Solteras DeBotas

Publicado el Solteras DeBotas

¿El Internet mató al amor?

El romance en los tiempos de apps y redes sociales

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 “Extraño cuando tenías un teléfono y una máquina contestadora y esa máquina contestadora tenía una cinta y la cinta tenía un mensaje del tipo o no lo tenía. Y ahora necesitas ir a todos los portales para que te rechacen siete tecnologías distintas. Es agotador.”

Frase de la película “Simplemente no te quiere”

Hoy podemos hacer cosas que antes solo eran un sueño o escenas de las películas de ciencia ficción. De muchas formas los avances tecnológicos han mejorado nuestra vida, han permitido el ahorro de tiempo y que ciertos procesos sean más agiles, pero siempre el progreso suele tener damnificados, y según palabras de una amiga el amor romántico fue uno de ellos.

Además de tener un ego en el mundo físico, contamos con un ego virtual que se comunica por chat, que muestra una vida idealizada a través de un perfil en la red social de moda, que manda emails, y que se volvió impaciente porque tiene todo a un clic de distancia. Experimentamos situaciones propias de la era de la información y algunas parecen sacadas de un capítulo tenebroso de “Black Mirror” lo que añade un poco más de enredo al asunto.

Si cara a cara los seres humanos ya somos bastante complejos y la comunicación suele tener baches y prestarse a interpretaciones variadas debido a los velos y neurosis de cada quien, ahora con las nuevas tecnologías hay más de una forma para generar malos entendidos tanto reales como virtuales.

Por una parte es maravilloso saber que puedes estar en contacto con el sujeto que te gusta aunque viva a muchos kilómetros, que así no toques su rostro, puedes escuchar su voz y ver la ropa que lleva puesta, que no tienes que esperar dos semanas para que llegue una carta. Pero por otra parte, en cualquier lugar del ciberespacio hay una fémina que se está armando la película del siglo y que se hace cientos de preguntas por la repentina desaparición de ese “follamigo” que la dejó en visto unos días atrás, y que luego fue etiquetado en las fotos del festival de música electrónica con una sexi pelirroja hipster.

Antes regalábamos flores, ahora damos likes o enviamos emojis. Lo que no quiere decir que el romanticismo murió sino que se transformó, porque éste varía de acuerdo a la época, sin embargo hay quienes preferimos el olor de una rosa a un meme pixelado.

Para quienes no somos nativos digitales o millennials quise armar una especie de diccionario con algunas definiciones, que así algunas de estas no hayan sido aprobadas todavía por la RAE, ya hacen parte de la cotidianidad porque describen varios comportamientos cada vez más frecuentes de quienes experimentamos el amor y el desamor en tiempos de Internet.

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Benching: Es algo así como tener a alguien de reserva o en la banca. Es una derivación de la antiquísima práctica de mantener un arroz en bajo sin calentarlo mucho. Es alimentar una conversación coqueta y a la vez confusa con una persona que te atrae pero sin llegar a concretar nada serio con esta, porque la verdad es que te gusta solo un poco y no existe un interés en construir una relación formal, sin embargo es mejor tenerla en remojo por si no llegan a aparecer otras opciones. Por si acaso, por si las moscas.  (¡Tenaz!)

Cibersexo: El Internet es fuente de información y también de diversión, el sexo virtual permite saborear una experiencia erótica sin riesgo de enfermedades de transmisión sexual y sin necesidad de contacto físico,  lo cual es ventajoso para aquellas personas aficionadas a los juegos de roles, para quienes viven lejos, para estimular diversas fantasías sexuales y hasta para poner los cachos, esto último ha generado polémica, pues hay mucha gente que lo considera un juego “inocente”, en cambio otras afirman que esta clase de idilios virtuales equivalen a una traición de verdad-verdad.

Citas Online: Gracias a las apps geosociales y a esas páginas web que hacen las veces de cupido, esta clase de encuentros han cobrado cada vez más fuerza, los romances no solo nacen en restaurantes, fiestas, cafés o bares, ahora también se dan a través de Skype o por Hangout, sin que se vea como algo loco o desesperado, al contrario, es algo usual en estos tiempos. Si una persona es tímida o con un círculo social pequeño, las citas en línea son una alternativa interesante para romper el hielo y buscar compañía, nuevas amistades o polvos freelance.

Emojis: Estos dibujitos que utilizamos sobre todo en los chats y en algunas redes sociales, tienen su origen en Japón y permiten mostrar a través de pintorescas imágenes los estados de ánimo, asimismo se usan para ahorrar el número de palabras, para invitar a salir o para confundir más a quienes todavía no dominen el lenguaje de los emoticones. También están los sex emojis como el diablito sonriente, la berenjena fálica y el durazno de WhatsApp.

