Bienestar en tiempos de drones

Publicado el Maria Pasión

El sexo en realidad da resaca

 

Dramas y caballeros: Soy una criatura que trabaja por objetivos. Quiero superar mi alergia, pero por ahora más que superarla le estoy dedicando un diario.

Hoy estoy bien porque no me he permitido subir los niveles de ansiedad. El plan maestro sería poder hacer todos los días algo de escritura y algo de movimiento con el cuerpo. El sexo no cuenta. Quizá porque después de follar se pasa del movimiento del cuerpo al movimiento de la cabeza. Y por lo general para llegar a esa acción ya se han consumido seis  vinos, o nueve mezcales, así que el aporte calórico nunca se compensaría ni teniendo sexo acrobático por doce horas. Además cuando se bebe, se fuma, se dicen estupideces y siempre se termina hablando de alguna guerra.

En conclusión, el sexo, en un 80 por ciento de los casos, da guayabo.

¡Guayabo tiene un sonido más parecido a lo que es estar con resaca!

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Y hoy, por estar resacosa y pendiente del móvil me robaron la billetera.
Las comisarías de policía en España son lugares extraños. Los policías que uno suele encontrarse en ellas son súper jóvenes, a algunos parece que les han prestado esa porra y ese uniforme, otras son policías de pelo rojo y tatuajes, sorprendente.

El caso más extraño de policía lo conocí hace unos meses. Resultó ser argentino, me dijo que yo estaba fuera de hora, que lo mío no se podía hacer, que ya estaban cerrados los ordenadores y por último, de tanto aguantar mis respuestas, se tomó el agua que yo había traído en una botella de plástico.

Hoy estoy en la misma comisaría, suena Dire Straits y las que hacen los documentos de identidad no paran de hablar, cada uno de los puestos está forrado de dibujos infantiles. Esto, más que una comisaría parece una guardería con fiesta de disfraces. Y a mí, si me permiten la confesión, los uniformados, cuando tienen pelo y altura suficientes me activan sexualmente la imaginación. Hace poco me enteré de que tuve un romance con un policía, algo muy extraño, porque siempre pensé que era fotógrafo y no investigador de homicidios. Creo que volveré a verlo algún día. Aunque hoy está lejos, a veces le da a Me gusta a mis fotos en Facebook.

Fui a yoga.  A mi estuche le sobran siete kilos (los corticoides funcionan así) y si sigo sin hacer dieta o más ejercicio ahí se van a quedar, bien sentaditos. Es mejor que me despida del mezcal y del cigarro, pero ni yo me lo creo.

En la playa donde aprendí a caminar me encontré con un pijo que perdió 30 kilos. Le dio por correr. A mí me da por correr y no pierdo ni 30 ni 10. también me dijo su esposa que el tipo cambió la cerveza por el gimnasio. Ojalá no le dé por cambiar de mujer, pensé mientras ella lo miraba con resignada admiración, gin tonic en la mano, mientras lo veía trotar.

Fui alguna vez una mujer de gimnasio, pero ahora no lo aguanto. Necesito que me dé el sol, o el aire, o ver algo más que un paisaje de hombres y mujeres sudando en cintas de correr. Recuerdo que el bienestar está relacionado desde los primeros filósofos con el cuidado del cuerpo. A los griegos les iba el deporte, pero también les iban las orgías. Pero a mí, de momento no me verán practicando ni lo uno ni lo otro.

 

@mariapazruiz

 www.mariapazruiz.com

Ilustraciones de @dgalantz

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