¿ De que le ha servido al departamento del Cauca haber tenido muchisimos presidentes? las regiones que aman el progreso deben trabajar y vivir en el presente, aqui todos somos Colombianos donde quiera que estemos y NO necesitamos pasaporte.
Alvaro Jesús Urbano Rojas · San Buenaventura Cali
Con este criterio tan liliputiense de algunos notables sobre la identidad de la nueva Popayán, se desconoce los aportes que personas de ascendencia almaguereña, coconuqueña, guapireña, timbiana,etc.etc. y de muchos sitios del país le han legado a nuestra bella, hidalga, ciudad de Popayán. Todos somos colombianos y todo quien pise Popayán debe ser tratado como payanes.
Joha Rojas · Popayán · 162 suscriptores
La identidad histórica de Popayán no es más que una inútil fantasía de algunos sectores. En realidad estos sectores lo que reivindican es el olvido y el sometimiento a capa y espada-a punta de sangre, de negación a la diferencia y de producción de esa diferencia: DE CASTIGO-. Para estos columnistas, Foráneo no es el que viene de afuera sino el que les parece feo, anormal, «indio», que no heredó una hacienda en Timbio o Coconuco, que no le gustan las misas y después ir a comer putas a kasandra (si todavía existe), que no quiere tener una protuberancia en la espalda que le permita demostrar que carga santos en Semana Santa. Que no estudió en el Calibio, ni en el americano, ni en los andes. Que su sueño de niño no es el de ser un Paramilitar, como el hijo de J.J Chaux, a quien tuve la desgracia de conocer en mi infancia. Que no le gusta el arribismo.
Estos columnistas me hacen recordar a un tipo muy pueril que solía ser coordinador de disciplina de un colegio tan pueril como él. Su nombre, creo, era francisco. Había sido algún tipo de milico, muy malvado. Aun se le notaba. Su función en el colegio era la de reprimir. No le gustaba que los chicos se dejaran crecer el pelo, los llamaba maricas. No le gustaba que algún estudiante no se parara para ir a la misa en el patio. No le gustaban las camisas por fuera. No le gustaba que alguien evidenciara su pobreza. No le gustaba un descompás en eso que el insistía en llamar marcha. Si, una asquerosa tradición que consistía en obligarte a verte como un militar, para lo cual obligaba a sus estudiantes a ensayar durante semanas en la cancha de fútbol del colegio. Esos chicos se fatigaban pero no podían perder el compás, pues Pacho, como le decían de cariño o de rencor, no dudaría en amarrar el pie derecho de cada uno de sus estudiantes para que marcharan al mismo ritmo. Una imagen casi esclavista, tan típico del imaginario identitario histórico «popayandejo» -utilizo «popayandejo» por que no estoy generalizando y simplificando lo que Popayán es, sino el sentido común que parece quererle imponer como idiosincracia -. Menos mal Pacho vivió toda una vida, se lo llevó la vejes. Un digno representante de aquella clase que se permite hablar en nombre de la RAZÓN y del BIEN. Incluso si para ello tiene que humillar. La imagen de Pacho debe quedarnos en la memoria para que funcione tal como el puente del humilladero, para acordarnos que no todo pasado fue mejor.