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Reserva Biológica Encenillo: uno de los bosques altoandinos mejor conservados de Colombia

  • Los bosques altoandinos de Colombia, están en la categoría de Vulnerable, según la lista roja de ecosistemas de la UICN. De las 206 hectáreas de bosque seco altoandino, situadas en el departamento de Cundinamarca, 15 hectáreas son hoy recuperadas del impacto generado por la agricultura, ganadería y minería.

(Mongabay Latam / Eliana Garzón)

A una hora de la ciudad de Bogotá, ubicada en la Cordillera Oriental de Colombia y colindando con el Parque Nacional Natural Chingaza, se encuentra un paraíso natural que conserva uno de los últimos relictos de bosque altoandino primario conservados en el país. La Reserva Biológica Encenillo es un área protegida privada de la sociedad civil que se ha convertido en un ejemplo de restauración ecológica de un ecosistema estratégico que está en peligro.

Vista panorámica de la Reserva Biológica Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.
Vista panorámica de la Reserva Biológica Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.

“La restauración ecológica es una actividad deliberada que inicia o acelera la recuperación de un ecosistema con respecto a su salud, integridad y sostenibilidad. Con frecuencia, el ecosistema que requiere restauración se ha degradado, dañado, transformado o totalmente destruido como resultado directo o indirecto de las actividades del hombre”, explica Elsa Matilde Escobar, directora ejecutiva de la Fundación Natura.

Según la lista roja de ecosistemas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los bosques altoandinos están en la categoría de Vulnerable, es decir que se encuentran en alto riesgo de colapso, sobre todo por la expansión agrícola y ganadera.

Estos bosques situados en la vereda La Trinidad del municipio de Guasca, en el departamento de Cundinamarca, se encuentran entre los 3000 y 3200 metros sobre el nivel del mar, allí donde existe una vegetación como la del género Weinmannia, a la que pertenece el Encenillo (Weinmannia tomentosa), árbol al que le debe su nombre la reserva.

Vista panorámica de la Reserva Biológica Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.
Vista panorámica de la Reserva Biológica Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.

Una de las principales características de este ecosistema es la alta humedad atmosférica. El aire caliente y saturado de vapor produce nubosidad, como lo explican Jaime Cavelier y Andrés Etter en una publicación que estudia la deforestación del bosque montano en Colombia.

Además, según el estudio “Problemática de los bosques altoandinos” de los investigadores Patricia Velasco-Linares y Orlando Vargas,  estos cumplen un rol importante en la regulación del clima, suministro de agua, bajan la intensidad de inundaciones y sequías, además son hábitat de especies de fauna y flora. Sin embargo,la pérdida de hábitat, fragmentación, erosión del suelo e invasión de plantas exóticas, han llevado a crear una necesidad por la urgente restauración de estas zonas y conservación de las áreas que aún se encuentran en buenas condiciones.

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El yacimiento de caliza

Hasta los años noventa, en los predios que forman parte de la Reserva Encenillo, Hermman y Dorotea Hoeck lideraban una empresa familiar dedicada a la explotación de piedra caliza, que es utilizada para la elaboración de cemento y tiene otros usos en la fabricación de papel, fertilizantes y plaguicidas.

Esta mina, que operaba con un horno gigante que aún se conserva y que destaca por su imponente chimenea de ladrillo, estaba situada en medio de un bosque altoandino que fue transformándose por efecto de esta y otras prácticas humanas. Quienes vivieron en la época, señalan la importancia de haber convertido la zona en una reserva, pues “había una gran herida dentro del bosque, se acabaron algunos nacederos de agua y después de que sacaron todo el capote de la mina, se acabó todo. Teníamos que estar aspirando ese humo que se producía en el horno en donde echaban leña, llantas y cualquier cantidad de cosas para prenderlo. Eso era altamente contaminante y las hojas de los árboles se iban quemando con la cal”, explica Cecilia Gutiérrez, una de las habitantes de la zona, quien actualmente es guía dentro de la reserva.

Sin embargo, años más tarde, Hendrick y Marianne Hoeck, hijos de la pareja que fundó la mina, decidieron donar a la Fundación Natura el área que había sido degradada para que esta organización tome las riendas de la remediación ambiental de ese espacio.

Aún se conserva la chimenea de ladrillo en Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.
Aún se conserva la chimenea de ladrillo en Encenillo. Foto: Cortesía Fundación Natura.

Para Hendrick Hoeck, el amor por la naturaleza no solo lo llevó a convertirse en biólogo sino a convencer a su familia, en el 2007, de donar 195 hectáreas con una sola condición: que el bosque sea conservado a perpetuidad.

Para Elsa Matilde Escobar, directora ejecutiva de la Fundación Natura, “esta manifestación de generosidad ha hecho que hoy podamos disfrutar de los bosques de encenillo, pues de no haber sido donados o puestos a disposición para su conservación, seguramente no se sabría de su existencia”.

A la donación de la familia Hoeck se sumó el aporte económico de la Unión Internacional para la Conservación para la Naturaleza (UICN), que hizo posible la compra de 11 hectáreas más. Por eso hoy son 206 hectáreas las que permiten la conservación de este ecosistema tan vulnerable.

Cusumbo (Nasua nasua). Foto: Fundación Natura.
Cusumbo (Nasua nasua). Foto: Fundación Natura.

En Encenillo se han restaurado cerca de 15 hectáreas con especies que estaban casi extintas como las magnolias y el Encenillo. Las otras 191 se encuentran bajo un proceso de conservación.

Esta área protegida no solo alberga vegetación nativa, sino también es hábitat de especies de aves y otros animales insignia de Colombia. “El registro es de 78 especies de aves, incluyendo nocturnas y migratorias como la garza blanca.La época de anidación es más o menos julio y diciembre o en temporada en la que los árboles están dando frutos”, señala Martha Gutiérrez, guía de la reserva.

Y añade que en Encenillo también, “se pueden ver animales como: el cusumbo, zorro de patas negras, fara, comadreja, conejos, ratones, murciélagos, tigrillos y venados; además el oso de anteojos está cerca, en los límites de la reserva, en donde se junta con Chingaza, eso quiere decir que estos bosques ya casi están aptos para que este animal venga a recorrerlos”.

Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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