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Nairo Quintana, después del triunfo

Son más de las once de la noche y frente al Hotel Concorde Lafayette, recientemente rebautizado, Hyatt Regency Paris Étoile ,se acumulan los fanáticos del ciclismo que esperan una fotografía o un autógrafo de los ciclistas que horas atrás corrían en los Campos Elíseos. Algunos de quienes esperan tienen álbumes con fotografías firmadas que han ido acumulando a lo largo de décadas. Para otros, de vacaciones en París, ver, así sea un instante, a los corredores, es una feliz casualidad. Si la llegada del bus del equipo Sky produce una avalancha de espectadores hacia el campeón de la carrera, el británico, Christopher Froome, las decenas de colombianos que esperan tratando de abrirse camino entre el personal de seguridad del hotel, prefieren no moverse de sus posiciones. Vestidos con camisetas de la selección de fútbol y con las mismas banderas que ondeaban junto al podio horas atrás, su objetivo es capturar una imagen de Nairo Quintana. El bus del equipo Movistar se detiene lejos, al otro lado del parqueadero. Con sus 167 centímetros de estatura, Quintana desaparece entre la gente que lo rodea, lo fotografía y abraza en su camino hasta la puerta del hotel.

El último colombiano que había atravesado esa puerta rodeado de admiradores había sido Mauricio Soler en el 2007. En ese entonces sus 1.86 lo hacían visible por encima de las personas a su alrededor, pero los dos compartían una mirada de perplejidad. A diferencia del campeón Christopher
Froome o de los españoles Contador o «Purito» Rodriguez, que sonríen a las cámaras como estrellas de cine sobre el tapete rojo en el festival de Cannes, Quintana, como Soler, mira hacia abajo, con la boca un poco abierta, como si no supiera muy bien lo que está pasando.

“Yo pienso mucho en Mauricio” dice Quintana “Y pido todo el tiempo para que continúe recuperándose de su accidente del 2010. Él ha sido también uno de mis ejemplos. De las figuras que uno quiere seguir”.

Además de ser originarios de Boyacá, Soler y Quintana comparten también el hecho de haber sido campeones de la montaña, como lo fueron antes Lucho Herrera y Santiago Botero. En cambio, ninguno de los predecesores de Quintana había subido tres veces al podio de los Campos Elíseos en la noche final. Además de la camiseta de escalador, Quintana obtuvo la de mejor ciclista menor de venticinco años y el segundo lugar en la general.

Por eso es difícil saber de cuál de las tres subidas al podio habla el corredor cuando,recién terminada la premiación afirma“Fue una etapa rápida, pero aunque la clasificación ya estaba definida, uno no podía fallar. Yo como que desperté cuando ya me había subido a la tarima ».

Las ceremonias han sido breves. Froome ha dado un discurso que los milies de espectadores no habían podido escuchar. El catalán “Purito” Rodríguez había subido con sus dos hijos Pablo y Elsa.
Quintana dice que pensó todo el tiempo en su familia «Ojalá al llegar al hotel tenga tiempo de hablar un ratico con ellos » dice antes de ser abordado por cuatro asistentes de su equipo vestidos de verde que lo rodean.
“Tenemos que irnos ya” dice uno de ellos.
« Estos son los señores que me van a decir dónde está el bus » dice Quintana, que en lugar de caminar vuelve a subir a su bicicleta para el trayecto hasta el bus del equipo. Los cuatro hombres de verde corren a su lado por las calles paralelas a los Campos Elíseos. Aunque la vigilancia de la vecina residencia presidencial impide que se acumulen los transeúntes, los primeros metros se convierten en una improvisada calle de honor: se agitan banderas y se escuchan gritos de « Viva Nairo » y « Viva Colombia ».

«Para mí fue increíble ganar la etapa en el Día de la Independencia » dice, pedaleando a una velocidad que rápidamente fatiga a los guardaespaldas improvisados que corren a su lado para guiarlo hacia el bus «y durante la premiación, aunque las luces eran fuertes y yo no podía ver bien al público yo podía ver las banderas y escuchaba que gritaban mi apellido».

Quienes gritaban eran sus compatriotas, algunos residentes en Francia y otros de paso por París, que desde comienzos de la tarde habían formado grupos a lo largo de todo el recorrido parisino de la última etapa de la carrera. Concentrados sobre todo a lo largo de los Campos Elíseos, los colombianos se destacaban de lejos como los más entusiastas. “Uno creció viendo en la televisión las hazañas de Lucho Herrera y Botero, ellos dejaron su huella en la historia del deporte colombiano”. Un recuerdo que también evocó Quintana a los periodistas que lo rodeaban al bajar del podio. El embajador de Colombia en Francia, Gustavo Carvajal, había sido el encargado de entregarle el trofeo ganado como mejor escalador.

« Uno sabe que los colombianos son buenos en la montaña, pero este muchacho tiene piernas de oro”dice Nick, un aficionado inglés que venido a apoyar a su compatriota Froome. Aunque como todos los presentes aplaude cada vez que el pelotón, muy compacto en esta última etapa, les pasa cerca, se declara admirado de la reacción de los colombianos cada vez que una toma de Quintana aparece en las pantallas gigantes instaladas a lo largo de la avenida. Si bien pueden verse banderas kazacas, inglesas, noruegas o españolas, las colombianas son de lejos las más numerosas. Cuando un grupo de fanáticos de extrema derecha llevando pancartas rosadas y azules aparecen en escena exigiendo la renuncia de François Hollande, sus consignas son rápidamente acalladas por el escándalo de los gritos de “Se lució, Colombia se lució” y “Quintana, Quintana” al que, en un español imperfecto, se unen también fanáticos locales y europeos de quien se convirtió en la gran revelación de la edición centenaria del Tour de Francia.

“Sólo tiene 23 años. Lo que ha hecho da para pensar que en dos o tres años el Tour será suyo” opina un aficionado alemán que festeja la victoria de Marcel Kittel en la última etapa.

Con menos buena fe, el ex-entrenador del equipo Festina, convertido en periodista deportivo, Antoine Vayer, publicó en el diario Le Monde una carta abierta dirigida a “dos presidentes: Juan Manuel Santos, de Colombia y Pat Mc Quaid de la Unión Ciclística Internacional” en la que los exhorta a “ayudarnos para comprender lo extraordinario” refiriéndose al desempeño de Froome y Quintana.

«¿El secreto? Yo pedaleo » dice Quintana, mientras, pedaleando, va dejando atrás a sus cansados guardaespaldas improvisados

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