El equilibrio material conciente se ajusta perfectamente a la realidad, construyendo, respetando y tolerando. No se alimenta del consumismo ni del instinto, constituyendo la base del equilibrio intelectual y emocional (“Mente sana en cuerpo sano” – Décimo Junio Juvenal).
Aunque el instinto es natural, su seguimiento incontrolado no, por lo tanto al controlarlo, se evitan excesos que destruyen el intelecto y el espíritu.
El equilibrio material adopta valores positivos; la sinceridad, la solidaridad, el compartir, la honestidad, la aceptación (la cual no es ni resignación ni sufrimiento), etc.
El equilibrio material lo obtenemos en nuestros cuerpos, nuestros instintos, en nuestros alimentos, todo lo cual nos mantiene vivos y asegura la prolongación de nuestra especie.
Al obtener equilibrio material conciente, incrementamos nuestro poder para lograr equilibrio en nuestros aspectos intelectual y espiritual, acercándonos al objetivo de nuestra vida, creando una realidad sana, serena, en paz y definitivamente centrándonos en nuestra bienaventuranza y felicidad.
Hacemos hincapié que La Revolución Personal no pretende convertirnos en santos, ni “iluminados”, ni crear movimientos de ninguna naturaleza, solamente compartimos unas premisas que hemos adoptado en nuestra vida y que nos han llevado a obtener una relativa felicidad que día a día consolidamos y hacemos mas evidente. Cada día expandimos más nuestra felicidad, para hacerlo evitamos el uso de palabras incomprensibles para el común de las personas, la idea es que todos entendamos nuestras experiencias y es lo que finalmente estamos exponiendo en estos escritos.
Pero recordemos, La Revolución Personal es diferente para cada ser humano; “yo y solo yo soy responsable de mi mismo”. No existen dos personas que piensen exactamente igual.
No es desequilibrio disfrutar del placer material, pero es equilibrio conciente disfrutar también el equilibrio mental conciente y el equilibrio emocional conciente. La plenitud del ser humano se logra al disfrutar concientemente todos los aspectos del ser.
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Una práctica sana es acostumbrarnos a mirarnos frente a un espejo y decirnos “piropos” para con nosotros mismos, aceptándonos así de bellos como somos (tal cual somos, somos perfectos y bellos, solo debemos aceptarnos). Podemos decirnos frases simples, por ejemplo: “Hoy seré más feliz que ayer” y empeñémonos porque así sea, con el tiempo lo seremos.
Texto: Dhynamurti
Edición: Vilma V.
