En segunda fila

Publicado el Juan José Ferro Hoyos

Eso es un hombre

Lo educado es presentarme. En este blog hablaré principalmente de cine sin pretender ser más de lo que soy, un aficionado al que cada película vista le hace más difícil, pero más placentero, disfrutar la siguiente. Soy menos un cinéfilo que un lector voluntarioso de películas. Me gusta sentarme en la segunda fila, lejos de los sonidos de los celulares y el olor de la comida y cerca, muy cerca, de la pantalla. Pasen, lean y opinen.

 

Eso es un hombre.

 

EL HIJO DE SAÚL

Dirección: László Nemes.

Género: drama. Hungría, 2015.

Duración: 107 minutos.

 

El Holocausto, con mayúscula, parecía un tema agotado para el cine. El asunto ha sido estudiado, analizado y sí, manoseado, en miles, de películas. Eso hace mucho más arriesgada la apuesta del director László Nemes al utilizar este como tema de su primera película. Hijo de Saúl cuenta la historia de un judío de origen húngaro obligado a trabajar en las cámaras de gas. Buscar objetos valiosos en la ropa, recoger sus cadáveres y empujar al mar las cenizas de personas como él, son algunas de las tareas a los que lo obliga el aparato nazi. La pregunta es cómo hacer de esta historia algo más que otra película más sobre el Holocausto.

El camino es la forma. Todos los méritos de Hijo de Saúl nacen del lugar donde se pone la cámara. Al contar toda la historia muy cerca de la cara de su protagonista, alternando la expresión impávida de su cara (en pocas películas parece más sensato el uso de un actor natural) y lo que este protagonista observa a poco más de un metro de sus narices. Al combinar esta mirada con un sonido hiperrealista, donde cada sonido se siente antes de oírse, esta película encontró una mínima parte inexplorada de un tema archiconocido. Nemes parte de la certeza que todos nosotros hemos visto ya las clásicas películas sobre el Holocausto, y sólo entonces podemos prescindir de las explicaciones del caso y dedicarnos a vivir un rato dentro de este triunfo de la cámara. A estar ahí.

El hijo de Saúl

En el arte, el refrán ya suena manido, “el fondo es la forma”. ¿Qué dice sobre el Holocausto una película que en vez de dar explicaciones se limita a reproducir, tan cerca como sea posible, la experiencia de un solo hombre?. Seguro, habrá quien encuentre algo artificial, incluso inmoral, ese intento por reproducir lo irreproducible. No me parece tonta esa objeción (bienvenido el debate) pero creo que es justamente llevar hasta sus límites ese esfuerzo de antemano condenado al fracaso lo que hace interesante, única, la mirada de esta película.

Es evidente que la trama no está a la altura de la cámara. Tampoco es una trama despreciable. La tensión entre poner la vida, propia y ajena, en riesgo a cambio de mantener algo de dignidad es el tema central de la película (y daría para un análisis muy diferente). Aunque al final las dos líneas de acontecimientos, los dos caminos, acaben anulándose eso no es obstáculo para un final sugestivo. Un final capaz de decirnos que si para algo nos sirve el arte es para mostrarnos cuanto no habíamos visto de eso que creíamos conocer de memoria.

 

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