin saberlo, la denominaron “grafos” (que significa descripción), pero que por aquellos avatares del lenguaje y modismos que suelen usar los jóvenes incomprendidos y deschavetados de la sociedad, terminaría llamándose dizque graffitiun poco de rayones amorfos que lo único que hacen es afear las casas de los respetados vecinos”, o por lo menos eso es lo que opina doña Graciela, habitante de la capital de la República, que como muchos considera que el cuento de los graffitis es el resultado de la falta de oficio de unos “muchachos sin oportunidades, que no se han culturizado y que no tienen papá ni mamá”

Si alguno de esos jóvenes protagonistas del Mayo del 68 hablara con doña Graciela le diría simplemente que esos “grafitis” nos son ningunos rayones, son expresiones, son ideas, pensamientos, y sueños hechos realidad de los que el muro se convierte en el papel donde se plasman y es el amante perfecto, testigo único de las utopías humanas.

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