DON QUIJOTE

Me increpa un padre de familia a la entrada del colegio. –Profe, me dice, ¿por qué mi hijo no se ha leído el Quijote? Yo a su edad, ya me había leído el Quijote, la Eneida, La Ilíada, la Vida es Sueño y dos o tres libros de Shakespeare, y hasta me sabía capítulos enteros de memoria.

Le digo que me regale unos minutos de su tiempo, y con gusto le cuento que es lo que hacemos ahora en las instituciones educativas.

-¡Nada!-, me dice. Ahora no enseñan nada.

Y comienzo a explicarle que ahora, no enfocamos el trabajo de literatura en leer muchos libros, sino en que el estudiante aprenda a leer bien. Lo que nos importa en el colegio, es que el niño o el joven, tenga competencias lectoras. Una vez, el muchacho sabe leer bien, de manera autónoma puede buscar los libros que nosotros le orientamos, pero no le exigimos cuál libro tiene que leer. En otras palabras: el estudiante, de acuerdo a su vocación puede escoger el libro que quiera leer.

El señor, con el ceño fruncido y rascándose un carrillo de su regordeta cara con la lengua, me indica que necesitaba una mejor explicación del significado de “educación por competencias”. Y es lógico, a veces ni los mismos maestros entendemos bien en qué consiste todo este rollo de las competencias.

-Mire, mi estimado señor-, comienzo. La educación de hoy con el asunto de las nuevas tecnologías, la globalización y el internet, ha cambiado mucho. El mundo ya no es el mismo en el que usted y yo, cuarentones ya, nos educamos.  Ahora la única realidad es el que el mundo cambia de manera acelerada y tenemos que educar a nuestros niños para estar acorde con esos cambios-. El padre toma aire, me acepta la invitación a sentarse y se cruza de brazos.

-Los muchachos de ahora tienen nuevos intereses; por lo tanto, si la escuela quiere captar su atención tiene que avanzar con ellos.  Y si bien es cierto que somos profesores formados en el siglo pasado para enseñarle a jóvenes del siglo XXI, nos estamos acomodando a las nuevas circunstancias.

El hombre cruzó las piernas y comenzó a mover el pie que le quedaba en el aire con impaciencia. Hice una pausa, le regalé una sonrisa para calmarlo, le ofrecí un chicle que me recibió con avidez y continué.

-Los planes de estudio que tenemos hoy en día son muy flexibles, sin desconocer unos estándares básicos, es decir, unos temas concretos que se nos exige observar y evaluar. Ahora nos enfocamos en que los muchachos aprendan a solucionar problemas.

-La idea, mi  señor, es que los muchachos aprendan a estudiar de manera autónoma, por sí solos, de manera independiente. En esa medida, el mundo puede cambiar, pero el muchacho estará siempre dispuesto y con los conocimientos necesarios para aprender por sí solo. ¿Me capta?-.  Y movió la cabeza como diciendo más o menos. Respiro hondo, y continuo.

-La palabra “competencias” engloba una educación en torno a la integración de conocimientos, habilidades y actitudes; que a su vez tienen que ver con los valores y la reflexión centrados no tanto en la memorización, sino en el desempeño, es decir en lo que el muchacho es capaz de hacer con el conocimiento que tiene. Entonces, las competencias sirven para que el estudiante aprenda a solucionar problemas cotidianos de manera positiva y eficiente con lo que sabe.

Por fin sonríe un poco y mueve la cabeza afirmativamente, sin decir nada.

-Para evaluar las competencias de un estudiante lo juzgamos desde un estándar. Y estándar ya le dije, es lo que las autoridades educativas, como el Ministerio de Educación, nos piden que enseñemos. Un estándar es lo que el estudiante debe saber para resolver equis o ye problema. ¿Me capta?

-¿Y allí termina el trabajo del profesor?-.

-No, no señor. Las competencias y los estándares son la base de nuestro trabajo. Pero desde allí, desde los conocimientos esenciales que son los estándares, comenzamos a formar habilidades de comunicación, de lectura, de razonamiento, en fin… y todo eso lo hacemos de manera permanente.

-¿Y cómo es que enseñan ahora?-. A pesar del tono despectivo, la pregunta me indicó que ya nos comenzábamos a entender.

-Lo que pasa, le dije-, es que antes la educación se centraba en el profesor y en la enseñanza. Ahora nos enfocamos en el ser de los estudiantes. En planear la clase pensando para qué le va a servir ese conocimiento al muchacho. Ya no exigimos aprender todo de memoria. Ahora nos centramos más en los resultados, en la funcionalidad de los conocimientos. Y cuando logramos que un estudiante “aprenda” a aprender, es lo máximo, la dicha total.

-Y para calificar, ¿cómo hacen?

-Ya no calificamos, ahora evaluamos.  Y estamos pasando de los exámenes de papel y lapicero a reconocer otras formas de demostrar que se tienen conocimientos básicos sobre un tema. (Y como dejó de masticar y estiró la boca hasta tocarse la punta la punta de la nariz con los labios, me apresuré a decirle).  Mire, mi señor. Todo esto es muy complejo, es cierto, pero no estamos dejando a un lado lo fundamental de la educación, no hemos dejado de hacer y preocuparnos por los temas de siempre. Seguimos ofreciendo temas clásicos y fundamentos teóricos y jamás dejaremos de preocuparnos por reforzar lo que los padres enseñan en casa: los valores, la convivencia, el amor por el conocimiento… es solo  que nos reinventamos para asumir la realidad compleja y cambiante que nos tocó vivir.  ¿Estamos?

-No, profe. En realidad sigo sin entender por qué mi hijo a su edad y a su nivel no lee. Se la pasa pegado a computador mañana tarde y noche, y nunca lo veo con un libro entre las manos.

-A ver… – Y parpadeo para llenar mi espíritu de paciencia y con una sonrisa trato de explicarle.

-¿Qué creé que se la pasa haciendo su hijo en el computador? Tranquilo, yo le digo. Se la pasa leyendo. Si, leyendo. Su hijo es un gomoso de la lectura. Sí claro, tal vez no está leyendo el Quijote, como quisiéramos sus profesores o su papá, pero si se la pasa toda la tarde y todos los fines de semana leyendo, creo que lee más de lo que leía usted en su tiempo. Tal vez no lea un  solo libro, pero a lo mejor está leyendo, escribiendo y aprendiendo lo que necesita saber y entender para el siglo XXI.  Es solo cuestión de re-orientarlo, de convencerlo de la bondad que tiene leer el Quijote para que lo lea de manera virtual. Pero de leer, su hijo lee bastante señor.

 

*El texto, corresponde es una manera didáctica de explicar la Educación por competencias.

 

 

 

 

 

 

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