I
Veo bolsas de basura. Veo gente derrotada.
Las huellas de algo que nunca nació
tapizan mi camino, acusadoras
del desastre que no quisimos evitar.
Qué me gano con mirarte por una pantalla rota.
Por posar mi mano en la sombra de la tuya.
II
Supe que quería vivir en tu mirada y tu sonrisa la primera vez que te vi.
En esa época todo se podía. Todo lo teníamos.
El viento te había traído y no supe reconocer
el itinerario de una pompa de jabón, de una pluma fugitiva,
de una palabra dicha con descuido.
III
Los años pasaron como pasan las garzas al atardecer
mientras las piedras del río se cubren de lama verde
mirándolas con curiosidad
mirándolas con la certeza de que se perderán
como siluetas recortadas sobre nubes incandescentes.
Nunca creí que regresaras.
IV
¿Reconociste en este cuerpo amoratado a la sombra del pasado?
Ya no somos los mismos, se empeña en decir la vida
En aquellas tierras fértiles solo crece la desdicha
Solo quedan los escarabajos
escarbando en nuestros sueños
los vestigios de un amor y una esperanza.
V
Veo bolsas de basura. Veo gente derrotada.
Veo el vacío de un domingo agonizando
y la resignación de quien va en un autobús
seguro de su destino pero no de su querer.
Tus pupilas oscilando tras de la tapa de un sarcófago
la falta de expresión, el sinsentido,
y tu corazón latiendo en medio del cemento.
VI
He tratado de distraer la tristeza
como quien pinta de blanco el hoyo de un disparo
hacerle buena cara a la prisión
bailar con alegría en medio de la lluvia ácida.
No funciona.
El ave negra sobre mí
grazna victoriosa
agarrándome por el alma, enterrándome las garras.
VII
¿Eres feliz? ¿Has logrado tu victoria?
¿Puedes alardear con los amigos tus trofeos de cacería?
¿O vives en un círculo eterno de insatisfacción?
¿Cómo es tu vida? ¿Quién eres tú?
Cómo haces para cantar la primavera
en este mundo de traiciones y mentiras.
Dime María José cómo hago
para sentirme acompañado por tu ausencia.