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Elogio de alguna cosa (1)

De Serrat y Sabina

No sé ustedes, pero mi educación sentimental adolescente, la educación poética que es la más importante en estos asuntos que acontecen en lo que antes se llamaba con esa palabra tan cursi –el corazón- ocurrió, más que con un poeta, con un cantante, Serrat. Y después, cuando ya las canas y el pelo marrón empezaron a luchar entre sí por apoderarse del cráneo, la des-educación sentimental, el desencanto, eso que antes se situaba en esa víscera tan biliosa –el hígado- ocurrió, más que con un poeta, con otro cantante, Sabina.

Yo a Serrat y a Sabina les debo mucho, muchísimo, y por eso una de las fotos más felices de mi vida es cuando una vez, en la casa de Daniel Samper (el más calvo, el menos joven) los pude abrazar al mismo tiempo a los dos, y el gran fotógrafo argentino, Daniel Mordzinsky, aposta nos pilló.

Con Serrat y Sabina

Quizá el poeta español que yo más quiero, el que en noches de insomnio, desesperanzas de vida, y aburrimientos de avión recito de memoria, se llama Antonio Machado, aquel que se enfermó de Franco y fue a morirse, después de perder su maleta con manuscritos y ropa (ligero de equipaje), en Colliure, Francia, un poco más allá de la frontera catalana. Para no morirme o para no matarme, mi receta no es química sino poética, y mi cráneo la repite cada vez que me quiero ir de aquí, y dice así:

Sabe esperar, aguarda que la marea suba,

así en la costa un barco, sin que el partir te inquiete.

Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya

porque la vida es larga y el arte es un juguete.

Y si la vida es corta,

y no llega la mar a tu galera,

aguarda sin partir y siempre espera

que el arte es largo y, además, no importa.

Y este poeta, digo, Machado, yo lo conocí de la boca de Joan Manuel Serrat, antes de leerlo entero en sus Obras Completas publicadas por Séneca en México, esa gran editorial del exilio español, extraordinaria empresa intelectual de don José Bergamín, un hombre íntegro. Aquí les muestro ese libro de Machado, tan bien impreso, hecho con tanto esmero que da gusto tocarlo.

Lomo MachadoObras Machado

Sobre otro maravilloso libro de Séneca, la primera edición de Poeta en Nueva York de García Lorca, hasta me inventé un cuento, que salió en El País, y que está en el siguiente enlace, por si lo quieren leer:

http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/PRIMERA/EDICION/elpepirdv/20090829elpepirdv_5/Tes

Poeta en NY

Pero vuelvo a Serrat, pues él no solamente me introdujo –cuando tenía menos de veinte años- en la poesía de Antonio Machado y de Miguel Hernández, sino también en su propia poesía, la de sus canciones. Algo muy duro y hondo se instaló en mi cerebro, de la mano de Serrat, para influir en mi manera de entender la vida. Ya hoy nadie duda de que muchos cantantes son grandes poetas, y hago una lista breve de tres países distintos, el belga Brassens, el italiano De Andrè, y ese gringo tan atípico por el que muchos gritamos y clamamos para que al fin le den el premio Nobel, Bob Dylan.

Y vengo ahora a Sabina. Sus sonetos jocosos (aunque no siempre tales) son un divertimento que le aconsejo a cualquiera que goce con la poesía escrita en ritmos rígidos. Sabina los renueva y los revitaliza. El libro se llama Ciento volando de catorce (me lo regaló Daniel Samper, el menos calvo, el más joven) y uno se lo goza y se lo ríe en cada endecasílabo. Pero es de sus canciones que quiero hablar, de las que nos ayudan a desenamorarnos o a volvernos a enamorar, cuando ya no se usa, o si no oigan este bolero, que es uno de los mejores que se han escrito en las últimas décadas, digan si no. Algún despechado le puso imágenes, no todas buenas, pero en fin…http://www.youtube.com/watch?v=2I75g3h0i4w

Pero la noticia, la que justifica este elogio y esta entrada ya demasiado larga en el blog, es que Sabina sacará otro CD (“Vinagre y rosas” es su título) en pocos días y en El País de hoy pueden oírse (incompletas, pero casi completas) todas las nuevas canciones. Y con este último enlace los dejo. Espero que gocen tanto como yo.

http://www.elpais.com/especial/sabina/

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