Bienestar en tiempos de drones

Publicado el Maria Pasión

¡Ay dermatitis!, ¿cómo voy a sobrevivirte?

 

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Confieso: tengo una mancha en la cara y pica mucho.

Edad de la mancha: 5 meses conmigo

Los nervios han hecho de mí una persona que cambia de humor, de talla, y cuyo color de la cara se transforma según la situación. Hoy está roja fuego y a veces puede ponerse completamente morada. La mancha se apodera de la zona de los ojos y las mejillas.
Cuando la veo en el espejo, saco una popularísima crema de acetato de magnesio y me la unto sin redención. A veces me persigno con cremas mucho más caras, y a lo largo del proceso he ido comprando cremas de todos los presupuestos que hay en cuanta farmacia o tienda naturista que conozco.

La mancha me ha hecho desfilar en pocas semanas por curanderos, desde lo más Occidental hasta lo más New Age: homeópata, tarotista, constelador, sanadora, reiki, kinesióloga, médicos dermatólogos, alergólogos, reumatólogos, otorrinolaringólogos y en dos ocasiones me ha enviado a urgencias, de donde salgo con una dosis de corticoide oral altísima para mi casa. Estoy agotada. Antes no tenía esta mancha, antes mi vida era “casi” normal. He llorado mucho y la mancha no se detiene con mi llanto, porque cuando lloro me pica aún más.

La dermatóloga, de apellido Cabeza, me dice que lo que yo tengo es un eccema, y que es lo mismo que una dermatitis atópica ¿En la cara?, le pregunto. Sí, en la cara también sale. Desde que tengo tres años convivo con la D. A. No tiene cura, los nervios aumentan los síntomas y es un castigo. No hay milagros para que desaparezca, no hay nada que realmente sea efectivo contra una pandemia dérmica que ha aumentado en un 300% en los últimos 30 años.

-Tómate un antihistamínico y nos vemos en un mes, me despide la señora Cabeza.

Para remediar este diagnóstico, asumo que mis nervios chillan a través de mi piel y yo debo corretearlos como niños necios.

Empiezo este blog para iniciar  su curación, un diario de presente consciente, una bitácora para encontrar la salud en tiempos vertiginosos. Así que, directamente voy al curso de la mancha.

Estoy en mi casa en el portátil, de pronto empieza a picar la cara sin tregua. Me rasco. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Para calmar el picor decido ducharme una, dos, tres veces al día. Cuando entro en contacto con el agua siento que la piel se me cae a trozos y que puedo rasgarla por completo como si fuera un papel mojado.

Me veo con la cara hinchada y roja aún por encima del vaho del espejo. Me pelo y me siento como una serpiente haciendo Ho´oponopono. Pienso que después de eso no habrá nada peor. Saco fuerzas y me hago unas fotos que no sé a quién tendré el valor de mostrarle, pues hasta el señor de la droguería se fue de la lengua y dijo que no había visto una cara así de hinchada en su vida. (¡Qué detalle!) Así que sin más espera, empiezo a meditar.

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Meditación número 1: Pongo la música de Youtube para meditar. Es un piano para dormir tiburones.

Cierro los ojos y dejo de escribir.

3wto pSA CUANDO CIETO LOS OJOS

Con las primeras respiraciones me siento más relajada. Si pienso en la mancha, me pica. Elevo los ojos. No me voy a concentrar en ningún punto de mi cara. Esto es lo que pienso:

a. Meditar no es decir estupideces.

b. Me suenan las tripas.

c. Me repito: vivo mi presente, no reacciono al pasado.

¿en qué letra iba? Tengo algunas dudas de lo que es el cuerpo.

e. Qué interesante verse el color del alma. (La mía debe tener más colores que la bandera LGBT)

Miro la hora. ¡Por fin son las ocho de la tarde! No es tan bueno intentar meditar con el Whats App en frente. Ha sido un poco desastre pero es mi comienzo. Esto va a mejorar. Lo sé. Sólo soy un monstruo cuando me detengo ante mi espejo.

@mariapazruiz ilustraciones de @dgalantz

 

www.mariapazruiz.com

 

 

 

 

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