Con los pies en la tierra

Publicado el Observatorio de Tierras

Las dos caras de la productividad

Esteban Ospina Garrido*

 

Cuando se habla de productividad, generalmente se hace referencia a una relación entre los recursos utilizados y los productos obtenidos, teniendo en cuenta la eficiencia con la cual los recursos (humanos, capital, tierra, etc.) se utilizan para producir bienes y servicios en el mercado.

La Real Academia de la Lengua Española – RAE, define productividad como la “capacidad o grado de producción por unidad de trabajo, superficie de tierra cultivada, equipo industrial, etc.” o la “relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”

¿Cómo relacionar esto con la situación agraria actual en Colombia?

En nuestro país a raíz del conflicto armado, un elevado número de familias se vieron obligadas a ser desplazadas, abandonar sus actividades rurales y sus proyectos de vida. El Estado a través del reconocimiento de las víctimas del conflicto y con la promulgación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, ha demostrado interés en prestar la atención necesaria a estas familias para resarcir o minimizar el daño. Para la situación que le atañe al país, lo cierto es que se necesitan disminuir los niveles de pobreza para garantizar a la población rural oportunidades de empleo y desarrollo de ideas productivas.

Generalmente entendemos por productividad a una actividad agropecuaria que genere productos o servicios, en donde los recursos de la actividad productiva se utilizan eficientemente, lo que podría traducirse como una optimización de recursos para generar el mejor resultado. Aquí es importante decir que los productores agropecuarios con frecuencia se clasifican en pequeños, medianos y grandes, de acuerdo a la extensión de sus predios; es sólo una forma de clasificarlos, pues pueden tenerse en cuenta otros factores como nivel de tecnología empleada o volúmenes de producción.

Ahora bien, si midiéramos los niveles de productividad de acuerdo a la rentabilidad de las unidades productivas, independientemente de su tamaño, resulta obvio que los grandes productores son quienes tienen una rentabilidad alta porque su actividad productiva tiene bases tecnológicas, maquinaria, poca mano de obra y, en general, elementos que delimitan claramente la frontera competitiva con los demás productores. Siendo así, los grandes productores obtienen un mayor beneficio por unidad producida en comparación con los pequeños y esto responde muy bien teóricamente, a una organización empresarial.

Si bien en las unidades de producción pequeñas la rentabilidad por unidad producida puede ser menor, le permite a estos “pequeños” productores tener oportunidades de empleo en labores en las que poseen conocimiento. Sin embargo las oportunidades de mejora tecnológica, de asistencia y acompañamiento técnico, así como el acceso a crédito, han dificultado los procesos de empoderamiento sobre la tierra para este grupo de productores.

Recordemos que la FAO en un informe en 2014 (The State of Food and Agriculture – SOFA) ha indicado que las producciones agrícolas familiares (pequeños productores), son los que producen cerca del 80% de los alimentos del planeta. Cifra que indudablemente refleja la participación de estos “pequeños” actores en la labor de la producción alimenticia.

Las políticas que buscan el restablecimiento de las condiciones de vida a las víctimas están generando, en varias regiones del país, pequeños productores que pueden mejorar gradualmente sus condiciones de vida, pero aún se necesita inversión en transferencia del conocimiento a través de la extensión rural, mejoras de vías, canales de comercialización adecuados, empoderamiento y encadenamiento productivo.

Además, teniendo en cuenta un escenario de posconflicto, se debe apostar a políticas públicas que apoyen la formulación, implementación y fortalecimiento de proyectos productivos a pequeños campesinos, pues este elemento es fundamental para garantizar a esta población colombiana una fuente de subsistencia a corto plazo y oportunidad de progreso a futuro.

 

*Zootecnista, Investigador del Observatorio IEPRI – Universidad Nacional de Colombia

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