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La bióloga que sigue las huellas de las tortugas marinas en Serrana

  • La Expedición Seaflower 2016, dirigida por la bióloga Karla Barrientos, encontró que la isla Cayo Serrana es el principal puerto de anidación del país para las tortugas carey y cabezona.

(Mongabay Latam)

Cargada de materiales de trabajo, con datos históricos rondando en su cabeza y una escasa información científica sobre su escenario de campo, arribó la bióloga colombiana Karla Barrientos Muñoz, directora científica de la Fundación Tortugas del Mar, a la Isla Cayos de Serrana, en la Reserva de la Biósfera Seaflower.

Su interés, monitorear este remoto lugar del Caribe colombiano y verificar si era un sitio importante de anidación y alimentación de tortugas marinas. Un tema obligado para alguien que lleva 13 años investigando las especies y conoce los serios problemas que enfrenta a nivel global.

No en vano hacia 2007 Conservación Internacional hacía esta advertencia en Las tortugas y los cocodrilianos de los países andinos del Trópico: “Las tortugas marinas aparecieron en el Cretácico y sobrevivieron a la extinción de sus contemporáneos los dinosaurios ocurrida hace 65 millones de años. Ahora enfrentan, tal vez, la peor situación de conservación en sus 100 millones de años de existencia, debido a que en las últimas décadas sus poblaciones han venido disminuyendo progresiva y sistemáticamente como resultado directo de la actividad humana”.

 

DE GARCILASO A DANIEL DEFOE

Con ese contexto, antes de zarpar, Barrientos Muñoz documentó la historia de su lugar de destino. Supo, por ejemplo, que el cronista Garcilaso de la Vega refirió en los Comentarios reales de los Incas al capitán español Pedro Serrano, quien naufragó en 1526 mientras viajaba de La Habana a Cartagena de Indias.

Después de que este hombre perdió el control del barco debido a un temporal, llegó hasta un banco de arena y allí sobrevivió en condiciones extremas por siete años.  

Según la Fundación Tortugas del Mar, la Isla Cayos de  Serrana es por ahora el punto de anidación más importante del país para las tortugas cabezona y carey. Fotos: Fundación Tortugas del Mar

 

Según Garcilaso, gracias a las tortugas marinas y a ‘otras sabandijas’, tuvo casa y alimento. El enorme caparazón del réptil fue su guarida; los huevos y la carne, la dosis de proteína; y la sangre, el elixir que evitaba su deshidratación.

Ese banco de arena en el que Pedro Serrano fue rescatado en 1534 era Serrana.

En honor a Pedro Serrano, la isla cayo fue denominada con su apellido y una más, cerca de allí, Serranilla.

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La historia del sobreviviente Serrano causó enorme impacto para la época en el mundo marino, según diferentes autores, y se cree que fue una de las fuentes de inspiración del novelista inglés Daniel Defoe para escribir Las aventuras de Robinson Crusoe. Uno de tantos es el análisis de Joaquín Roses de la Universidad de Córdoba, quien estudia los relatos de Garcilaso y de Defoe.

 

TRAS LOS PASOS DE PEDRO

Después de conocer los relatos, en especial el de Pedro Serrano, aumentó el interés de Karla Barrientos por trabajar en la misma playa que acogió al famoso sobreviviente con sus salvadoras, las tortugas marinas.

El 5 de agosto de 2016 se embarcó en Cartagena de Indias junto con el director ejecutivo de la Fundación, Cristian Ramírez Gallego; 25 profesionales de otras áreas relacionadas con las ciencias del mar y la tripulación del ARC Providencia, una moderna plataforma de investigación científica construida en Alemania y administrada por la Armada Nacional, que les permitió agruparse en la Tercera Expedición Científica Seaflower a Isla Cayos de Serrana.

En Colombia es posible hallar cinco especies de tortugas marinas. Foto: Fundación Tortugas del Mar.
En Colombia es posible hallar cinco especies de tortugas marinas. Foto: Fundación Tortugas del Mar.

El recorrido desde Providencia hasta Serrana fue de 12 horas, una ruta en alta mar que solo unos pocos privilegiados pueden realizar. Serrana está ubicada en la frontera más septentrional de Colombia y hace parte de la Reserva de la Biósfera Seaflower declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2000.

Dicha reserva es una de las más grandes del mundo con 349 800 km2 y presenta una de las barreras de coral más grandes del planeta.

Se llama Seaflower porque así se denominaba la embarcación que trajo a los primeros colonos ingleses a la zona. Para ser declarada como tal la UNESCO exigió características como alta biodiversidad, potencial de desarrollarse de manera sostenible con participación comunitaria, área de importancia para la conservación y capacidad administrativa para ejecutar un plan de manejo.

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La reserva es hábitat de más de 400 especies de peces, corales duros y blandos, medusas, moluscos, crustáceos, réptiles, esponjas, caracoles, langostas, insectos, y aves. De allí se derivan servicios ecosistémicos como alimentación, protección costera, recreación, indica la Comisión Colombiana del Océano (CCO).

Según la Comisión Colombiana del Océano (CCO), Serrana es un complejo arrecifal de 36 km2 de largo por 15 de ancho, incluyendo la plataforma insular. Se encuentra a unos 150 km2 al nordeste de la isla de Providencia.

“Es un área más difícil de investigar. En la reserva Seaflower está el 77 % de los arrecifes de coral de Colombia, es algo que el país debe conocer”, comentó Juliana Sintura, coordinadora general de la expedición organizada y financiada por entidades como la Comisión Colombiana del Océano, Armada Nacional de Colombia, Dirección General Marítima (Dimar), Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina), Gobernación Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Programa Colombia Bio de Colciencias y la Universidad de los Andes.

