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Publicado el jmaldonado

Julieta/Tijuana

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Hace unas semanas tuve la oportunidad de pasar algunas horas en Tijuana; literalmente, la esquina norte de Latinoamérica (la sensación es real, cuando uno se para frente a las varas negras que sirven de muro y que se hunden en la playa y el océano Pacífico, separando a Baja California de los Estados Unidos).

La música, sin embargo, va y viene sin restricciones, en esta ciudad de tugurios coloridos y guerra entre carteles. Se salta la frontera hasta San Diego y regresa para coger impulso. Entre ese  ir y venir se ha forjado Nortec Collective, un cuarteto de mexicanos convertidos en embajadores de facto de esta ciudad.

Pepe Mogt, ‘Fussible’; Ramon Amezcua, ‘Bostich’;  Jorge Verdín, ‘Clorofila’;  y  Pedro Gabriel Beas, ‘Hiperboreal’, pasan cada tres lunas por Colombia, y son bien conocidos, entre otras cosas, por su participación en la banda sonora de la película Babel, donde se anotaron un tema memorable que lleva por nombre el mismo de la película.

Ahora que estuve en Tijuana, algunos amigos hablaban con especial emoción sobre  un concierto que Nortec realizó en enero de este año frente al impactante Museo de Bellas Artes de Tijuana junto a la Orquesta de Baja California. Aquí una muestra de lo que sucedió ese día:

De Tijuana también es una de las más universalmente queridas cantantes de pop mexicano: Julieta Venegas. Hace poco tiempo  pude hacerle unas preguntas para la  revista Shock (que anda, entre otras, de cumpleaños), a propósito de su último álbum, ‘Otra Cosa’.

En la revista Gatopardo cuenta un periodista en una crónica que tienes un Buda en el apartamento, ¿es cierto?

Ehhmm no. Tengo un altar, con diferentes deidades, pero no está Buda.

Pero suenas muy espiritual, sobre todo cuando hablas  y cantas sobre el tiempo, en canciones como ‘Presente’ o ‘Eterno’…

Me gusta jugar. Hablo de lo eterno o del presente como un juego, pero no es algo que considero un concepto de vida. Creo que hay cosas que aprecio más: en  ‘Presente’, se trata de hablar de  la importancia de valorar las cosas que vives; en ‘Eterno’, de las ganas de vivir algo y que no se acabe nunca.

De ti dicen que eres muy irónica, que escribes canciones tristes muerta de la risa…

Sí. Muchas veces me han reclamado que cambié mi manera de escribir, y es verdad. Sucedió cuando encontré mi sentido del humor. Es algo que encontré y dije: “ay qué padre…”. Me gusta hacerle guiños a las cosas que me pasan, incluso las malas. De hecho, la música demasiado seria me da un poco de flojera… no le agarro el espíritu.

Es curioso, porque tú creciste escuchando esa rama de la canción
latinoamericana que era bastante desgarradora y visceral, tipo Juan Gabriel ¿ha cambiado el sentimiento en la canción latina?

Existe todavía, pero ya no es lo único que se expresa. Hubo una época
en que se creía que se escribía mejor cuando se estaba triste. Pero yo
no me lo creo, cuando estoy triste, no me da para escribir ni para
hacer nada. Yo escribo cuando estoy bien. Ya no hay tendencias:
antes, el bolero tenía que ser triste y la ranchera tenía que ser
desgarradora, ahora las canciones se mueven sobre la personalidad de
los compositores.

En este disco juegas mucho con nuevos instrumentos, como el acordeón y la cavaquinha, ¿cómo llegaron ellos a tu vida?

En el unplugged aprendí a utilizar las texturas de muchos instrumentos, como el acordeón y aprendí a ensamblarlos.  En este disco me puse a jugar con los efectos y las mezclas de las texturas.

¿Qué ganas en términos expresivos con esas texturas?

Para mí lo más importante son las canciones. Lo que hacen esas texturas es vestir esas canciones, son como colores con los que las pinto. Es un juego, que por lo general hago sola, porque soy muy tímida. Si trabajara con gente, no me atrevería, no podría abrirme realmente.

Una escena inolvidable es verte parada en el unplugged tocando el
acordeón, ¿cómo aprendiste a tocarlo?

Yo soy pianista. El acordeón lo empecé a tocar sin necesidad de clases, ya cuando estaba en  Ciudad de México, como a los 23 años. Fue por curiosidad, yo quería salirme del piano, y cuando lo empecé a tocar ni siquiera fue por explorar  la música latina. Por el contrario, llegué a él por el lado de Tom Waits, de Joe Jackson e incluso Los Lobos, que lo usan como la música tradicional norteña, pero que para mí suena con otro carácter tocada por ellos. Luego fui descubriendo dimensiones más festivas del instrumento, como en el vallenato.

Tijuana, donde naciste, es un rincón especial para la música, desde los sonidos norteños populares hasta los experimentos de Nortec Collective…

¿Y has escuchado los Macuanos? Son buenísimos, son la siguiente generación de Nortec, un pastiche parecido a lo que hace el Guincho, en Canarias, que hace collages con percusiones caribeñas que lo único que dan es ganas de bailarlo.

22 Los Macuanos – Alma

También gracias a ti y tus incesantes recomendaciones en twitter
descubrí a Los Amparito…

02 Los Amparito – Por Medio De La Lectura

Sí, son buenísimos. Es un chico de Guadalajara que tiene como tres proyectos diferentes. Ese en particular me encanta, es lo mismo de Los Macuanos, realiza collages con música folclórica.

En tu música, sin embargo, esos sonidos norteños casi no aparecen…

Yo tengo mucho tiempo lejos de Tijuana. A veces con el acordeón hay
ciertos sonidos, pero hace mucho que no estoy conectada con la ciudad.
Solo me queda su carácter…

¿El carácter de Tijuana?

Sí, su arte. Es una ciudad convulsa e inspiradora, que vive en un choque constante, por la relación de esas dos ciudades que son Tijuana y San Diego (Estados Unidos). Eso de alguna manera te empuja a jugar con esa bipolaridad todo el tiempo. Tú estás viviendo en dos lugares distintos, hablando inglés y español, viviendo en una ciudad que es muy provincial y conservadora, y al mismo tiempo vives esa locura
que es la frontera.

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