Bike The Way

Publicado el Andrés Núñez

Bucaramanga enfrentada por las ciclorrutas

Cambiar paradigmas urbanos es bastante difícil, más en un país donde generalmente asociamos a los vehículos con el progreso y chimeneas con industrialización, pero si queremos dejarle un planeta a nuestros hijos debemos migrar a otro tipo de ideales, donde el progreso esté vinculado con el cuidado del medioambiente y la sostenibilidad.


Hoy nos ubicamos en Bucaramanga, una ciudad que contempla para este año la construcción de 17,4 nuevos kilómetros de ciclorrutas y tiene una proyección de 200 kilómetros a 2030, sin embargo esta visión ha sido obstaculizada por algunos sectores, que consideran que el comercio se verá afectado o que mas que ciclorrutas se necesitan más vías para los carros.

Estos sectores han protestado por varias semanas, con muestras de rechazo que van desde plantones simulando cómo afectaría la ciclorruta la movilidad, una acción popular radicada por la Personería, la interferencia en el desarrollo de la obra, incluso actos vandálicos como este:

Pero también hay quienes ven en estas nuevas ciclorrutas la oportunidad de pensar otras maneras de moverse, de poner a Bucaramanga a la par de otras ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, además de darle un respiro a esta urbe que ya enfrenta problemas por la calidad del aire, situación que afecta principalmente a niños, mujeres en embarazo y adultos mayores.

Recientemente el colectivo Ciclaramanga realizó una tuiteratón con el hashtag #CiclorrutasYa, en la que cientos de usuarios de Twitter manifestaron su apoyo, ofreciendo argumentos en su defensa como el mejoramiento de la calidad de vida, mayor seguridad en las vías, movilidad alternativa y unirse a un cambio que han adoptado cientos de ciudades en el mundo, donde los actores más vulnerables están en el centro de la movilidad.

«Todas las ciudades capitales tienen este tipo de transporte y Bucaramanga iba por buen camino, pero ahora quiere dar un retroceso enorme. Tenemos una ciclorruta, deberíamos ampliarla porque la ciudad es muy pequeña y no da abasto con el parque automotor y la gente debe pesar es en el futuro», afirmó a El Espectador Paola Mayorga, perteneciente a un colectivo de ciclistas.

Circular negra contra la ciclorruta

Pero a esta historia le salieron nuevos detractores, circula en en redes sociales una petición dirigida a los padres de familia del Jardín Infantil Montessori, en los que solicitan apoyar la acción popular que se opone a la construcción de ciclorrutas en Bucaramanga, específicamente a la de la carrera 35 donde se ubica esta institución educativa.

Es contradictorio pretender el bien común defendiendo al carro particular, argumentar riesgos para los niños cuando todos los días están esquivando vehículos que transitan a más de 30 km en zonas escolares, que de por sí es una velocidad alta; ser menos visibles moviéndose en medio de carros mal estacionados y hablar de indigencia como si las ciclorrutas fueran un atractivo para habitantes de calle.

La bicicleta ha estado vinculada estrechamente con la educación, ¿por qué no aprovechar más bien este espacio para enseñar a los niños de seguridad vial y del valor de compartir las vías?

En defensa de las ciclorrutas de Bucaramanga hay que comprender que las vías y andenes no son para parquear, si es que la verdadera preocupación del comercio es que sus clientes no puedan dejar el carro donde quieran, que la ciudadanía no solo usa el vehículo particular, muchos más llegan en transporte público, mientras otros a pie o en bicicleta, por lo tanto el comercio no se va a acabar y por último que el concepto de ciudad, amplia para el carro y estrecha para las personas, ya no es sostenible.

Comentarios