El Cuento

Publicado el ricardogonduq

El Aguante

¿Cómo alguien se puede oponer a que se logre un acuerdo de paz en Colombia? Le pregunta un extranjero que está hace poco más de un año viviendo en Bogotá, a otro que ha vivido aquí por doce años y que tiene dudas del proceso con las Farc, sobre todo porque no vayan a pagar cárcel. Un colombiano que los acompaña, tercia en la discusión y les recuerda que aunque no es fácil perdonar, muchas víctimas han dicho que están dispuestas a hacerlo. Mientras tanto, en el país donde la paz es como un amor incrédulo, empieza a discutirse la idea de la resistencia civil del expresidente Uribe. ¿Si hemos aguantado tanto, no vamos a aguantar ahora la paz?

el aguante

Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

Han pasado solo horas y ya ha creado una tormenta en todo el país la idea que Uribe presentó en Noticias Caracol de que ante la inminencia de un acuerdo de paz con las Farc, la salida debería ser un llamado a la “resistencia civil” contra lo que él ha llamado “un golpe de Estado de Santos y las Farc”. Una muestra de su derrota, que sería el fin de la guerrilla que combatió en sus dos gobiernos. Patadas de ahogado, pensarían sus opositores. O también, la representación del descontento que hay en el país con el Gobierno y la guerrilla.

Las dos cosas pueden ser, finalmente en esta Colombia polarizada de hoy. Pero no, el intento de Uribe es político, ideológico y de demostración de fuerzas. El expresidente quiere decir con la venia de sus millones de seguidores, que hay un sector del país que no quiere la paz, así, sin más eufemismos y condiciones, como ellos han querido ocultar algo que en principio suena feo, que es no querer ese valor que buscan todas las sociedades. Su agenda y lo que demostraron saber hacer es la confrontación, que es a lo que le apuestan. Ahí está el factor ideológico, el de las convicciones de Uribe.

A pesar de que lo hayan caricaturizado diciendo que va a buscar la vía armada o que se va a combatir al monte, lo que Uribe y los suyos están buscando es movilizar a la gente, mantener y manejar el descontento de los que salieron a marchar el 2 de abril pasado contra todo lo que significara Juan Manuel Santos y Farc. Eso es política, pero también una demostración de fuerza que el Gobierno no puede desconocer.

Cada lado, tanto los ‘pro-paz’ como ‘anti-paz’, va a tomar y a manipular a las víctimas a su antojo, a escuchar lo que les convenga de ellas para decir que unas quieren la firmas de un acuerdo con las Farc y están dispuestos a perdonar; mientras otras no están dispuestas a aceptar que sus verdugos no paguen cárcel por los crímenes que cometieron.

Con la confusa frase de Uribe de su “resistencia civil” que más se adapta a oprimidos que a opresores, como lo fue su Gobierno, nos estamos dando cuenta de que empezaron las campañas del sí y el no. ¿O acaso qué mensaje tenía el abrazo de Ingrid y Clara la semana pasada con camisetas y dedos pintados con la palabra Sí?

Tal vez el expresidente por su tan aceptada imagen entre los colombianos, por ser el político que aún mantiene gigantescos niveles de popularidad, se puede dar el lujo de decir que hay que comenzar una “resistencia civil” para oponerse a la paz, pero como antes estaba gobernando, nunca sugirió esa resistencia o ese aguante para el paupérrimo salario mínimo, la hambruna en varias regiones del país, el desempleo, los falsos positivos y tantos dramas que vivimos o vemos a diario.

El aguante de los colombianos ha sido prolongado y se ha tornado a veces conformista. Aquí el aguante nos ha dado para nunca haber podido, por ejemplo, tumbar al presidente de turno. Como dice Calle 13: “Aguantamos el capitalismo, el comunismo, el socialismo, el feudalismo…aguantamos hasta el pendejismo”

“Aguantamos Pinochet, aguantamos a Videla, a Franco, Mao, Ríos Montt, Mugabe, Hitler, Idi Amin, Stalin, Bush, Truman, Ariel Sharón y Hussein…” Acá también caben Uribe y sus dos gobiernos. Así que por ese lado no más aguante, porque yo creo que llegó la hora de no aguantarnos más las ganas de poder, por lo menos intentar, vivir en un país en paz.

Comentarios