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¿Ricos o Pobres? ¿Vivos o Muertos? De las contradicciones de un domingo de Plebiscito

Por: Víctor D. Velásquez R.

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La raíz de la polarización actual está en seguirle el juego a la estrategia de haber simplificado el debate entre Paz o Guerra. Para unos acuerdos que abarcan tantos problemas como matices, y en un país que tiene partidos políticos azules, rojos, verdes y amarillos, minorías y visiones tan diversas sobre el mundo. Repetir a coro con el presidente, en tono de jaculatoria: Paz o Guerra, Paz o Guerra, Paz o Guerra, hace que “dos arboles nos impidan ver todo el bosque”.

plebiscito

La decisión que se tomará hoy, domingo 2 de octubre, es una posición sobre un acuerdo político entre dos partes, que repercutirá sobre todos los colombianos. No es sano seguir dividiéndonos entre los que quieren la paz y los que quieren la guerra. Responder Si, no crea cómplices del terrorismo; decir NO, no puede convertirnos  en enemigos de la Paz. En ambos casos estamos buscando lo mismo, porque el anhelo de paz no es asunto de este momento, ni resultado de una campaña, tampoco se acabará con una firma, ni cuando se acabe el ruido y el presupuesto publicitario. El anhelo de paz se lleva siempre, como el anhelo de verdad, de amor, de libertad y de justicia.

No será una decisión entre el perdón y la venganza,  no divide al país entre los que perdonan y los que promueven el odio. Engañoso y dañino dilema para una sana discusión. La Justicia es un requisito para la Paz, y decir NO a un acuerdo político sobre el que aún las partes tienen diferencias e incertidumbres, no es equivalente a profesar venganza, ni apoyar la justicia del diente por diente. El perdón es opuesto a la venganza y al rencor, pero no va en contravía de la Justicia.

Un lenguaje de campaña que invita a creer que quienes dicen No, están optando por una posición motivados por el odio y la guerra, no propicia la reconciliación; por el contrario la dificulta. Enfocar mal la discusión es continuar profundizando la división y es tan torpe e inútil como reducir las discusiones económicas a un dilema entre los que quieren ser ricos y los quieren ser pobres ó simplificar ingenuamente las decisiones sobre salud pública entre los que están a favor de la vida y los que están a favor de la muerte.

Enarbolar la paz, anhelo  más profundo de toda persona, como bandera  para alcanzar un fin político con una estrategia mediática enfocada en un falso dilema, hace difícil que la  verdadera discusión democrática que es la que se hace en la oficina, en  la tienda, en el pasillo de la universidad, en el bar, en la vereda, en la sala de su casa  y hoy en las redes sociales,  sé libre de apasionamientos. Al fin y al cabo no olvidemos que una de las cosas valiosas de la democracia es que no hay que ser experto ni intelectual para opinar y decidir, y con un debate mal enfocado, ya vimos el tono belicoso en que entraron las campañas por un SI y un NO.

Con esto no quiero desconocer el derecho y el deber que tenemos de fijar posiciones, hacerlo en ningún momento significa falta de tolerancia. De fijar posturas y debatirlas se trata la democracia. Tampoco ignorar que detrás de toda decisión se terminan ponderando unos valores sobre otros, pero aquí la discusión no corresponde a si la paz es o no un valor supremo, eso para la mayoría no tiene discusión, lo que se debe legitimar es si la arquitectura de valores propuesta en los acuerdos es el camino para llegar a ese fin y además sostener en el futuro ese valor supremo de la Paz

Ojalá mañana domingo todos voten con tranquilidad de conciencia, ya sea por un Si o por un No. Yo por ejemplo optare por la Paz que se apoya en la arquitectura de  la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Sin caer en las erradas contracciones  con amigos, familia y demás colombianos, con igual  esperanza de paz, pero  de un mejor acuerdo Votaré NO.

No comparto la idea de que un acuerdo que trata y define tantas cosas en temas de Justicia, economía y política, tan trascendentales para el futuro del país, fuera excluido de la discusión del congreso y   se debatiera en la calle exaltando emociones  con las disyuntivas de ¿Paz o Guerra? ¿Odio o Perdón? esto menosprecia el análisis y la opinión responsable de la gente común, y crea un ambiente poco sano para la reconciliación. Ojala no nos cojan las discusiones y decisiones  democráticas del 2018 acentuando y machacando una contradicción mal enfocada y sea cual sea el resultado estemos a la altura de seguir discutiendo  y construyendo el camino adecuado para lograr  ese fin supremo que es la Paz.

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