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La milagrosa supervivencia de los corales de Varadero en la bahía de Cartagena

  • Los corales de Varadero han sobrevivido a la fuerte contaminación y sedimentación que entrega el río Magdalena en el mar Caribe de Colombia, mientras que cerca del 80 % de los que habitan en islas del Rosario han muerto. Los científicos intentan descifrar cómo se dio este “milagro”.

(Mongabay Latam / María Lourdes Zimmermann)

Cartagena de Indias, la ciudad turística más importante de Colombia, ubicada al norte del país y bordeada por el mar Caribe, esconde ecosistemas heroicos que han sobrevivido a las condiciones más adversas de contaminación y sedimentación de las aguas de la bahía; las mismas que milagrosamente esconden, a pocos metros de profundidad, el arrecife de Varadero. Un sistema en aguas someras, comparado con un jardín florido lleno de corales, peces de colores y otros organismos que han llamado la atención de la comunidad científica, no solo por su resiliencia y adaptación sino porque podrían desaparecer por un proyecto de modernización del puerto de Cartagena y el canal de Bocachica que impactaría el 50 % del arrecife.

Más de 60 especies de corales y 120 de peces se mantienen en buen estado de conservación en las 102 hectáreas del arrecife de Varadero, único ecosistema con estas características en la bahía de Cartagena. Foto: Valeria Pizarro
Más de 60 especies de corales y 120 de peces se mantienen en buen estado de conservación en las 102 hectáreas del arrecife de Varadero, único ecosistema con estas características en la bahía de Cartagena.
Foto: Valeria Pizarro

Varadero se encuentra en el límite norte del Parque Natural Nacional Corales del Rosario y San Bernardo, entre Tierra Bomba y Barú. Está ubicado aproximadamente a 6 kilómetros al este de la boca principal del Canal del Dique ─un brazo artificial de 118 kilómetros que conecta la Bahía de Cartagena con el río Magdalena─ y le aporta, según estudios realizados desde el 2014 por el proyecto investigativo Basic Cartagena, cerca de 2000 toneladas de sedimentos por día.

Por su cercanía al Canal del Dique, se ha visto expuesto a presiones como la sobresedimentación de las aguas dulces que entran en contacto con el agua salada del mar y que vienen con altas cargas de contaminación. El calentamiento del agua de la bahía y una luminosidad fluctuante también han llamado la atención de los primeros académicos que se inquietaron por el estudio del complejo arrecifal de coral en el año 2013.

Dos investigadores sacaron a la luz la increíble historia de supervivencia de los corales de esta zona del Caribe colombiano. Mateo Victoria, de la Universidad Javeriana de Cali, que estudiaba las concentraciones de esponjas marinas y su impacto en los corales de Islas del Rosario y otros lugares cercanos a Varadero y Valeria Pizarro, una investigadora que debía trasladar unas colonias de coral en el marco de los estudios ambientales para la construcción de un segundo canal para barcos de gran calado en la bahía. Para sorpresa de Pizarro, esas colonias resultaron ser un arrecife completo conocido como Varadero.

Arrecife de Varadero en la Bahía de Cartagena. Foto: Valeria Pizarro
Arrecife de Varadero en la Bahía de Cartagena. Foto: Valeria Pizarro

El hallazgo fue tan sorprendente para los investigadores que a partir de ese momento la noticia de un arrecife coralino que se mantenía en buenas condiciones, a pesar de las características ambientales adversas en la bahía, empezó a difundirse entre la comunidad científica y algunos medios de comunicación internacionales.

Sin embargo, para las comunidades locales el descubrimiento no era una novedad. Descendientes de esclavos que hoy ocupan el territorio, han venido utilizando el complejo arrecifal por décadas y hacen uso de sus servicios pesqueros. Los viejos cartageneros, explica Francisco Arias, capitán de navío retirado de la Armada Nacional y actual director del Instituto de investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invemar), utilizaban a Varadero en los años 80 para hacer buceo recreativo, hasta que los vertimientos del canal del Dique cambiaron las características ambientales de la bahía.

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EL OCASO DE LOS CORALES DEL ROSARIO Y EL HEROÍSMO DE VARADERO 

En 1950 Cartagena conservaba las aguas cristalinas y azules típicas del Caribe y las formaciones arrecifales de la bahía eran como las de Cholón e Islas del Rosario. En ella se encontraban parches de corales con una enorme oferta de peces y unas condiciones paisajísticas perfectas para bucear.

