Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

La viga en el ojo de Santos

LA VIGA EN EL OJO DE SANTOS

Alberto Donadio

Afirma Juan Manuel Santos: «Ningún miembro de mi gabinete o está preso o está acusado o está prófugo. En mi gobierno nadie está preso por haber comprado la reelección. Y en mi gobierno la familia presidencial no tiene una sola tacha.» Santos resalta la viga en el ojo de Alvaro Uribe pero no ve la propia. En un discurso el 2 de mayo de 2011 Santos, al anunciar una fuerza de tarea contra la corrupción dijo: «Escogimos al sector de la salud, había una verdadera mafia que se estaba robando los recursos de los colombianos. Hemos descubierto unos desfalcos monumentales. Esta es una defraudación no de miles de millones de pesos sino de billones de pesos». Nueve días después el gobierno intervino a Saludcoop porque no tenía capital de trabajo para atender sus obligaciones y porque encontró 8.013 cheques pendientes de cobro girados pero no entregados a proveedores y acreedores.

¿En qué terminó la fuerza de tarea? En marzo de 2012 Santos incluyó en la terna para fiscal a Eduardo Montealegre pese a que era vox populi que había recibido más de $4.000 millones como abogado y asesor de cabecera de Carlos Palacino, el que quebró a Saludcoop. Fue elegido fiscal general de la Nación uno de los abogados de la «mafia que se estaba robando los recursos de los colombianos». Ante un desfalco monumental, Santos respondió con cinismo monumental.

Montealegre incurrió en toda suerte de abusos en la Fiscalía: contratos y condecoraciones para Natalia Springer, imputaciones penales contra enemigos del gobierno, favoritismo para los acusados de Interbolsa defendidos por su compadre Jaime Lombana, protección a Palacino que no ha sido imputado, persecución a la contralora Sandra Morelli que sí investigó Saludcoop.

Y ensañamiento contra dos funcionarias de la Contraloría (Edith Rocío González y Mónica Esperanza Cano), acusadas de hechos falsos en un caso en que la Corte Suprema de Justicia acaba de ratificar su libertad lanzando un latigazo contra la Fiscalía exhortándola para «que en lo sucesivo sus funcionarios se abstengan de esgrimir prejuicios o suposiciones en las actuaciones judiciales en que las intervengan».

En Colombia no hay una sola persona independiente que se atreva a proclamar la honorabilidad de Montealegre, pero Santos con su silencio cómplice se lucró de los abusos del ex fiscal. Toleró que Montealegre privatizara la Fiscalía para sus propósitos y caprichos porque el abogado de la mafia se convirtió en defensor de oficio del acuerdo con las Farc. Y también en defensor del gabinete de Santos.

Cuando explotó el escándalo de Reficar en febrero, Montealegre se apresuró a decir que el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas y el presidente de Ecopetrol Juan Carlos Echeverry «actuaron de manera transparente». Cuando estalló la defraudación de Interbolsa por vigilancia negligente del gobierno, Montealegre exoneró a Gerardo Hernández en una entrevista con Yamid Amat: «La Fiscalía no ha encontrado ninguna responsabilidad del Superintendente Financiero. No existen razones para pensar en una omisión que sea un delito».

Sí, es cierto que ningún miembro del gabinete de Santos está preso. Pero el presidente omite la explicación: tuvo un fiscal de bolsillo, parcializado a favor de su gobierno y dispuesto siempre a expedir paz y salvos penales que favorecían al presidente. Como Santos quiere que la Fiscalía siga siendo un apéndice de la Casa de Nariño, conformó una terna para fiscal donde todos son subalternos suyos. Si en el gobierno de Uribe el fiscal hubiera sido Montealegre, Andrés Felipe Arias no estaría hoy prófugo en Estados Unidos y el escándalo de Agroingreso Seguro no habría alzado vuelo. Montealegre lo habría enterrado con una absolución preventiva expidiendo un certificado de transparencia.

Santos afirmó el viernes 13 de mayo: «Hemos hecho varias revoluciones silenciosas, una de ellas ha sido esa: la lucha contra la corrupción.» Sí, particularmente la corrupción en Saludcoop.

Esta es la inverecundia (desfachatez, desverguenza) presidencial.

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