Ghosting: Significa hacerse el fantasma y es una forma “fácil” de desechar a la otra persona. Cuando de un momento a otro el “encarrete” desaparece del mapa,  y ya no vuelve a enviar mensajes, deja de llamar y no contesta los emails. Es una versión recargada y remasterizada de la cobardía, perfecta para la gente con miedo al conflicto y que ahora tiene la posibilidad de esfumarse para evitar la confrontación y todo ese melodrama de cortar cualquier tipo de relación. Esta indiferencia gélida solo sirve para crear incertidumbre, y lo peor es que la ponen en práctica sin ser conscientes del daño que causa.

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Googlear: Este nuevo verbo se aplica para muchas situaciones, desde buscar información para la tesis de grado, auto medicarse, conseguir trabajo y en este caso, para averiguar acerca de la vida y obra del prospecto en cuestión, para descartar que sea un psicópata o para verificar lo que afirma en su perfil, para saber acerca de sus gustos, si se tienen amigos en común, su nivel de estudios, los sitios que frecuenta y su verdadero estado civil.  Cada vez que damos un clic estamos dejando un poco de nuestra privacidad en la red, así que tu googleas, yo googleo, ellos googlean y todos terminamos googleando.

Haunting: Quiere decir que alguien del pasado que puede ser expareja, examigo con derechos o derivados, intenta seguir en tu vida y te lo recuerda cada cierto tiempo pero de una forma pasivo agresiva, cuando te da like o hace un comentario confuso en una foto tuya que publicaste muchas semanas atrás.  Esta sombra con tintes obsesivos no suelta con facilidad, quizás se niega a desaparecer y a través de las redes sociales se hace notar, como si te estuviera expresando que aún no se quiere ir.  Y esto no es una práctica romántica sino un tipo de acoso.

Hook Up: Traduce engancharse y es una expresión que se utiliza para indicar que se busca sexo por una noche, que por cierto no tiene nada nuevo, pues eso de calmar la calentura existe desde hace muchos siglos, solo que ahora con las apps para levantar, es más fácil y rápido encontrar gente con las mismas ganas, con atractivo físico y que vivan cerca. Como dice una amiga mía “puedes tener sexo a la carta” y como dice otra que piensa distinto “Los seres humanos nos volvimos productos de consumo, y lo peor fue que nos volvimos productos desechables”. Y bueno, cada quien lo percibe de manera diferente.

La paradoja de la elección: Gracias a nuestra sociedad capitalista se tiene la libertad de elegir, y con las nuevas tecnologías y sin salir de casa se encuentran cada vez más variedad de películas, carros, electrodomésticos, ropa y platos de todos los países con tan solo descargar una app de domicilios, pero el pero de la historia es que el exceso de información y de ofertas hicieron que ese poder de decisión dejara de ser tan divertido, debido al tiempo que se invierte y al desgaste de analizar las muuuchas opciones existentes, porque al final surge cierta frustración con la decisión que se toma pues esto representa la renuncia al resto de opciones que hay en el menú. Y con ello no solo me refiero a la comida ya que tristemente la paradoja de la elección también se da con las personas.

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Likes: Un “me gusta”, o un corazoncito puede significar muchas cosas de fondo, desde sentimientos genuinos, movidas estratégicas, hasta ironía. Por ejemplo: Doy like, porque lo conocí en la fiesta de ayer y quiero que sepa que me encanta. Doy like, cuando una amiga está viajando por el mundo y estoy feliz por ella. Doy like, porque finjo ser amable con el compañero del trabajo que acaba de tener bebé y postea la foto. Doy like, porque mañana le voy a pedir plata prestada a mi primo. Doy like, porque se me resbaló el hijuemadre dedo y ahora mi ex se va a dar cuenta que lo estoy espiando.

Match: Podría decirse que es la primera parte del coqueteo virtual en Tinder, cuando ambas personas se dan “me gusta” porque vieron algo interesante en el perfil del otro. Que si bien no es garantía de que suceda algo después, sirve para hablar o chatear con quien se tuvo una atracción inicial, lo que ayudará a identificar si ese perfil tiene potencial en la vida real para lo que sea que se quiera, o si en definitiva no ofrece nada más allá de unas fotos con buenos ángulos y una gran cantidad de filtros.