José Vicente Mogollón, exministro de Ambiente de Colombia, tenía 12 años cuando “en la bahía la pesca era abundante, las estrellas de mar, los erizos y meros eran enormes”. Pero las condiciones ambientales desmejoraron con las modificaciones que se hicieron sobre el canal del Dique a partir de los años 50 y empeoraron cuando en 1982 se llevaron a cabo las obras de dragado y rectificación de los meandros naturales ─curvas descritas por el curso de un río─ del canal, los cuales retenían la sedimentación.

Las 50 curvas que quedaron ─de las 270 que tenía originalmente el canal─, no eran suficientes para actuar como trampas naturales de sedimentos. En ese momento, todo ese material que venía del río Magdalena empezó a llegar a la bahía sin control y según Parques Nacionales Naturales de Colombia, acabó con el 80 % de los corales de Islas del Rosario y San Bernardo. Atrás quedaron las aguas azules y prístinas de la bahía de Cartagena y Barbacoas que le daban vida a los parches de coral de la ciudad turística. Solo sobrevivieron los “heroicos” corales de Varadero.

Varadero es como un jardín escondido con más de 62 especies de corales. Foto: Valeria Pizarro.
Varadero es como un jardín escondido con más de 62 especies de corales. Foto: Valeria Pizarro.

El capitán Arias, de Invemar, explica cómo fue la transformación del sector. “A mediados de los años 90 hicimos inmersiones y vimos el cambio. Muchas especies empezaron a desaparecer y al tiempo llegaron otras nuevas, más tolerantes a las nuevas condiciones de la bahía”. También agrega que en solo 20 años se vieron cambios muy rápidos y bruscos, pero que desde el punto de vista ecológico el caso fue impactante porque “el sistema no desapareció sino que se adaptó a esos cambios”.

Esa resiliencia es la que los investigadores quieren descifrar. Valeria Pizarro y Mateo Victoria invitaron en el 2014 a Mónica Medina, una investigadora colombiana y profesora de biología de la universidad del Estado de Pensilvania en Estados Unidos, para que conociera el arrecife. De esa visita surgió la posibilidad de iniciar investigaciones con recursos de la National Science Foundation (NSF), una agencia gubernamental norteamericana que impulsa la investigación y la educación. Es así como hoy, varios científicos analizan Varadero, sus organismos, adaptaciones y las relaciones que se han dado para que se mantenga en buen estado de conservación.

“Varadero es un arrecife que no es fácil de encontrar en otro lugar. Cuenta con colonias gigantes de coral, poca mortalidad parcial o reciente y muchos erizos negros, los mismos que desaparecieron en los años 80 pero que aquí viven en grandes cantidades”, dice Valeria Pizarro. Para ella y los demás investigadores, no es fácil entender “por qué el arrecife está ahí y eso es importante en términos científicos”.

Más de 100 especies de peces viven en el arrecife de Varadero. Foto: Valeria Pizarro.
Más de 100 especies de peces viven en el arrecife de Varadero. Foto: Valeria Pizarro.

Uno de los grandes valores de la investigación es comprender cómo se han adaptado los corales a las condiciones de luz, contaminación y turbidez del agua. Luis Chasqui Velas, cojefe de la línea de Biología y Estrategias de Conservación de Invemar, tiene una hipótesis, aunque reitera constantemente en la necesidad de desarrollar más investigaciones que permitan llegar a conclusiones reales: “hay unas señales que nos ponen a pensar que se podría estar generando un efecto burbuja sobre los corales. Cuando se bucea se ve una capa turbia de unos dos metros sobre el arrecife, una vez se pasa esa capa, el agua es más clara y algo particular pasa con los sedimentos; eso seguramente está ayudando a que el arrecife no tenga una afectación tan grande y es lo que tenemos que investigar”, comenta.

Roberto Iglesias Prieto es otro de los investigadores, este mexicano es experto en fotobiología y trabaja en Varadero con Mónica Medina en el análisis de las relaciones de los corales con otros organismos. Iglesias estudia las condiciones de luminosidad y sedimentación a las que están expuestos los corales para entender qué sucede y la manera en que el microbioma ─esas pequeñas criaturas microscópicas que viven asociadas a los corales─, pueden proveer una capa de protección para ellos. “Lo que hacemos es comparar partes del arrecife que están expuestas a los sedimentos. Hemos observado que sí hay diferencias entre diversos sitios, pero todavía no podemos atribuirlas a la protección que proveen los corales”, indicó en un artículo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de México.

Adicionalmente, Mónica Medina asegura que las propiedades ópticas del arrecife son muy volátiles pues, como consecuencia de la sedimentación, no siempre está iluminado pero no siempre está oscuro. El agua con sedimentos oscurece el arrecife, pero el agua que entra del mar es totalmente transparente, “a veces hay mucha luz, ideal para que los corales hagan fotosíntesis y eso ha permitido que el arrecife sobreviva mientras que dentro de la bahía, como consecuencia de la polución y los sedimentos, los corales se murieron”.

