El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

2012, frustraciones tradicionales y alegrías atípicas

Se fue otro año, pasaron las fiestas, quedó el guayabo, quedamos sin cinco, se reanudó el trabajo pero, como dicen los contadores, hay que adelantar el balance.

Empiezo por lo fácil; sin lugar a dudas, en materia política NO HUBO, en absoluto, alegrías o satisfacciones. En el plano nacional, a Juan Manuel Santos y a sus colaboradores, lo mismo que a sus admiradores, les parece que fue un año excepcional, pero la cruel realidad dice lo contrario. Aclaro, aquí habla la ignorancia. Porque mi hermano, el experto en temas económicos  de alto turmequé, está de acuerdo con Juanma en que la de Colombia es una “economía boyante”. Yo de eso poco y nada entiendo pero tampoco me atrevo a preguntarle a mi brother porque seguro me va a mirar con los ojos de conmiseración con que se mira a un damnificado del salario mínimo.

El caso es que para las altas esferas de la economía Colombia es un país boyante. Boyante – para quienes nunca consultan el diccionario – significa próspero, que hay mucha riqueza. Pero creo que los términos están equivocados porque lo que es al pueblo beneficiado con el nuevo salario mínimo no le toca lo boyante sino lo bollante, es decir, le va a tocar comer (seguir comiendo) el producto que impulsó el diputado antioqueño cuando dijo que invertir en el Chocó es como “echarle perfume a un bollo”. Me perdonan, pero la expresión es del diputado, no mía.

Total, en política nacional nada le salió bien al pobre Juanma: se dejó tumbar la colombina del hermanito menor, es decir, el camarada Ortega le tumbó no a Juanma sino a los colombianos casi 80 mil kilómetros cuadrados de mar caribe, que es un área un poco más grande que “El Ubérrimo”, para dar una idea de la magnitud de la pérdida. También se le cayó la reforma a la justicia porque, como es de suponerse, los reformadores no se quieren reformar. ¿Cuchillo para el propio pescuezo?, ¡mamola! Recordemos en este punto que ya el mandatario había chupado la hiel de la derrota cuando el año pasado, para estas calendas, sufría la caída de la reforma a la educación, la archifamosa Ley 30. Nada nuevo por ahora.

Lo único que le ligó al presidente fue la Reforma Tributaria en una final parlamentaria de voto finish, pero su costo real aún no se puede calcular. Me pregunto, y conmigo los colombianos, qué y cuánto tuvo que prometerles Juanma a los HP (honorables parlamentarios) para que “trabajaran” horas extras en la aprobación de la reforma. Y no hay claridad acerca del otro costo, que es el de las exenciones y rebajas de impuestos a los poderosos, tal como lo denuncia el senador Robledo, que está muchísimo mejor informado que yo. Ni del cráter fiscal que se prevé para finales del año que comienza, según el mismo senador. Primera conclusión: cero alegrías, cero satisfacciones y sí muchas frustraciones, tradicionales como la Navidad. Y si con el transcurrir del 2013 el embeleco de la paz con “la Far” se le viene abajo, como se ve venir, pues, don Juan Manuel, se te jodió la reelección.

Por el lado de la política capitalina, las cosas fueron peores. Los bogotanos eligieron a un mandatario que sabe mucho de protestar y de criticar pero de administrar, cero. Sin embargo, lo peor no es eso; lo peor es que Noel Petro es la personificación de la soberbia y se hizo acreedor, con creces, de varios adjetivos: autoritario, déspota, autócrata, dictador, tirano. El burgomaestre seudoizquierdista actúa y habla como un emperador. Para él el mundo empezó el 1 de enero de 2012. Y terminará cuando a él le dé la gana. Punto. Petro es un tipo grandilocuente y megalómano.

Eso es lo que piensa la gente que está sufriendo en carne propia los desatinos del aprendiz de alcalde, que solo es un miliciano venido a más por cuenta del inconformismo de algún sector de la ciudadanía bogotana, que lleva ya tres períodos ensayando mandatarios de la nueva clase política.

Pero el asunto estriba en que hoy no se sabe a ciencia cierta cuáles son peores, si los corruptos tradicionales rojos y azules o los corruptos nuevos, amarillos y verdes, aunque hay serios indicios que inducen a pensar que la voracidad de las autodenominadas izquierdas es más temible y muchísimo más nociva. ¡Pobres bogotanos pobres!

Las alegrías, escasas pero inmensas, corren por cuenta de un puñado de colombianos grandes de corazón y sencillos de personalidad que, en algunos casos,  con muy pocos recursos brillaron en el mundo en el 2012. Estos colombianos que merecen toda la admiración, el respeto y la exaltación de sus compatriotas están encabezados por la hermosa Mariana Pajón y por Radamel Falcao García, el hincha número uno de Millonarios.

Mariana es la figura principal de ocho héroes que brillaron con luz propia en los juegos olímpicos de Londres; una medalla de oro de Mariana, tres de plata de Catherine Ibargüen, Rigoberto Urán y Óscar Figueroa, cuatro de bronce logradas por Carlos Mario Oquendo, Óscar Muñoz, Yury Alvear y Jaqueline Rentería. Esos fueron los Ocho de Colombia que nos regalaron la cuota de alegría en el deporte. A ellos se suma la figura del internacional goleador, considerado por algunos expertos como el mejor nueve del mundo, Radamel Falcao García, y la Selección Colombia al mando del hoy mejor director técnico de América. Ellos y otros grandes como Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez y Teo Gutiérrez nos renovaron la ilusión de volver a un mundial con un elemento adicional: como pintan las eliminatorias, es posible que Colombia esta vez sí sea protagonista.

En el plano local se destacan los triunfos de Santa Fe, campeón de la Liga Postobón, después de 36 años sin conseguir el máximo título, al lograr su séptima estrella; buena por Santafecito. Eso ocurría en el primer semestre del año; para el segundo, la gesta santafereña se vio coronada con más de un gramo de gloria por Millonarios, compañero de patio,  que logró su  estrella decimocuarta al mando de Hernán Torres, un señor serio que conoce el oficio, y de un grupo de jugadores que si bien no pertenecen a la elite del fútbol internacional, sí capitalizaron de sus insuficiencias y lograron una campaña memorable, si a ello se le suma la excelente participación en la Copa Suramericana, a la cual llegó a semifinales dejando en el camino a grandes como el Gremio de Porto Alegre, entre otros.

Estas circunstancias nos permiten asegurar que si de satisfacciones se trata los colombianos en general y los bogotanos en particular debemos buscarlas siempre en el deporte y nunca en la dirigencia ni deportiva ni política. Eso está claro; y tal como va la vida ahora que empieza el 2013, no se ven muchas posibilidades de cambio. Hay, como siempre, esperanzas, ilusiones. Pero ellas se desvanecerán con el pasar de los meses y terminarán de evaporarse en las copas de licor con que se celebrará en diciembre la muerte del 2013 y el nacimiento del 2014. Así ha ocurrido siempre…

Colofón: el remate de este comentario corre por cuenta de un niño de unos ocho añitos: “A los colombianos les deseo que el Niño Dios les traiga toda la paz del mundo aunque no les deje regalos en el arbolito (de Navidad)…” De verdad, me conmovió esa sencilla frase. Feliz año…

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