Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

CUANDO LA CONTRADICCIÓN ÉTICA DE LA FERTILIDAD SE CONVIERTE EN UN FIN QUE JUSTIFICA LOS MEDIOS

260741_fertilizacion

La sentencia T-528 de 2014 de nuestra Corte Constitucional abrió la puerta para que las llamadas técnicas de reproducción asistida como la fertilización in vitro (FIV) fueran incluidas en el Plan Obligatorio de Salud (POS) como parte del derecho fundamental de la salud.No sabemos cuál fue el análisis que hicieron los jueces sobre el impacto financiero de esa técnica en el sistema de salud ni tampoco si se tuvo en cuenta qué implica realizar un proceso de FIV y si es la forma conveniente.

La corte a través de otras sentencias (T-1104 del 2000, T-946 del 2002, T-752 del 2007 , T-760 del 2008 y T-09 del 2014 )  ha establecido  como carácter excepcional el amparo vía tutela de estas técnicas explicando que el derecho a la maternidad tiene límites razonables y su amparo estará supeditado a casos donde la EPS haya suspendido sin explicación el estudio o tratamiento de la infertilidad o que la misma sea  producto o consecuencia de otra enfermedad que ponga en riesgo la vida, integridad y salud. Sin embargo desde la vía legislativa se han estudiado diferentes proyectos de ley  como la ley 82 de 2015  que buscan no solo incluir técnicas de reproducción asistida  en el plan de beneficios sino también  aprobar temas como  la donación de gametos, la manipulación y conservación de embriones, entre otros.

Les voy a resumir cómo es en general este procedimiento y luego, así, opinar al respecto: primero se supone que la pareja ha sido estudiada en forma conjunta y está confirmado un problema de fertilidad; a continuación, con estimulación hormonal se logran los óvulos y por masturbación los espermatozoides, por punción dirigida por ecografía se extraen entre 4 y 10 óvulos que se fecundan y luego son congelados para su almacenamiento. Seguidamente, bajo visión de microscopio se hace una selección de embriones, por lo general se utilizan solo 3 para la fecundación y se desechan los que a consideración del personal del laboratorio aparezcan defectuosos y se dejan en congelación los llamados embriones sobrantes para posteriores usos.

Las estadísticas muestran que aproximadamente solo el 45% de las parejas logran el objetivo de tener un hijo en estos procedimientos. Si la edad de la mujer está entre los 28 y 35 años el éxito es apenas del 28% y si es mayor a los 35 años el porcentaje cae a un 14%. Por supuesto según  el King’s College School of Medicine  los  investigadores Tan SL, Royston P, Campbell S, Jacobs HS, Betts J, Mason B, Edwards RG. Cumulative conception and livebirth rates after in-vitro fertilisation. Publicado en la revista Lancet ,  las estadísticas pueden variar.

Pero la parte que llama la atención es el cálculo del número de embriones necesarios para un embarazo exitoso, que puede fluctuar entre 15 y 24 embriones. Y si este no se logra, se debe repetir el ciclo varias veces; entonces, el número de embriones utilizados y perdidos aumentará en forma progresiva.

Hay un dato muy interesante y es que en lista de parejas que esperan FIV solo el 15% quedan embarazadas; existe un grupo que no tendría su hijo como resultado de la técnica de reproducción asistida, sino de un embarazo normal.

Con lo anterior hay algunas reflexiones desde la bioética que nos pueden ser útiles en la motivación de estas técnicas:

La buena intención de lograr un hijo hace que se instrumentalice el momento de la fecundación en un laboratorio con una técnica que requiere ensayo y error con varios embriones hasta lograr el objetivo final que es un embarazo con un parto normal; esto muestra que quince, treinta o más embriones son desechadas sin respeto ni pudor por su existencia misma. Estamos tolerando un mal mayor por un bien esperado. Además, quedan embriones congelados en reserva sin saber, en muchos casos, su destino y uso futuro.

La sexualidad humana se convierte en un medio innecesario en esta técnica; se obvia el amor esponsal y la relación humana en su dignidad y significado antropológico.

Alrededor de este método de fecundación surgen otras opciones éticamente cuestionables como son los llamados vientres de alquiler, fertilizaciones de hijos a padres y bancos de espermatozoides donde se compran sin conocer sus donantes, con el individual objetivo de “tener” un hijo.

Finalmente, el personal de salud que participa en estas técnicas debe cuestionar la licitud ética de una cadena de procedimientos que vulnera la dignidad de la persona humana, que niega la elevación de la sexualidad humana, que desecha vidas humanas como residuos de laboratorio.

Con todo lo anterior es cuestionable generalizar, como una opción que aumenta el portafolio del Plan Obligatorio de Salud , que todos los que deseen puedan acudir a la fertilización in vitro como estrategia de lograr un hijo.

Llama la atención como la Corte Constitucional, con una interpretación liberal de la de la Carta Magna, respalda como derecho fundamental lo que desde el deseo o la percepción muy personal así lo pida.

Además de las realidades propias de nuestra sociedad frente a temas morales, éticos, religiosos, científicos y de salud pública, en las nuevas directrices jurídicas cabe, también, un profundo análisis de costo-efectividad.

En el caso del aborto; prima el derecho de la mujer sobre la vida del hijo y en este caso de la FIV, parece que prima el deseo de tener un hijo sobre el número de embriones necesarios para lograr un embarazo a término.

Rudolf Hess había dicho que el Nacionalsocialismo era biología aplicada y en sus políticas públicas de salud, con la Ley de Salud Marital de 1935, mejoraban los nacimientos de alemanes “racialmente aptos” y a quienes tenían discapacidad física o mental los separaban de la sociedad y evitaban su reproducción.

La nueva ley nazi fue también autoría de Falk Ruttke, abogado; Arthur Gütt, médico y director de asuntos de salud pública, y de Ernst Rüdin, psiquiatra. Se esterilizaba en forma masiva mujeres y hombres que cumplieran los nueve requisitos de enfermedades. Esto nos muestra que favorecer la reproducción asistida sin adecuada claridad puede terminar en una nueva forma de eugenesia en el siglo XXI. A un alto costo de vidas y por supuesto de la vulneración ética y de valores de la sociedad.

Queda entonces el juicio razonable de cada pareja de esposos cuando quieran buscar la opción de la fertilidad y elegir una alternativa ética y científica que permita soñar con la posibilidad de los hijos donde se privilegie la vida y el respeto por la dignidad de la persona humana.

Quizás el punto de quiebre es entender que el hijo es un don y no un derecho como algunos enfocan y justifican las decisiones alrededor de este importante tema.

Comentarios