Los investigadores explican que los corales mantienen una relación simbiótica con algas microscópicas (zooxantelas). Mientras que los primeros obtienen los nutrientes de las microalgas, estas últimas encuentran en los corales un lugar para vivir. Para que esa relación sea exitosa los corales necesitan de aguas claras, iluminadas y con temperaturas cálidas que les permitan a la microalgas hacer fotosíntesis. Sin embargo, cuando hay demasiada luz y mucho calor, las zooxantelas son expulsadas por los corales, lo que provoca la pérdida de colores y el blanqueamiento de los corales.

Lo anterior es lo que aparentemente sucedió principalmente en el parque Corales del Rosario. El blanqueamiento es una realidad, pero lo que los investigadores están tratando de descubrir es por qué, a diferencia de otras zonas, Varadero tiene el 90 % de las colonias vivas y en buen estado, sin blanqueamiento y con organismos como los erizos negros que habían desaparecido desde los años 80. “Varadero tiene colonias de más de 100 años que han sobrevivido y aguantado de manera sorprendente, pero que sean super héroes no significa que no vayan a desaparecer sino se hace algo por su conservación y protección”, afirma Mónica Medina.

El reto que tiene la ciencia es investigar por qué el aumento de las temperaturas del agua, la sedimentación fluctuante de Varadero y las condiciones de iluminación han generado cambios en los corales de Islas del Rosario pero no en los de Varadero.

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UN JARDÍN EN LA BAHÍA DE CARTAGENA

Varadero es un jardín de corales en buen estado de conservación en medio de una bahía contaminada que aún mantiene áreas importantes de mangles en la zona continental.

El Ministerio de Ambiente y el Invemar finalizaron recientemente un estudio que confirma la riqueza del lugar en términos de biodiversidad, además se levantó toda la información cartográfica necesaria para la toma de decisiones a futuro y se incluyeron datos sobre el arrecife de esta región en el atlas de corales de Colombia.

Según Luís Chasqui Velasco, el área arrecifal de Varadero es de aproximadamente 102 hectáreas y en ellas se encontraron 14 hábitats bentónicos ─aquellos que se ubican en el nivel más bajo del océano, incluyendo la superficie del sedimento─, 32 especies de corales duros formadores de arrecifes, 26 especies de corales blandos, 5 de corales negros, 120 especies de peces y 39 de invertebrados de fácil detección, “con lo que concluimos que, frente a otros arrecifes cercanos ya estudiados, la diversidad de Varadero es muy importante”.

La supervivencia de los corales de Varadero sigue siendo un misterio para los científicos. Foto: Valeria Pizarro
La supervivencia de los corales de Varadero sigue siendo un misterio para los científicos. Foto: Valeria Pizarro

La descripción de Juan Armando Sánchez, profesor de la Universidad de los Andes, es un poco más gráfica. El investigador explica que los corales son animales que construyen las estructuras rocosas de origen orgánico más grandes del planeta y “en Varadero se observan valles llenos de corales con muy buen estado de conservación y peces de colores que lo convierten en un sitio único”.

Para el investigador resulta impresionante ver la variedad de peces como el pargo, las chernas y otras especies comerciales. En varadero, explica Sánchez, “hay corales de crecimiento lento, como el Orbicella faveolata que van formando columnas que parecen casas chinas. Son organismos centenarios que llegaron al lugar hace 100 o 200 años e incluso se puede decir que hay corales que tienen medio milenio”.

Considerando la antigüedad de todos los organismos vivos, el investigador señala la importancia de su conservación cuando se piensa en desarrollar proyectos como la construcción de una segunda entrada en Bocachica para el puerto de gran calado de Cartagena, justo en el área de Varadero. “Las decisiones tomadas a corto plazo están afectando dinámicas de ecosistemas que se miden en miles de años de evolución y ahí es justamente cuando se debe tener una visión ambiental más adaptativa. No es pensar que si la zona no es un Parque Nacional o no se protegió hace 50 años entonces la podemos acabar. La dinámica es pensar que si se encuentra algo especial hay que conservarlo”.

El 90 % de las coberturas de corales de este jardín en la bahía de Cartagena están en buen estado, lo habitan colonias de gran tamaño. Invemar describe en sus estudios de caracterización 8 hábitats diferentes en las 102 hectáreas, equivalentes a más de 100 canchas de fútbol profesional llenas de corales mixtos, pastos marinos, orbicellas, esponjas y corales blandos que le dan vida al lugar.

Una versión ampliada de este reportaje fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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