Phubbing: Es una falta de cortesía muy común en estos tiempos. Consiste en ignorar a los amigos, familia, compañeros de trabajo y  pareja, porque ahora es más entretenido prestarle atención al smartphone, tableta, computadora o a cualquier aparato tecnológico, en vez de tener una conversación normal y decente con otro ser humano. Mirar a los ojos se volvió algo raro, y la gente se esfuerza menos en cultivar sus habilidades sociales, hasta se han visto casos de personas que están sentadas una al lado de la otra y que prefieren enviarse mensajes por chat en vez de hablar.

Sexting: Nace de combinar el sexo y el texting. Es bastante útil para calentar el ambiente e incrementar el deseo antes de un encuentro.  Dichos mensajes subidos de tono pueden estar envasados en distintos formatos como audios, fotos, emojis y frases cargadas de negras intenciones, sin embargo esta práctica puede convertirse en arma de doble filo y toda una experiencia riesgosa cuando no se tiene el cuidado suficiente y se le envía material triple X a quien no es de confianza. Tanto a celebridades como a ciudadanos de a pie les ha tocado ver cómo sus fotos comprometedoras circulan libremente por la red debido a gente inescrupulosa.

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Stalkear: Ya se volvió un hobbie común y silvestre eso de espiar y escarbar en las redes sociales. Esta conducta perturbadora implica revisar las fotos, historias y actualizaciones del tipo o la chica en particular. Mucha gente lo hace como método de tortura para ver en que anda su ex y si ya consiguió nueva pareja, o por puro chisme y para confirmar si es cierto que fulana y sutano se separaron, o si la amiga de perencejo se aumentó el busto y hasta se toman el trabajo de comparar las fotos de hace dos años con las actuales para ver la diferencia de tallas.

Tinder: Es una de las apps más populares para conseguir citas, tiene tantos fans como detractores, para mí ha sido una fuente inagotable de material para el blog. Como la anécdota de la amiga que cenó con un sujeto que en las fotos se veía más alto y con más cabello, que además se le varó el carro y a ella le toco empujar, o la historia de un amigo que se llevó una gran sorpresa pues su cita era diez años mayor que en la foto que tenía en su perfil. Y también está el caso esporádico de mi amiga Rhina que gracias a esta aplicación conoció a su esposo y ahora tiene un hermoso Tinder bebé.

WhatsApp: Esta aplicación es pragmática y eficiente, pero al mismo tiempo genera una gran cantidad de malos entendidos, ya que a veces un mensaje de texto no alcanza para comprender lo que en realidad quiso decir el otro.  En ocasiones no podemos descifrar el tono con el que alguien suelta una frase, a menos que venga acompañado de un emoji bien explícito. WhatsApp nos pone a pensar más de la cuenta y le damos miles de interpretaciones a una bomba de tres líneas que llegó para alborotarnos las dudas. WhatsApp también nos enfrenta con la ansiedad cuando el objeto del encoñe se demora más de un minuto en contestar. Y así hay muchos ejemplos.

Zombing: Como salido de un capítulo de “The walking dead” este muerto viviente aparece varios meses o años después y resucita con un saludo tímido y pendejo de “Oye y que más de tu vida”.  Así, muy casual como quien no quiere la cosa, pero que logra inquietarte bastante debido a que te costó mucho trabajo sacártelo del corazón y cuando por fin te habías mentalizado que ya hacia parte de tu pasado, se le da por aparecer.

El Internet, las redes sociales y las apps permiten que muchas personas se expresen con toda su fuerza, o por el contrario generan las condiciones necesarias para que se escondan, ya sea por desconfianza, o cobardía, y otras ven la oportunidad de ser alguien diferente.

El mal gusto existía antes de las apps para ligar,  los celos y el drama ya tenían vida propia antes que apareciera el stalkeo, y las mentiras son más viejas que el arco iris a blanco y negro, solo que ahora las vainas se notan más o se descubren más fácil si se es lo suficientemente hábil con el teléfono celular.

Las emociones y las intenciones vienen del mundo real, lo que sucede en la actualidad es que se desarrollaron nuevos canales para que estos se manifiesten y se expandan, como si le pusiéramos un megáfono digital a nuestros pensamientos, rollos y miedos.

Si bien, la tecnología hizo que adoptáramos ciertos hábitos, algunos buenos y otros no tanto,  sería absurdo señalarla como la única responsable por el tipo de relaciones que se dan en la actualidad. Estas nuevas herramientas de comunicación no son más que un canal porque el mensaje es un reflejo de lo que sentimos, y quienes estamos detrás de la pantalla somos nosotros, los imperfectos seres de carne y hueso.

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Ilustraciones de Greg Guillemin

 

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