Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Ilustraciones animadas en el arte del Paleolítico

Imposible demostrar qué se proponían los dibujos y las pinturas en las cuevas del Paleolítico. Se pueden hacer conjeturas, no sin sesgos. Marc Azema, investigador especializado en el tema y cineasta, lanzó hace unos años una hipótesis atractiva, aunque imposible de verificar. Según Azema y su colega Florent Rivere, las primeras imágenes animadas de la historia fueron creadas por el Homo sapiens hace 32.000 años (con las pinturas encontradas en las cuevas de Sulawesi, en Indonesia, la antigüedad llega a 44.000 años). Estamos hablando de imágenes que podrían ser tomadas como precursoras del cine y del comic.

Marc Azema considera que las pinturas rupestres estaban destinadas a representar el desarrollo de una historia en el tiempo. Por otro lado, Florent Rivere vio en unos pequeños discos, hechos en piedra de arenisca o hueso, los primeros taumatropos, o discos giratorios, de la historia de la humanidad.

En las cuevas de Chauvet (sur de Francia) hay más de cien pinturas de trece especies de herbívoros, como caballos, renos y bisontes, y de depredadores, como leones, osos, búhos y hienas. Pinturas que parecen haber sido hechas sobre una superficie preparada para ello. A veces, se aprecian incisiones en la roca que definen el contorno de algunos de los animales. En las cuevas de Chauvet, las pinturas más antiguas pueden tener alrededor de 32.000 años, pero también hay de épocas más recientes, que se superponen a las más antiguas.

Asegura Azema que en el Gran Panel de la cueva de Chauvet (con más de diez metros de largo) se representó una historia de caza, pues al final de la sección de la izquierda se ven las cabezas de varios leones al acecho (las orejas hacia atrás y la cabeza gacha, para pasar desapercibidos), que miran a la izquierda, tal vez hacia un pequeño rinoceronte solitario o hacia el espectador, y en la sección de la derecha se ve una manada de leones lanzándose hacia una tropa de bisontes que huyen. El friso ofrece una visión en perspectiva, pues hay dispuestos dieciséis felinos en dos registros paralelos que, evocan dos diferentes profundidades, según Azema.

Los artistas del comic son expertos en manejar los trucos que representan el movimiento. El primero, es conocer la posición de la figura, sea esta un animal, un objeto o una persona. La posición apela a la memoria, pues sabemos cómo luciría el objeto en una determinada posición. El segundo, comúnmente utilizado en los comics, es la superposición de la imagen repetida varias veces, y el efecto se aumenta si hay yuxtaposición de la imagen con leves cambios. Los artistas del Paleolítico no solo parecían conocer los trucos del comic, sino que, lo que es más sorprendente, parecían querer contar una historia.

Dice Azema:

“En Francia, 53 figuras en 12 cuevas representan el movimiento mediante superposición, que se muestra por múltiples imágenes en el mismo lugar de las piernas (31 casos), representando así ritmos rápidos (trote o galope), con menos frecuencia en el movimiento de la cabeza (22 casos) y más raramente el de la cola (8 casos). La representación toma dos formas: ya sea mediante la adición de una segunda versión del animal, más o menos completo, o de una parte del cuerpo, o por la multiplicación de apenas unos contornos esbozados (líneas) alrededor de la cabeza o de las piernas, lo que genera una especie de flujo dinámico. Lascaux es la cueva con el mayor número de casos de movimiento de acción dividida por superposición de imágenes sucesivas. Unos 20 animales, principalmente caballos, tienen la cabeza, patas o cola multiplicada”.

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Muchos otros investigadores aseguran que el parpadeo de las lámparas de grasa, manera como se cree que los hombres iluminaron las cavernas, aumentaba la sensación de movimiento. Imaginémonos la oscuridad de las cuevas iluminadas intermitentemente por una antorcha o lámpara. Con un movimiento del cuerpo las imágenes aparecían en las rocas, y con otro, desaparecían. La experiencia tiene que haber sido mágica. Hasta hoy, se cree que las lámparas para quemar grasa son invento del Homo sapiens.

Es evidente que algunas pinturas resultaron de las ondulaciones naturales de las rocas. Al sostener la lámpara en una cierta posición se ve cómo, en algunos casos, el volumen en la piedra contiene la figura del animal o una parte; por ejemplo, la línea dorsal. El artista simplemente le adicionó las patas y uno que otro atributo más (lo mismo que hacemos cuando observamos las nubes). Esos relieves, según del lado desde donde se iluminen, arrojan sombras, y esas sombras aumentan y disminuyen de tamaño con el parpadeo de las lámparas, lo que les da vida y movimiento a los relieves pintados (Lewis -Williams David. The mind in the cave. New York, Thames & Hudson ltd., 2002).

Marc Azema y Florent Rivere consideran que la imagen en movimiento llegó mucho más lejos con el invento de los primeros discos giratorios de la historia de la humanidad. El primer disco que encontraron tiene grabado por un lado un reno, probablemente herido, pues hay un signo de flecha en su flanco; está erguido, y sus miembros traseros se ven rígidos y se deslizan hacia adelante. Al otro lado está grabado el mismo reno, pero acostado, con las cuatro patas dobladas debajo del cuerpo, quizás moribundo. Al pivotear la placa rápidamente, 180 grados, haciendo movimientos rápidos hacia adelante y hacia atrás con la mano, sosteniendo el objeto en la base, se pueden ver las dos representaciones relacionadas y en movimiento, ya que se crea una superposición de las dos imágenes en la retina: el animal baja y luego vuelve a subir en una fracción de un segundo, y viceversa. Ellos creen que así los usaron los artistas paleolíticos. Si se pasa una hebra por el agujero del centro y se retuerce a lado y lado se puede ver el efecto nítidamente (este es un juguete casero muy conocido).

En los Pirineos, en el norte de España y en la Dordoña se han encontrado variados discos hechos de hueso, usualmente perforados en el centro, y algunas veces, en la periferia. Siempre se consideró que eran botones o colgantes; sin embargo, en todos ellos hay imágenes que se corresponden, grabadas a lado y lado, cuyas proporciones son idénticas y cuya línea dorsal funciona como eje, orientando ambas posturas. Después de pivotearlas, todas adquieren un sentido narrativo. Hay un disco que muestra un mamut que tiene un ojo que se abre (perfil circular) y se cierra (perfil almendrado), mientras que la boca se abre a medias. El artista parece haber querido representar la transición de la vida a la muerte. Un detalle da la pista para la interpretación: un conjunto de cintas marca la frente del mamut, lo que significa la presencia de un proyectil que pudo haber sido letal.

El hombre del Paleolítico sabía y deseó representar el movimiento.

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