 

¿CÓMO INVESTIGARON?

En Colombia tienen presencia cinco de las siete especies de tortugas marinas que hay en el mundo, explicó Karla Barrientos.

Tres de ellas están en el Caribe y el Pacífico: Caná (Dermochelys coriacea), Carey(Eretmochelys imbricata) y Tortuga verde (Chelonia mydas). Una más, la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), se encuentra solamente en el Pacífico; y la tortuga cabezona o caguama (Caretta caretta) es específica para el Caribe.

 

Este es uno de los nidos de tortuga, las madres excavan hasta 70 centímetros, tapan el nido, lo camuflan y regresan al mar. Los tortuguillos deben salir y por instinto van directamente al mar. Fotos: Fundación Tortugas del Mar

 

La bióloga esperaba encontrar por lo menos tres especies porque la tortuga caná usa playas de anidación más extensas y dinámicas, además porque su temporada de anidación para entones ya había terminado, ya que es de marzo a junio.

Cuando la expedición llegó a Serrana, lo primero que hizo el dúo de la Fundación Tortugas del Mar fue hacer un reconocimiento del terreno y buscar posibles nidos.

“Normalmente cuando las tortugas llegan a desovar, buscan un sitio para anidar, hacen una excavación de 50 o 70 centímetros según la especie. Desovan entre 80 a 180 huevos, que en unos 45 o 60 días eclosionan, es decir, emergen las tortuguitas ayudándose entre sí para superar la columna de arena. Suben en un tiempo aproximado de tres días. En este caso la madre no se queda cuidándolas, pero a cambio de esto, tapa el nido, hace un camuflaje perfecto y retorna al mar”, contó la especialista.

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No había pasado un día cuando hallaron el primer nido y con él un camino de huellas miniatura hacia el mar. Al remover los cascarones vieron a dos pequeños réptiles que no habían podido salir a superficie. Ese par que ellos ayudaron a llegar al mar —llamado en biología ‘tortugas rezagadas’—, eran solo el comienzo de lo que iban a descubrir.

Normalmente los biólogos ‘tortugueros’ trabajaban tanto de noche como de día. Hacen salidas al mar con snorkel, realizan inmersiones y avistan tortugas nadando. Pero su jornada fuerte es de noche porque es en la oscuridad que las tortugas desovan.

A medida que los diez días de expedición pasaban, encontraban más de lo que habían podido conseguir en las dos costas colombianas, el Pacífico y el Atlántico, donde según Karla, ha disminuido notoriamente la presencia de tortugas.

Las tortugas ‘rezagadas’ que no pueden superar la columna de arena por sus propios medios, son auxiliadas por los biólogos en su camino al mar. Fotos: Fundación Tortugas del Mar
Las tortugas ‘rezagadas’ que no pueden superar la columna de arena por sus propios medios, son auxiliadas por los biólogos en su camino al mar. Fotos: Fundación Tortugas del Mar

Los números eran muy alentadores, especialmente para la tortuga cabezona, que es la que aparece en la moneda de mil pesos (aproximadamente 34 centavos de dólar) y se encuentra Vulnerable en el país, según el Libro Rojo de Reptiles de Colombia, publicado en 2015 por el Instituto Humboldt, el Ministerio de Ambiente y la Universidad de Antioquia, donde Karla es coautura. A nivel global, está categorizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como En Peligro”.

Hasta antes de esta expedición se sabía que el lugar más importante de anidación de tortuga cabezona en el continente era en el departamento del Magdalena, en el norte de Colombia, donde en los últimos años se habían encontrado máximo cinco nidos por temporada. Hace cuatro décadas se creía que pudo haber hasta 600 nidos, cifra que disminuyó y alarmó a los estudiosos del tema porque en 2016 no hubo ninguna tortuga cabezona anidando en las costas colombianas (continental), cuenta la investigadora.

“En el Caribe colombiano se reproducía una de las colonias de anidamiento más importantes en aguas tropicales de las playas de Buritaca, Don Diego y Quintana (Magdalena) hacia 1970. Esta población fue prácticamente exterminada y en la actualidad solo ocurren esporádicos anidamientos que no superan los 15 ejemplares por temporada”, indicaba hace 10 años el libro Las tortugas y los cocodrilianos de los países andinos del Trópico.

En jornadas diurnas y nocturnas trabajan los biólogos ‘tortugueros’, realizan inmersiones en área del arrecife, avistan tortugas nadando y ubican nidos en la arena. Fotos: Fundación Tortugas del Mar

 

Pero en Serrana, en solo 10 días de trabajo, cuando la temporada de anidación, que es de cuatro meses aproximadamente de mayo a agosto— había llegado a su fin, hallaron seis nidos de cabezona. Eso sin conocer qué pasaba en el resto del archipiélago. “Son seis nidos que no tenemos en el área continental, probablemente en el resto de los cayos hay más nidos y esa es una noticia muy positiva”.

Un día antes de embarcarse para regresar a continente, con el sargento segundo Josué Oliver Leal descubrieron a una hembra de cabezona anidando. Entonces, por primera vez en Serrana se hizo el marcaje de una tortuga.

“Le pusimos marcas en las aletas delanteras, la medimos, contamos 80 huevos fértiles y tomamos otros datos biológicos que no habían sido reportados para el lugar. La tortuga estaba sana, tenía 97,1 cm de caparazón, sin contar la cabeza, un promedio de animal adulto”, narró Karla.

Luego explicó que con lo anterior pudieron confirmar que “este es el lugar de anidación, por ahora documentado, más importante para la tortuga cabezona en Colombia”.

Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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