Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

¡Dios no es más que una invención!

Juan Alejandro

Hoy estoy enojado más que nunca contigo; generalmente, me eres totalmente indiferente, pero desde ayer te tengo más atravesado que nunca. Para mí eres ciego sordo y mudo; al fijar mi mirada alrededor del mundo veo mucha miseria, dolor, pobreza y enfermedad. ¿No y que eres el todopoderoso? ¿No y que en la lucha entre el bien y el mal perdura tu poder? ¡Ciego, sordo, mudo e impotente! Te la ganó el diablo por esa indiferencia total que le tienes a tu adorada creación.

¿Sabes por qué te tengo hoy más atravesado que nunca? Como lo “sabes todo”, me imagino que sí; pero como dudo de tu existencia, te lo digo. Ayer, seis horas antes, Mafe recurrió a ti por medio de lo que ella y muchos definen como oración. Te daba gracias y fervorosamente promovía una gratitud por su hijito de cuatro años afirmando que eras tú quien lo mantenía con vida. Sin embargo, sigilosamente como una serpiente te le acercaste y te lo llevaste. Supongamos que eres real, ¿para qué te servía después de esa oración? Es una criatura, ¡carajo! Si ni te importan otras miserias de la vida, qué va a importarte el dolor de esta madre joven.

No te bastó haberte llevado a su padre, (mi hermano –aunque fue buscada por él y su terquedad) el mismo día un año antes. Tampoco te sentiste satisfecho de haberte llevado a su madre en el accidente que ocurrió el 31 de diciembre. Te tenías que llevar también a su hijito de cuatro años.

No, no te confundas, yo no creo en tu existencia. Tú eres un mito para mí. Te hablo hipotéticamente para quejarme como los muchos que se consuelan con la formación de un angelito, y que si pudiesen pensar como yo, o al menos refugiarse tras este escrito, lo harían como lo estoy haciendo. Fíjate como los tienes de confundidos que se acogen a algo basado en una creencia impuesta por las ignorancias generacionales; como la explotación de las doctrinas religiosas de las diferentes denominaciones cristianas afianzadas por el temor de pensar y las abrazan como verdaderas.

Normalmente, cuando hablo contigo uso palabras fuertes; “pelo el cobre” como se decía en mis tiempos en el terruño que ya no lo es. Y uso ese método metafóricamente, porque a pesar de que he vaciado en cantidades suficientes residuos de esa mitología, es imposible depurar esa escoria. Por eso, en momentos como este recurro a una conversación inexistente. Te salvaste hoy de mis malas palabras porque estoy utilizando un medio diferente y prefiero no ofender a los lectores. Pero si es cierta tu existencia, bien que las sabes.

Hoy, estoy bien enojado contigo. Si supieras contar, oír o ver, hubieses leído las cantidades de “oraciones” que se rezaron por Juan Alejandro y los que afirmaban con una fe ciega su sanación. Nuevamente, ¿qué te pasó? ¿Por qué no los escuchaste? Aparentemente tenían los ingredientes que las denominaciones religiosas promueven para recibir “milagros.” No fue así. Preferiste continuar con tu ceguera y sordidez al reflejar quizás con complacencia lo ocurrido.

Habrá identificaciones al leer este escrito y culparán a la corriente negativa, satanás o el diablo. Pero si midieses tu fuerza con la de él, no se supone ¿que tú eres el más fuerte? No, no culpen en mi escrito a otra fuente por lo sucedido, porque en todo el tiempo que el hombre ha aceptado la imagen de este ser, nunca ha escuchado; la interpretación ha sido siempre canalizada hacia una esperanza que está por venir, o un espacio en el cielo que debe estar sobre poblado.

Desde ayer, me reafirmaste tu inexistencia; pero para aquellos que escogen seguir esas creencias, les digo lo que yo hice. Creí que concentrándome fuertemente, y pensando intensamente en Juan Alejandro, transfería una energía positiva que ayudase su bienestar. Pero les confieso algo: en mi segunda concentración, percibí lo que aconteció. Pero refuté ese pensamiento y en contra de una verdad, decidí seguir usando mi método de seguir mandando mi energía. Pero fue en vano. Ya sabía algo que me resistí a creer.

Me quedaré con su sonrisa de guerrero en mis memorias sabiendo que la masa física desapareció dentro de la nada…

Comentarios