Diecinueve años después de un diagnóstico de cáncer, este regresó al cerebro del neuropsiquiatra David Servan-Schreiber. En las postrimerías de su vida, admitió: “Mirando hacia atrás mi error es más que obvio. No nos debemos agotar al extremo. Una de nuestras mejores defensas contra el cáncer es encontrar un lugar de paz interior. Nunca logré encontrar esa calma y hoy lo lamento”.
¿Por qué un ser humano con su vida amenazada por una grave enfermedad, disponiendo de recursos y medios suficientes, no es capaz de aislarse del fragor cotidiano para luchar por su existencia? ¿Qué impidió a Steve Jobs, Hugo Chávez, George Harrison, Michael Douglas, entre otros famosos diagnosticados de cáncer, tomar la elección de alejarse de una vida estresante para enfrentar su condición?
En mis años universitarios, asistí en Popayán a una conferencia de un tema relacionado con estructuras de edificaciones, dictada por el ingeniero Andrés Uriel Gallego.
Con el correr de los años a este colega, quien ocupó importantes cargos en el sector público colombiano, le diagnosticaron cáncer de próstata.
En una entrevista, la periodista que lo interroga le comenta: “Pero para tener un cáncer como el que sé que tiene, lo veo muy bien”.
A lo que replicó: “[…] No quise hacerme el tratamiento sino hasta que salí del ministerio porque las drogas son muy fuertes. Es que por encima de todo está el deber […]”.
Era la opinión de este destacado funcionario público, quien murió el 17 de abril de 2014, un jueves santo. En mi sentir para afrontar un cáncer, se debe actuar controlando las circunstancias, y teniendo un compromiso constante con la vida y el tratamiento elegido.
Es difícil encontrar evidencias que indiquen cómo se afecta el sistema inmune por el estrés, como de igual manera, no es fácil encontrar estudios que vinculen la alimentación y la toxicidad con las defensas del organismo.
La maravillosa, intrincada y compleja obra de Dios que es el cuerpo humano, lejos está de la comprensión por parte de la ciencia médica, de los mecanismos que articulan todos sus sistemas. Hay chispazos, como que el estrés estimula la producción de la hormona llamada cortisol, que tiene efecto sobre los linfocitos, encargados de destruir células cancerosas.
En lo que la ciencia descubre respuestas, el sentido común debería apelar al sosiego y la calma, como favorecedores para recuperar el potencial del sistema inmune del cuerpo.